Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

16 ene 2016

Prada, la más copiada pero no la más vendida................................................ Begoña Gómez Urzaiz

La influencia que sigue manteniendo la marca italiana no se traduce en resultados. 

Cerró 2015 con una caída de los beneficios cercana al 40%

 

Un escaparate de Prada, en Milán.
Un escaparate de Prada, en Milán. / GETTY

No se puede decir que, a sus 66 años, Miuccia Prada haya dejado de ser influyente.
 Al contrario.
 Sus zapatos de tacón trapezoidal vuelven a estar entre los más deseados; su última colección, una nueva vuelta de tuerca al estilo formalmente irónico (o irónicamente formal) que la ha hecho reconocible, tuvo algunas de las mejores críticas de su carrera.
 Al fin y al cabo, la estética que triunfa ahora, ese aire estudiadamente excéntrico que le ha dado Alessandro Michele a Gucci y que también adoptan otros jóvenes creadores que desfilan en Milán como Arthur Abesser y Marco de Vincenzo, no es sino una destilación de Prada, hasta el punto que a esa generación ya se les llama “los hijos de Miuccia”.
Pero en moda la influencia no siempre se monetiza. Prada lleva ya un tiempo arrojando números preocupantes: cerró 2015 con un descenso de un 27,6% en sus beneficios y solo en el último trimestre del año, las cifras son aun más negativas, con una caída del 38%. Los productos de piel, el sostén de la empresa, vendieron un 11% menos y sus acciones han perdido la mitad de su valor en los últimos dos años.
 A esto se suman los problemas que el grupo Prada ha tenido con la Hacienda italiana.
En octubre pasado, Miuccia Prada y su marido, el empresario Patrizio Bertelli, anunciaron una reestructuración de su holding de empresas y confirmaron que habían sufrido una inspección fiscal. Según Women’s Wear Daily, el matrimonio habría pagado casi 600 millones de euros al fisco al devolver el domicilio de sus empresas a Italia, tras refugiarse en Luxemburgo en busca de alivio de impuestos.
El portal Business of Fashion asegura en un informe reciente que muchos de los problemas de Prada son autoinfligidos.
 Por un lado, la firma ha estado subiendo sus precios, siguiendo la estrategia del llamado hiperlujo, pero al contrario que Chanel o Hermès, Prada no tiene una base tan sólida en la que apoyarse ni tantos productos baratos y aspiracionales (velas, monederos) a la venta.
 Los analistas señalan que la escalada de precios no va acorde con los valores de la marca, que no tiene un abolengo de más de un siglo como las maisons francesas y que basó su éxito inicial en sus exitosísimos y asequibles bolsos de nylon.
“Están teniendo problemas para justificar ese diferencial de precio y poder competir con las marcas de más alta gama.
Para obtener un crecimiento sostenido, tenían que penetrar nuevas categorías de producto o nuevos territorios, y justamente Prada está encontrándose con más problemas de los que preveía en Asia”, señala el profesor Oriol Iglesias, director del Esade Brand Institute, poniendo un dedo en la otra llaga de la marca.
 China supone un tercio de las ventas totales de la firma, que ha sufrido más que otras de su segmento el frenazo que sufrió el lujo en ese mercado debido a la depreciación del yuan.
Miuccia Prada, de 62 años, y Patrizio Bertelli, de 64, se conocieron en 1977 y se casaron una década después. En 1978, ella tomó el control de la empresa que su abuelo fundó en 1913.
Miuccia Prada, de 62 años, y Patrizio Bertelli, de 64, se conocieron en 1977 y se casaron una década después. En 1978, ella tomó el control de la empresa que su abuelo fundó en 1913. / MAGNUM
El primer punto en el plan de choque pasa por abrir menos tiendas.
 Están previstas unas diez aperturas, frente a las 54 que se inauguraron en el pasado ejercicio, y no se descarta cerrar algunas.
De todas formas, no todo son malas noticias en Casa Prada. Miu Miu, la segunda línea, está pasando por un buen momento, con un crecimiento del 4% en el último trimestre del año, a pesar de que sus precios también son comparativamente altos en relación a otras marcas hermanas.
Prada, sin embargo, no parece haber perdido eso tan intangible pero crucial que se llama “deseabilidad”.
Sus merceditas de charol y hebilla gigante siguen siendo buscadas y eso, aunque parezca mentira, ya es un buen indicador económico.

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