Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

3 abr 2016

Los siete hermanos que se criaron con 20.000 libros................................... Manuel Ansede

Un arqueólogo entre los guerreros de Xian, una paleoantropóloga en el Cáucaso, un pediatra en Kazajistán... Los Martinón Torres despuntan tras crecer en una biblioteca


Federico, Georgina, María, Mateo, Marcos, Lucas y Nazareth.
“Todas las personas mayores fueron primero niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan”, proclama la primera página de El Principito.
 Su autor, el aviador francés Antoine de Saint-Exupéry, puntualizaba que existían excepciones a esta regla del olvido: adultos que recuerdan aquella época —su infancia— en la que en vez de un sombrero veían una boa digiriendo un elefante.
Los siete hermanos Martinón Torres, nacidos por separado en Ourense entre 1971 y 1982, son de esas pocas “personas mayores” que evocan su niñez vívidamente.
Y su memoria señala hacia un mismo lugar mágico: la biblioteca de sus padres.
“Los siete hermanos crecimos con la naturalidad de que la biblioteca fuera la mayor habitación de la casa
. Allí había unos 20.000 libros, con dos o tres capas de volúmenes en cada estante”, rememora Marcos Martinón Torres, de 38 años y catedrático de Arqueología en el University College de Londre
s. De niño, vivía aventuras épicas sin alejarse de los anaqueles.
 Hoy, su vida transcurre entre los guerreros de terracota de Xian, en China, y las estatuas de oro precolombinas de los alrededores de Bogotá, en Colombia
. Su objetivo es identificar a los artistas individuales que parieron estas obras: sacar del anonimato a los picassos chinos y americanos.
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La biblioteca era la mayor habitación del piso de los Martinón Torres en Ourense
Aquella biblioteca de un piso de Ourense repleta de epopeyas de papel se convirtió en una fábrica de cerebros dedicados a la ciencia. Marcos, el arqueólogo, es el quinto hermano, nacido en 1977.
 María, de 1974, es investigadora en los yacimientos de Atapuerca (Burgos) y una de las principales expertas en evolución humana del mundo.
 Federico, el hermano mayor, de 1971, es uno de los pediatras más citados de España y una referencia en vacunación infantil en Europa.
Y, así, suma y sigue toda la familia.
“En mi casa había veneración por los libros, como fuente de entretenimiento, de conocimiento, de consuelo”, recuerda María Martinón Torres, cuyos estudios de fósiles asiáticos están reescribiendo la prehistoria del ser humano
. Hace unos meses, anunció el hallazgo de los restos de 47 personas en la cueva de Fuyan, en el sur de China
. Eran Homo sapiens fallecidos hace más de 80.000 años y demostraban que nuestra especie estaba en Asia mucho antes de lo que se pensaba.
María creció fascinada por las aventuras de Sherlock Holmes y los libros de Julio Verne
. Luego, su propia vida se convirtió en ocasiones en una odisea.
 En 2007, la paleoantropóloga se encontraba en Tiflis (Georgia), estudiando fósiles humanos de 1,8 millones de años hallados en el Cáucaso, cuando los aviones rusos comenzaron a bombardear la capital georgiana.
 La investigadora logró huir en el último avión que despegó de la ciudad. Poco después, un misil convirtió en escombros una de las pistas del aeropuerto.
Marcos, María, Mateo, Nazareth, Federico (padre), Georgina (madre), Georgina, Federico y Lucas, en la actualidad.
“Nuestros padres no nos decían que fuéramos los mejores médicos, sino que diéramos la mejor versión de nosotros mismos en lo que nos gustara.
 Todo el mundo es potencialmente bueno en algo y el quid es encontrar en qué”, explica María. El lema familiar recuerda a otra de las frases míticas de El Principito:
 “Se debe pedir a cada cual lo que está a su alcance realizar”.
El padre de los siete hermanos es Federico Martinón Sánchez, bibliófilo y jefe del departamento de Pediatría del Hospital de Ourense hasta su reciente jubilación.
La madre es Georgina Torres, melómana y enfermera hasta que lo dejó para criar a sus hijos. “Nuestros padres nunca nos dijeron lo que teníamos que hacer.
Nos dieron los medios para tener curiosidad intelectual.
 Yo quise ser arqueólogo desde muy pequeño, porque estaba expuesto al arte y a la historia sin salir de casa
. Ni siquiera pasé por la fase de querer ser futbolista”, explica Marcos.
Las investigaciones del arqueólogo, en ocasiones, han servido para reescribir los libros de historia que tanto le gustaba hojear de pequeño en la biblioteca de sus padres.
 Marcos dirigió la tesis doctoral del primer proyecto arqueológico en Ruanda después del genocidio, que en 1994 dejó 800.000 muertos, muchos de ellos a machetazos en la cabeza.
 “Los ruandeses creían que su industria del hierro la habían llevado los europeos. Nosotros demostramos que esas tecnologías estaban allí 2.000 años antes de que llegaran los europeos.
 Es un ejemplo de cómo la arqueología puede solucionar una historia tergiversada”, aplaude Marcos.

 

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