La historietista argentina reúne en 'Lo peor de Maitena' sus cómics eróticos. "Es mi versión chica punk", afirma.
La archiconocida historietista argentina acaba de reunir en Lo peor de Maitena
(Sudamericana) sus cómics eróticos, dibujados en tiempos de
“historietas llenas de hombres ganadores y mujeres objeto” y antes de
convertirse en “una humorista seria”.
—¿Lo peor de Maitena es su versión “chica mala”?
—Es mi versión chica punk, que era lo que era cuando dibujaba estas historietas sobre sexo en los años ochenta y noventa.
Igual el título juega con el de mi libro Lo mejor de Maitena, que es una selección de las viñetas que ya conocen.
—¿Qué rescata a nivel creativo de esos años vividos a lo bonzo?
—Las ganas de dibujar mil horas todos los días y, sobre todo, todas las noches.
El libro es como un cuaderno de estudiante: muestra el paso por muchos estilos diferentes y prefigura lo que sería después mi dibujo para Mujeres alteradas.
Más allá de buenos o malos, quería que los dibujos estuvieran vivos, y lo están
. Algunos me sorprendieron, como esa historieta de dos páginas en la cual un hombre se enamora de una travesti pensando que es una chica… y se casa con ella.
—La mujer como sujeto de deseo —“predadora” la llama en el prólogo— era difícil de digerir cuando dibujó estas historietas. ¿Cambió eso?
—Cambió todo. Las ideas de lo femenino y lo masculino ya no son categorías para definir a hombres o mujeres.
Los hombres cocinan, cuidan a los cachorros, son coquetos y lloran cuando están heridos. Las mujeres toman la iniciativa, manejan el taladro, juegan al fútbol y mantienen a su familia si hace falta.
—Ya tiene una nieta. Debe ser poderoso ver en blanco sobre negro las fantasías sexuales de la abuela, ¿no?
—Es muy chica para eso, pero creo que no va a ser un tema.
Mis hijos mayores vivieron toda esta época en la que dibujaba estos cómics mirando mi trabajo sobre el tablero cuando llegaban del colegio y lo tomaron con naturalidad.
Yo usaba revistas porno para dibujar desnudos y ellos me las robaban. Aunque las más violentas, como Barrio Chino, las escondía.
—Los lectores de Rumble, su primera novela, esperan la próxima. ¿Está escribiendo?
—Me está costando escribir porque me pasó un tsunami por encima: tuve que irme del paraíso uruguayo donde vivía para volver a Buenos Aires, la ciudad de la furia; me separé después de 20 años; traje a mi hija mayor recién separada y a su beba a vivir conmigo; me metí en una historia de amor que no tiene futuro…
De tener una vida supersólida, estoy viviendo en un presente continuo.
Pero por eso mismo tal vez es que necesito urgentemente escribir.
—¿Lo peor de Maitena es su versión “chica mala”?
—Es mi versión chica punk, que era lo que era cuando dibujaba estas historietas sobre sexo en los años ochenta y noventa.
Igual el título juega con el de mi libro Lo mejor de Maitena, que es una selección de las viñetas que ya conocen.
—¿Qué rescata a nivel creativo de esos años vividos a lo bonzo?
—Las ganas de dibujar mil horas todos los días y, sobre todo, todas las noches.
El libro es como un cuaderno de estudiante: muestra el paso por muchos estilos diferentes y prefigura lo que sería después mi dibujo para Mujeres alteradas.
Más allá de buenos o malos, quería que los dibujos estuvieran vivos, y lo están
. Algunos me sorprendieron, como esa historieta de dos páginas en la cual un hombre se enamora de una travesti pensando que es una chica… y se casa con ella.
—La mujer como sujeto de deseo —“predadora” la llama en el prólogo— era difícil de digerir cuando dibujó estas historietas. ¿Cambió eso?
—Cambió todo. Las ideas de lo femenino y lo masculino ya no son categorías para definir a hombres o mujeres.
Los hombres cocinan, cuidan a los cachorros, son coquetos y lloran cuando están heridos. Las mujeres toman la iniciativa, manejan el taladro, juegan al fútbol y mantienen a su familia si hace falta.
—Ya tiene una nieta. Debe ser poderoso ver en blanco sobre negro las fantasías sexuales de la abuela, ¿no?
—Es muy chica para eso, pero creo que no va a ser un tema.
Mis hijos mayores vivieron toda esta época en la que dibujaba estos cómics mirando mi trabajo sobre el tablero cuando llegaban del colegio y lo tomaron con naturalidad.
Yo usaba revistas porno para dibujar desnudos y ellos me las robaban. Aunque las más violentas, como Barrio Chino, las escondía.
—Los lectores de Rumble, su primera novela, esperan la próxima. ¿Está escribiendo?
—Me está costando escribir porque me pasó un tsunami por encima: tuve que irme del paraíso uruguayo donde vivía para volver a Buenos Aires, la ciudad de la furia; me separé después de 20 años; traje a mi hija mayor recién separada y a su beba a vivir conmigo; me metí en una historia de amor que no tiene futuro…
De tener una vida supersólida, estoy viviendo en un presente continuo.
Pero por eso mismo tal vez es que necesito urgentemente escribir.
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