La compañía Luxottica fabrica las lentes de Ray-Ban, Armani, Burberry o Chanel.
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Hay gafas de sol para todos los estilos. De distintas marcas y aparentemente más o menos parecidas, pero la mayoría de ellas tiene el mismo origen.
Una única empresa italiana, de comienzos humildes pero convertida en una poderosa compañía sin apenas competencia, controla y dicta las tendencias del mercado mundial de las gafas de sol.
Es Luxottica, compañía nacida en 1961 en Agordo, localidad del norte de Italia de poco más de 4.000 habitantes, en la región de Véneto.
Ahí están las raíces de la verdadera reina de las gafas de sol de lujo, que domina alrededor del 80% del negocio en todo el mundo.
En su poder están el diseño, la fabricación y la distribución de dos de las más poderosas de la industria de las lentes, Ray-Ban y Oakley, de las que es propietaria
. Pero, además, tiene licencia para producir gafas de firmas de lujo como Armani, Burberry, Chanel, DKNY, Michael Kors, Ralph Lauren, Prada, Dolce & Gabbana, Tiffany o Versace.
Se presenta como símbolo de la calidad y el diseño
. Su red abarca 130 países repartidos en cinco continentes.
Comercializa gafas al por mayor y también vende directamente al público en 50 filiales que tiene repartidas en lo que denomina “mercados estratégicos”
. Diseña, desarrolla y fabrica las gafas en seis instalaciones que tiene en Italia, además de en tres fábricas de China, una de Brasil, una en Estados Unidos —que se encarga de las gafas de sol deportivas— y una de India, que sirve para abastecer el mercado local.
Es un negocio redondo.
En 2015, las ventas aumentaron un 17% y alcanzaron un valor de 9.000 millones de euros. Sus inicios, sin embargo, no hacían esperar cifras similares.
Su fundador, Leonardo Del Vecchio (1935) se quedó huérfano de padre siendo niño y lo mandaron a un orfanato. Con solo 14 años empezó a trabajar en una fábrica de anteojos y a los 25 creó Luxottica. Del Vecchio siempre ha estado al mando de la empresa y continúa hoy en día a sus 80 años.
Supo ver la oportunidad de negocio que había en el exterior y, poco a poco, fue haciendo crecer su empresa, que debutó en la Bolsa de Nueva York en 1990, década en la que llegó a acuerdos con las firmas de lujo más poderosas.
Actualmente, es el segundo hombre más rico de Italia, con un patrimonio de 18.300 millones de dólares (algo más de 16.000 millones de euros), según la revista Forbes
. Con fama de trabajador y emprendedor, también es conocida su afición por el lujo y posee varios coches de alta gama, yates y hasta un avión privado.
En Italia, su fortuna solo se ve superada por la de Maria Franca Fissolo Ferrero, viuda de Michele, propietario del Grupo Ferrero fallecido hace un año.
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