Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

16 ene 2016

La Crítica de SensaCine


La Crítica de SensaCine La chica danesa


Transexualidad preciosista
Por Paula Arantzazu Ruiz
A Tom Hooper no se le puede negar la voluntad poética con la que ha encarado en La chica danesa el biopic de Lili Elba / Einar Wegener, ya sea a partir de una ambientación contenida y elegante, como contrapeso al portentoso drama de sus protagonistas, o en algunos recursos narrativos que funcionan como la mejor metáfora para comprender el desasosiego existencial del personaje -que el verdadero yo de Lili/ Einar pueda ser capturado por la pintura pero no pueda reconocerse cuando se mira en un espejo, por ejemplo-.
Los trabajos de época de espíritu qualité son un campo de acción que Hooper domina como buen artesano -producción excelente para un relato al borde de lo transgresor pero siempre con un tono para todos los públicos- y en este trabajo su rol de director de orquesta logra un empaque portentoso
. Otra cosa es si ese envoltorio posee la fuerza de la que presume.

La chica danesa - Cartel
Quizá sea el tono contenido y poco arriesgado lo que no ayuda a que La chica danesa entregue al espectador el potencial de su historia.

 La trama que explica no necesita demasiados artificios (la transformación sexual de un hombre en mujer a mediados de los años 20 del siglo pasado) y, sin embargo, da la sensación de que se esconde en ellos. 
Sobre todo su actor protagonista, Eddie Redmayne, quien en vez de interpretar a Lili parece estar posando, como si con cada caída de pestañas intentara desprender una feminidad que no consigue alcanzar y una tiene la impresión de que en vez de estar viendo la metamorfosis de una identidad sexual se está frente a un coqueteo de máscaras.
 Y, cabe repetirlo, Lili no es Einar disfrazado de mujer, sino más bien al revés. Redmayne, y lo siento por sus seguidores, no logra que creamos a la mujer que lleva dentro.

En el lado opuesto encontramos a una Alicia Vikander poderosa en el papel de la mujer de Einar, Greta Wegener, en una interpretación entregada que podría haberlo sido más si el guión no hubiera relegado a su personaje al rol de esposa mártir. Toda la complejidad de la transformación de Einar recae sobre los hombres de Vikander, ejerciendo de pivote en un escenario que le queda pequeño y haciendo sombra a unos actores laureados que no están a su altura.

 Ella es a todas luces lo más significativo de un filme que, a pesar de su interés en el drama de una pionera en transgredir normas sociales y leyes del cuerpo, simplifica el conflicto de la transexualidad, en ocasiones reduciéndolo a elementos tan poco determinantes como el vestuario y otros fetiches textiles
 . Y, a estas alturas lo sabemos bien, hay historias que no se benefician de esa pulcritud escénica.

 

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