EEUU alerta contra el abuso de Fentanyl, un fármaco de consumo ascendente.
Nueva York
El mal uso del fentanyl, uno de los opiáceos sintéticos que se empezó a utilizar en los 60 como un anestésico intravenoso, se ha convertido en un quebradero de cabeza para las autoridades estadounidenses, ya que está relacionado con cada vez más muertes.
El cantante, según se confirmó este jueves, forma parte de esta estadística.
El fallecimiento pone sobre la mesa uno de los ángulos de la epidemia de heroína que castiga a Estados Unidos, el uso excesivo de opiáceos.
El fentanyl, además, resulta entre 50 y 100 veces más potente que la morfina, según el Centro para la Prevención y Control de las Enfermedades.
Va en alza su consumo legal -en 2014 se prescribió 6,6 millones de veces- y también el ilegal.
La mezcla de analgesia y euforia que proporciona lleva a muchos a utilizarlo como sustituto de la heroína, pero es una alternativa pasada de revoluciones que lleva demasiadas veces a la muerte. Según la red de alertas de abusos de drogas, el número de emergencias relacionadas con el uso no médico del fentanyl pasó de 15.947 en 2007 a 20.034 en 2011.
Muchos adictos, además, lo mezclan con la propia heroína para aumentar sus efectos de forma completamente kamikaze.
Solo en Florida, en 2013, fue la causa de la muerte de 185 personas, un 36% más que en 2012. La agencia estadounidense contra la drogadicción advirtió el pasado mes de abril de que el fentanyl es potencialmente letal incluso a dosis muy bajas.
Además del abuso de las prescripciones, Estados Unidos afronta desde hace años el problema de los laboratorios clandestinos donde se producen de forma fraudulenta, como unas píldoras adulteradas que se detectaron el pasado marzo en la zona de Sacramento (California), que se habían estado vendiendo en la calle bajo la apariencia de otro tipo de medicación.
La muerte de Prince por sobredosis de opiáceos se suma a la de otras celebridades en Estados Unidos como la del actor Philip Seymour Hoffman hace dos años que se fue de este mundo con una jeringuilla clavada en el brazo, o a la de Heath Ledger en 2008, por una mezcla fatal de medicamentos.
Y pone otra cara célebre en una plaga de abuso de sobredosis de opiáceos en 2014 acabó con la vida de casi 30.000 personas en Estados Unidos.
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