Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
14 mar 2016
“Algo habrán hecho los partidos para merecer la quiebra del bipartidismo”........................... Charo Nogueira
Pionera en la política, Soledad Becerril canaliza la indignación ciudadana como defensora del pueblo.
jordi socías
Soledad Becerril elige cuidadosamente las palabras.
Habla despacio,
con la vista clavada en una de las paredes de su despacho, en el que
prefiere no posar.
Muestra las fotografías que resumen su dilatada
carrera –primero en UCD y luego en el PP–. Sonriente con Adolfo Suárez.
En el Consejo de Ministros de Calvo-Sotelo en 1981: la primera mujer que
lo pisaba desde la República.
En su etapa de alcaldesa de Sevilla, con
el actor Charlton Heston y la Giralda al fondo. Con el Rey emérito la
noche anterior a su proclamación. Becerril dejó la política activa en
2011, pero un año más tarde aceptaba el cargo de defensora del pueblo.
Cree en la necesidad de cambios en la Constitución y descarta una
segunda Transición.
¿Cómo ve la defensora al pueblo que defiende? Desde
esta institución se observa una parte de la realidad, no somos un centro
de estudios sociológicos
. Llegué aquí a mediados de 2012. Ese año y el
siguiente se notó mucho la crisis en individuos y familias, aspectos
económicos, sociales, atención a personas con discapacidad.
En 2014 y en
2015 se ha percibido el comienzo de una suave recuperación, aunque no
puedo hablar de final de crisis.
Por eso han descendido las quejas. La
mayoría se refiere a asuntos de carácter económico, a la relación de los
ciudadanos con los bancos, por ejemplo hipotecas y cláusulas suelo, o a
productos financieros vendidos de forma engañosa, como las preferentes. ¿Le ha sorprendido el grado de indefensión del pueblo español?
Más que indefensión, hemos visto las sucesivas crisis.
Como Estado de
derecho, tenemos instrumentos para que los ciudadanos se defiendan y les
defendamos, aunque es verdad que la Administración de justicia es lenta
y eso supone una enorme inquietud para muchas familias. ¿Cuáles son las consecuencias más graves de la crisis?
Los efectos son visibles, empezando por el desempleo y los trabajos
precarios
. Ahí es donde más se nota, pese al descenso del paro.
Prepara un informe sobre los enfermos de cáncer. ¿Qué problemas ha detectado?
Algunos enfermos nos han explicado las dificultades laborales a las que
se enfrentan cuando están en tratamiento. No pueden completar la
jornada. ¿Nada impide despedir a un trabajador con cáncer?
Por eso estamos trabajando en ello.
Deben tener una jornada laboral
llevadera, que les permita afrontar un tratamiento
. Hay que facilitarles
la vida, ya bastante tienen. La crisis ha ahondado la brecha social, ha aumentado la desigualdad. Según algunas ONG, sí. Pero hay informes que contradicen esta brecha, por eso no me pronuncio de manera tajante. ¿Cuáles son? He visto dos contradictorios, pero muy posiblemente sí se ha ampliado la brecha. Visto desde este despacho, ¿qué funciona mejor y peor en España?
Yo estoy aquí para empujar a las Administraciones a que corrijan o
atiendan asuntos que nos parecen graves o importantes.
He empujado
mucho. En el caso de las preferentes hubo que insistir
. O con los
desahucios, para conseguir un decreto que permitiera paralizarlos en
algunas circunstancias y luego una ley. ¿Está satisfecha con los cambios en la normativa de desahucios? Bastante, aunque se podían modificar algunas cosas. Creo que la justicia ha actuado debidamente y con sensibilidad.
“Nuestro sistema permite remodelar partidos, corregir errores sin sobresaltos”
También ha habido una presión social muy fuerte, como la de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
Es verdad, pero la legislación ha dado a los jueces un instrumento muy
importante. Les permite valorar las circunstancias de las personas.
Ya
no hay automatismo. También ha sido un logro la ley de segunda
oportunidad, por la que hemos peleado mucho.
Veíamos que personas
incursas en un procedimiento por deudas no iban a poder hacerles frente
en su vida y podían acabar en la indigencia
. Buscamos un procedimiento
que les permitiera renegociar los plazos, la cuantía, encontrar un
árbitro que no costase dinero o acudir a la vía judicial.
jordi socías
Soledad Becerril elige cuidadosamente las palabras. Habla despacio,
con la vista clavada en una de las paredes de su despacho, en el que
prefiere no posar. Muestra las fotografías que resumen su dilatada
carrera –primero en UCD y luego en el PP–. Sonriente con Adolfo Suárez.
En el Consejo de Ministros de Calvo-Sotelo en 1981: la primera mujer que
lo pisaba desde la República. En su etapa de alcaldesa de Sevilla, con
el actor Charlton Heston y la Giralda al fondo. Con el Rey emérito la
noche anterior a su proclamación. Becerril dejó la política activa en
2011, pero un año más tarde aceptaba el cargo de defensora del pueblo.
Cree en la necesidad de cambios en la Constitución y descarta una
segunda Transición. ¿Cómo ve la defensora al pueblo que defiende? Desde
esta institución se observa una parte de la realidad, no somos un centro
de estudios sociológicos. Llegué aquí a mediados de 2012. Ese año y el
siguiente se notó mucho la crisis en individuos y familias, aspectos
económicos, sociales, atención a personas con discapacidad. En 2014 y en
2015 se ha percibido el comienzo de una suave recuperación, aunque no
puedo hablar de final de crisis. Por eso han descendido las quejas. La
mayoría se refiere a asuntos de carácter económico, a la relación de los
ciudadanos con los bancos, por ejemplo hipotecas y cláusulas suelo, o a
productos financieros vendidos de forma engañosa, como las preferentes. ¿Le ha sorprendido el grado de indefensión del pueblo español?
Más que indefensión, hemos visto las sucesivas crisis. Como Estado de
derecho, tenemos instrumentos para que los ciudadanos se defiendan y les
defendamos, aunque es verdad que la Administración de justicia es lenta
y eso supone una enorme inquietud para muchas familias. ¿Cuáles son las consecuencias más graves de la crisis?
Los efectos son visibles, empezando por el desempleo y los trabajos
precarios. Ahí es donde más se nota, pese al descenso del paro. Prepara un informe sobre los enfermos de cáncer. ¿Qué problemas ha detectado?
Algunos enfermos nos han explicado las dificultades laborales a las que
se enfrentan cuando están en tratamiento. No pueden completar la
jornada. ¿Nada impide despedir a un trabajador con cáncer?
Por eso estamos trabajando en ello. Deben tener una jornada laboral
llevadera, que les permita afrontar un tratamiento. Hay que facilitarles
la vida, ya bastante tienen. La crisis ha ahondado la brecha social, ha aumentado la desigualdad. Según algunas ONG, sí. Pero hay informes que contradicen esta brecha, por eso no me pronuncio de manera tajante. ¿Cuáles son? He visto dos contradictorios, pero muy posiblemente sí se ha ampliado la brecha. Visto desde este despacho, ¿qué funciona mejor y peor en España?
Yo estoy aquí para empujar a las Administraciones a que corrijan o
atiendan asuntos que nos parecen graves o importantes. He empujado
mucho. En el caso de las preferentes hubo que insistir. O con los
desahucios, para conseguir un decreto que permitiera paralizarlos en
algunas circunstancias y luego una ley. ¿Está satisfecha con los cambios en la normativa de desahucios? Bastante, aunque se podían modificar algunas cosas. Creo que la justicia ha actuado debidamente y con sensibilidad.
“Nuestro sistema permite remodelar partidos, corregir errores sin sobresaltos”
También ha habido una presión social muy fuerte, como la de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
Es verdad, pero la legislación ha dado a los jueces un instrumento muy
importante. Les permite valorar las circunstancias de las personas.
Ya
no hay automatismo. También ha sido un logro la ley de segunda
oportunidad, por la que hemos peleado mucho. Veíamos que personas
incursas en un procedimiento por deudas no iban a poder hacerles frente
en su vida y podían acabar en la indigencia. Buscamos un procedimiento
que les permitiera renegociar los plazos, la cuantía, encontrar un
árbitro que no costase dinero o acudir a la vía judicial. ¿El descenso de las quejas al Defensor del Pueblo –17.776 el
año pasado, un 23% menos– tiene que ver con el descrédito de las
instituciones? [Largo silencio]. No lo sé. Aunque con intermitencia, lleva casi 40 años en el candelero de lo público. ¿Le decepciona la política de ahora? La política, en términos generales, no me decepciona. ¿Qué le ha dado? La política es prestar un servicio
público a los ciudadanos. La política interesa a todo el mundo, porque
lo público es de todos y para todos.
A los jóvenes les digo: “¿No os
interesa que funcione el metro, que haya becas? Eso es la política”. Me
ha producido muchos momentos de empuje, de hacer, de resolver. Y también
momentos amargos y derrotas
. He visto la muerte de compañeros.
La defensora del pueblo se conmueve. Recuerda el asesinato del
concejal de Sevilla Alberto Jiménez Becerril y de su esposa, Ascensión
García, en 1998. Fue “el momento más amargo” en la vida de la entonces
alcaldesa de la ciudad.
Poco antes, la banda terrorista ETA había
intentado matarla a ella. “Les falló la conexión para activar el coche
bomba”, relata antes de comenzar la entrevista, realizada a mediados de
febrero, mientras muestra las fotos antiguas que le había pedido El País Semanal.
Entre las que ha seleccionado figura la de aquella jornada. Al dorso ha escrito: “El día que la bomba no explotó”. ¿Se sintió culpable? Me he preguntado muchas veces
si haberme matado a mí habría evitado que les mataran a ellos.
Pero los
culpables fueron los terroristas. El atentado me sigue produciendo, y me
producirá siempre, un enorme dolor. En cambio, haber sido yo objeto de
uno no me ha dejado huella. Al contrario, me ha hecho acercarme a
personas que han sufrido mucho más que yo, a las víctimas. He tenido
mucha suerte en la vida, empezando por aquello.
¿El descenso de las quejas al Defensor del Pueblo –17.776 el
año pasado, un 23% menos– tiene que ver con el descrédito de las
instituciones? [Largo silencio]. No lo sé.
jordi socías
Soledad Becerril elige cuidadosamente las palabras. Habla despacio,
con la vista clavada en una de las paredes de su despacho, en el que
prefiere no posar. Muestra las fotografías que resumen su dilatada
carrera –primero en UCD y luego en el PP–. Sonriente con Adolfo Suárez.
En el Consejo de Ministros de Calvo-Sotelo en 1981: la primera mujer que
lo pisaba desde la República. En su etapa de alcaldesa de Sevilla, con
el actor Charlton Heston y la Giralda al fondo. Con el Rey emérito la
noche anterior a su proclamación. Becerril dejó la política activa en
2011, pero un año más tarde aceptaba el cargo de defensora del pueblo.
Cree en la necesidad de cambios en la Constitución y descarta una
segunda Transición. ¿Cómo ve la defensora al pueblo que defiende? Desde
esta institución se observa una parte de la realidad, no somos un centro
de estudios sociológicos. Llegué aquí a mediados de 2012. Ese año y el
siguiente se notó mucho la crisis en individuos y familias, aspectos
económicos, sociales, atención a personas con discapacidad. En 2014 y en
2015 se ha percibido el comienzo de una suave recuperación, aunque no
puedo hablar de final de crisis. Por eso han descendido las quejas. La
mayoría se refiere a asuntos de carácter económico, a la relación de los
ciudadanos con los bancos, por ejemplo hipotecas y cláusulas suelo, o a
productos financieros vendidos de forma engañosa, como las preferentes. ¿Le ha sorprendido el grado de indefensión del pueblo español?
Más que indefensión, hemos visto las sucesivas crisis. Como Estado de
derecho, tenemos instrumentos para que los ciudadanos se defiendan y les
defendamos, aunque es verdad que la Administración de justicia es lenta
y eso supone una enorme inquietud para muchas familias. ¿Cuáles son las consecuencias más graves de la crisis?
Los efectos son visibles, empezando por el desempleo y los trabajos
precarios. Ahí es donde más se nota, pese al descenso del paro. Prepara un informe sobre los enfermos de cáncer. ¿Qué problemas ha detectado?
Algunos enfermos nos han explicado las dificultades laborales a las que
se enfrentan cuando están en tratamiento. No pueden completar la
jornada. ¿Nada impide despedir a un trabajador con cáncer?
Por eso estamos trabajando en ello. Deben tener una jornada laboral
llevadera, que les permita afrontar un tratamiento. Hay que facilitarles
la vida, ya bastante tienen. La crisis ha ahondado la brecha social, ha aumentado la desigualdad. Según algunas ONG, sí. Pero hay informes que contradicen esta brecha, por eso no me pronuncio de manera tajante. ¿Cuáles son? He visto dos contradictorios, pero muy posiblemente sí se ha ampliado la brecha. Visto desde este despacho, ¿qué funciona mejor y peor en España?
Yo estoy aquí para empujar a las Administraciones a que corrijan o
atiendan asuntos que nos parecen graves o importantes. He empujado
mucho. En el caso de las preferentes hubo que insistir. O con los
desahucios, para conseguir un decreto que permitiera paralizarlos en
algunas circunstancias y luego una ley. ¿Está satisfecha con los cambios en la normativa de desahucios? Bastante, aunque se podían modificar algunas cosas. Creo que la justicia ha actuado debidamente y con sensibilidad.
“Nuestro sistema permite remodelar partidos, corregir errores sin sobresaltos”
También ha habido una presión social muy fuerte, como la de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
Es verdad, pero la legislación ha dado a los jueces un instrumento muy
importante. Les permite valorar las circunstancias de las personas. Ya
no hay automatismo. También ha sido un logro la ley de segunda
oportunidad, por la que hemos peleado mucho. Veíamos que personas
incursas en un procedimiento por deudas no iban a poder hacerles frente
en su vida y podían acabar en la indigencia. Buscamos un procedimiento
que les permitiera renegociar los plazos, la cuantía, encontrar un
árbitro que no costase dinero o acudir a la vía judicial. ¿El descenso de las quejas al Defensor del Pueblo –17.776 el
año pasado, un 23% menos– tiene que ver con el descrédito de las
instituciones? [Largo silencio]. No lo sé. Aunque con intermitencia, lleva casi 40 años en el candelero de lo público. ¿Le decepciona la política de ahora? La política, en términos generales, no me decepciona. ¿Qué le ha dado? La política es prestar un servicio
público a los ciudadanos. La política interesa a todo el mundo, porque
lo público es de todos y para todos. A los jóvenes les digo: “¿No os
interesa que funcione el metro, que haya becas? Eso es la política”. Me
ha producido muchos momentos de empuje, de hacer, de resolver. Y también
momentos amargos y derrotas. He visto la muerte de compañeros.
La defensora del pueblo se conmueve. Recuerda el asesinato del
concejal de Sevilla Alberto Jiménez Becerril y de su esposa, Ascensión
García, en 1998. Fue “el momento más amargo” en la vida de la entonces
alcaldesa de la ciudad. Poco antes, la banda terrorista ETA había
intentado matarla a ella. “Les falló la conexión para activar el coche
bomba”, relata antes de comenzar la entrevista, realizada a mediados de
febrero, mientras muestra las fotos antiguas que le había pedido El País Semanal. Entre las que ha seleccionado figura la de aquella jornada. Al dorso ha escrito: “El día que la bomba no explotó”. ¿Se sintió culpable? Me he preguntado muchas veces
si haberme matado a mí habría evitado que les mataran a ellos.
Pero los
culpables fueron los terroristas. El atentado me sigue produciendo, y me
producirá siempre, un enorme dolor. En cambio, haber sido yo objeto de
uno no me ha dejado huella.
Al contrario, me ha hecho acercarme a
personas que han sufrido mucho más que yo, a las víctimas. He tenido
mucha suerte en la vida, empezando por aquello. ¿Es optimista sobre el final de ETA? [Larga pausa].
Me gustaría que pudiéramos hablar de un final, pero para ello la
organización y las personas que están en la cárcel, los que han dado las
órdenes, deben pedir perdón a las víctimas.
Cada una decidirá si
perdona o no. Luego tienen que decir adiós a las armas
. Y esto no se ha
producido. Algunos han manifestado que lamentan el daño, pero han sido
casos individuales y lo han hecho con mucha suavidad.
El arrepentimiento
por el enorme dolor causado no se ha producido. ¿Ese perdón debería desembocar en algún beneficio penitenciario?
Si ese perdón se produjera, se podría estudiar. Pero tiene que
producirse y tienen que dejar las armas, y no parece que estén en ello. ¿Le apena el descrédito de la clase política? Sí.
Espero que los que prestamos un servicio público seamos capaces de ganar
el crédito, el respeto y la comprensión de la ciudadanía. Hay una
inmensa mayoría de servidores públicos que lo hace bien. Ya sé que los
casos de corrupción han hecho muchísimo daño, eso es indiscutible. ¿Le ha sorprendido el alcance de la corrupción? No
es tanto sorpresa como disgusto
. La corrupción hace mucho daño. Es mala
en sí y mala hacia el ciudadano; es mala por todos lados. Cuando era
alcaldesa de Sevilla, muchos me criticaban por ser muy estricta en el
gasto.
Nunca se es demasiado austero con el dinero público.
Recuerdo que
Simone de Beauvoir, criticando el papel de la mujer, decía que somos
administradoras de bienes que pasan por nuestras manos. Pues los cargos
públicos administramos bienes que pasan por nuestras manos.
Soledad Becerril Bustamante
Nacida en Madrid en 1944, la primera defensora del pueblo alaba “la
independencia” del organismo que dirige desde junio de 2012. Es el
colofón para esta licenciada en Filosofía y Letras, rama de Filología
Inglesa, que se estrenó como diputada en 1977 en las filas de Unión de
Centro Democrático (en la imagen, con Adolfo Suárez). En 1981 se
convirtió en la primera española con cartera ministerial, Cultura, en
democracia. Fichó a Esperanza Aguirre para su equipo. Tuvo que aguantar
dicterios y críticas a su vestuario, pero nunca le dio “demasiada
importancia”.
Tras la debacle de UCD, esta política liberal se afilió al
PP. En 1995 se convirtió en alcaldesa de Sevilla.
Luego volvió al
Congreso y pisó el Senado.
Separada, con dos hijos y tres nietos, es una
apasionada de la filosofía –“lleva al conocimiento, permite establecer
conductas y valores”– y la historia. Cuando tiene un respiro, dedica el
tiempo a sus nietos, al cine, a la lectura y a pasear por el Museo del
Prado.
Cita a Simone de Beauvoir. ¿Usted ha sido feminista?
Me interesó mucho el feminismo en los setenta.
Siempre he defendido los
derechos de la mujer, aunque no milité en el feminismo organizado
. He
sido una feminista sin organización. ¿Se ha logrado la igualdad real entre mujeres y hombres?
En derechos, sí, pero quedan cosas, como la conciliación de la vida
personal y laboral. Los horarios de consultoras o bufetes no se los
pueden permitir las mujeres si tienen obligaciones familiares, por eso
hay sectores profesionales donde entran con fuerza, empiezan a subir y a
los cuarenta y tantos años abandonan. Arriba solo llegan hombres.
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