El filósofo Emilio Lledó de 88 años, y la poeta Elena Medel, de 30, se juntan para hablar. Parten de los atentados de París y acaban en las hojas del Retiro.
Elena Medel. Me parece frívolo poner palabras a algo para lo que no hay nada que decir... Los atentados contra Bataclan son ataques contra la alegría.
Cómo lo ponemos en palabras, cómo reaccionamos con la mirada.
Emilio Lledó. Es imposible hablar hoy de felicidad cuando ves las noticias.
Te emborrachan... Nos están haciendo perder el pudor de la mirada. Yo he visto la muerte de verdad, a los diez años, en la guerra.
No acepto la impudicia que nos lanzan a los ojos. Cómo se crean los monstruos fanáticos capaces de generar esa violencia con la que ha empezado y con la que está acabando el año.
E. M. Me preocupa lo cotidiana que se nos hace esa presencia; nos horroriza un atentado como el de Bataclan por el contexto en que se sitúa, pero dos o tres días más tarde sigue nuestra vida corriente.
E. Ll. Estamos cayendo en un mundo en el que no sabemos lo que vemos, ni lo entendemos.
Nos lo dan visto, interpretado, y, en mi opinión, nos lo dan manipulado.
E. M. Escuchándole pienso si realmente tenemos herramientas para saber, para conocer. No sé si el acceso a las herramientas se dificulta cada vez más; están acostumbrándonos a no indagar, a no hacernos preguntas.
E. Ll. A conformarnos. A perder la curiosidad por descubrir. De esa conformidad viene lo disforme, la disformancia (¡no lo aceptaría la Academia, pero a qué es bonita la palabra!).
E. M. Es verdad, porque la mayoría de las palabras no significan lo que dice el diccionario, sino lo que quiere quien las usa.
El lenguaje es la herramienta más inteligente.
E. Ll. ¡Es lo que somos! Es el principio de la sabiduría, pero también el lenguaje es el principio del engaño si nos lo manipulan...
Resbalamos, nos deslizamos por las palabras. La poesía puede parar ese resbaladero.
¿Qué palabras les han desconcertado recientemente?
E. M. Silencio es una gran palabra.
E. Ll. La palabra indecencia, sobre todo porque tiene que ver con el presente.
Me parece que una de las indecencias más grandes que está pasando hoy en España es la degeneración de la gente; la indecencia que no es sólo corromper bienes, es una desvergüenza y un engaño. Pero es también como se corrompe la mente de la gente.
E. M. Tiene que ver con la falta de conciencia de los derechos del otro. En determinados oficios es fundamental saber que hay otro al otro lado.
E. Ll. Y que eres responsable.
Esas son las sombras de este tiempo. ¿Y la luz?
E. Ll. La naturaleza. Es lo que somos.
Tus poemas, tus palabras, alguien que las piensa y las vive. Las hojas cayendo.
E. M. Y que al final, pase lo que pase, siguen cayendo.
E. Ll. Es una maravilla; me extasío ante el Retiro viendo la dulzura con la que van cayendo las hojas. A veces pongo las manos para verlas antes de que toquen el suelo.
¡Imagina que un día no haya agua ni aire!
Por eso está bien que el año haya acabado controlando el cambio del clima.
Porque hay un fanatismo contra el mundo, no sólo contra la vida indivual, sino contra la vida colectiva.
Mi querido profesor D. Emilio LLedó, en ests circunstancias lo que daría por oirle, me conformo con leerlo, pero haga esas reflexiones cuando nos daba clase y le oía de tal manera que no podía tomar apuntes, cojia sensaciones como las que describe con las hojas que caen para tapar el mal que nos imponen los que jamás fueron reflexivos sino sanguinarios, escriba para que le pueda escuchar bien y siempre cuentenos el mito del "Caverna de Platón, para que salgamos a la realidad elegida por nosotros y no la que nos imponen con tanto descaro.
Juegan con nuestra alegria para que quedemos encerrados en la ocuridad de muerte, de demagogias, fanatismo, y tristeza.
La vida es bella ya verás dijo Goytisolo a su hija, y esperando encontrar amigos y amor me despido de usted, que nos ha dado tanto y que jamás le olvido.
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