El paseíllo televisivo de las vanidades pilladas en la hoguera de los evasores solo es la espuma.
Con los 14 millones de euros que Mario Conde (parece que) ha
repatriado desde Suiza se financiarían 16.700 becas comedor durante un
año o 24.500 plazas veraniegas para niños sin recursos.
O sea, es mucho dinero.
Si a los millones del banquero castizo sumamos los de las evasiones (probables) de los clientes de Panamá, daría para bastante más.
Pero en términos macro, seguirían siendo peanuts.
Cacahuetes en boca de los paganos.
Toda cantidad descubierta por la —en esto, gloriosa— vía de la traición, delación, espionaje, chantaje o infidelidad, será una ínfima parte de los 130.000 millones que “el fraude” fiscal “de los ultrarricos cuesta cada año a los Estados del mundo entero”: en menor recaudación fiscal, a compensar por los de siempre.
De modo que el paseíllo televisivo de las vanidades pilladas en la hoguera de los evasores solo es la espuma, un síntoma, un pálido reflejo del total.
No repitamos lo de la punta del iceberg porque el cambio climático casi acabó con los icebergs.
El cálculo de los 130.000 millones es superprudente: se basa en la estimación de que el patrimonio financiero mundial retenido en los paraísos fiscales alcanza 5,8 billones, de los que solo se declara un 20% (La riqueza oculta de las naciones, Gabriel Zucman, Pasado y Presente, 2013). Una cuarta parte de la calculada por la oenegé Tax Justice Network (The price of offshore revisited, Henry James, TJN 2012.)
Y queda lejísimos del billón de euros anuales estimados para Europa por la Comisión: 864.000 millones en 2011
. Pero en este caso aluden no a la evasión fiscal delictiva sino a la elusión fiscal tramposa de las multinacionales (sobre todo tecnológicas) que apuran intersticios legales para pagar casi cero. Ya empiezan a recibir palos: de Bruselas (Google, Apple, Amazon).
Y ahora de Washington, con el Tesoro de Obama abortando la fusión Pfizer—Allergan.
El banquero engominado, una royal, ese par de primeros ministros, algunas celebridades deportivas y artísticas... la zapatiesta de escándalos rosa amenaza la estabilidad de los paraísos fiscales. Bravo. Espléndido.
Pero si no concretamos cifras, acabará difuminando la trágica gravedad del asunto. Porque las cuantías evadidas que afloran son, como porcentaje, de risa.
O sea, es mucho dinero.
Si a los millones del banquero castizo sumamos los de las evasiones (probables) de los clientes de Panamá, daría para bastante más.
Pero en términos macro, seguirían siendo peanuts.
Cacahuetes en boca de los paganos.
Toda cantidad descubierta por la —en esto, gloriosa— vía de la traición, delación, espionaje, chantaje o infidelidad, será una ínfima parte de los 130.000 millones que “el fraude” fiscal “de los ultrarricos cuesta cada año a los Estados del mundo entero”: en menor recaudación fiscal, a compensar por los de siempre.
De modo que el paseíllo televisivo de las vanidades pilladas en la hoguera de los evasores solo es la espuma, un síntoma, un pálido reflejo del total.
No repitamos lo de la punta del iceberg porque el cambio climático casi acabó con los icebergs.
El cálculo de los 130.000 millones es superprudente: se basa en la estimación de que el patrimonio financiero mundial retenido en los paraísos fiscales alcanza 5,8 billones, de los que solo se declara un 20% (La riqueza oculta de las naciones, Gabriel Zucman, Pasado y Presente, 2013). Una cuarta parte de la calculada por la oenegé Tax Justice Network (The price of offshore revisited, Henry James, TJN 2012.)
Y queda lejísimos del billón de euros anuales estimados para Europa por la Comisión: 864.000 millones en 2011
. Pero en este caso aluden no a la evasión fiscal delictiva sino a la elusión fiscal tramposa de las multinacionales (sobre todo tecnológicas) que apuran intersticios legales para pagar casi cero. Ya empiezan a recibir palos: de Bruselas (Google, Apple, Amazon).
Y ahora de Washington, con el Tesoro de Obama abortando la fusión Pfizer—Allergan.
El banquero engominado, una royal, ese par de primeros ministros, algunas celebridades deportivas y artísticas... la zapatiesta de escándalos rosa amenaza la estabilidad de los paraísos fiscales. Bravo. Espléndido.
Pero si no concretamos cifras, acabará difuminando la trágica gravedad del asunto. Porque las cuantías evadidas que afloran son, como porcentaje, de risa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario