La alcaldesa de Barcelona se convierte en una pieza capital de la izquierda y en la estrategia de Podemos.
Las elecciones del 20-D han convertido a Ada Colau en una figura
clave en el panorama político catalán y una pieza central en la
estrategia de Podemos, un partido que ha colocado el referéndum en
Cataluña como una de sus prioridades después de las elecciones.
Los primeros meses al frente de la alcaldía de Barcelona han sido convulsos por decisiones como la moratoria para nuevos hoteles o la retirada del busto del Rey del salón de plenos.
Ahora Colau ha logrado para Podemos ser primera fuerza en Cataluña, con 12 escaños, e insiste en lograr aquello que no ha podido hacer Artur Mas ni toda la maquinaria de Convergència: el referéndum soberanista en Cataluña.
El equipo de la alcaldesa considera que la victoria en las elecciones generales en Cataluña ha llegado por la combinación del capital político de Pablo Iglesias y el de la alcaldesa, pero especialmente porque no se han repetido los errores que cometió Catalunya Sí que es Pot en los comicios autonómicos de septiembre.
La alianza para las generales se ha basado en que, esta vez, Barcelona en Comú, el partido de Colau, escribió el guion: defendió desde el primer momento tener un grupo propio en el Congreso y apostó por “el referéndum”, dicen fuentes de Barcelona En Comú.
Y, por su parte, Iglesias entendió que para tener un buen resultado en Cataluña debía defender que España es una nación de naciones.
Las acusaciones de excesivo personalismo que rodean a Colau desde que hace un año diera el paso a la política activa no parecen asustar a su equipo.
De alguna forma creen que el 24,7% de votos logrados el 20-D en Cataluña otorgan a la alcaldesa la capacidad de tratar de igual a igual a Pablo Iglesias.
“El referente en Cataluña ya no es Pablo Iglesias. Es Ada Colau. Es la persona que acumula más capital político por el cambio social y el derecho a decidir”, dice Jorge Sánchez, activista de Podem.
“Ha logrado que Iglesias entienda que el soberanismo existe y que no es solo una manipulación del nacionalismo. No se pueden despreciar dos millones de votos [los que sumaron el 27-S los independentistas]. La gente quiere votar”, afirma.
No todo son pactos. Sánchez defiende que tras la victoria de Syriza en Grecia el mejor asalto a las instituciones fue el de Colau en Barcelona, una ciudad simbólica para la izquierda europea por su implicación en el no a la guerra y en el movimiento antiglobalización.
“En los congresos en Brasil o Chile me han pedido tres nombres: Iglesias, Teresa Rodríguez [la secretaria general de Podemos en Andalucía] o Colau”, apunta. Owen Jones, activista británico, remachó en un multitudinario mitin en Nou Barris: “Ada es un ejemplo e inspira a la izquierda europea”.
Está por demostrar si Colau será capaz de que su proyecto trascienda a su figura.
Sus detractores todavía recuerdan que la alcaldesa no dudó en imprimir su cara en las papeletas de voto de las elecciones municipales.
Esto no gustó a algunos sectores de los movimientos sociales.
También levantó ampollas, y no solo entre los nacionalistas, cuando en la campaña de las generales apeló a su voluntad de que los catalanes vuelvan a considerar Madrid como su capital. “No es la mejor carta de presentación para una alcaldesa de Barcelona”, afirman miembros de la confluencia.
Pero su papel como activista antidesahucios parece haber podido más que las acusaciones de personalismo.
“Su liderazgo nace de que lleva décadas en la calle.
Creyó en la lucha antidesahucios cuando nadie hablaba del tema", recuerda Manuel Simarro, director de la alcaldía.
Y, según los suyos, tiene olfato político. Gala Pin, concejal del distrito de Ciutat Vella, cree que es “empática” y consciente de que los cambios son imposibles sin “la gente anónima”.
Ernest Marco, fundador de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), niega el excesivo ego que algunos atribuyen a Colau, aunque admite que “Ada es Ada”.
“Ella apuesta por los liderazgos inclusivos”, dice. “La gente no sabe que los argumentarios se hacen de forma colectiva”, señala. “Fue una pieza más del engranaje y que puso sus habilidades en comunicar al servicio de la PAH”, afirma su actual portavoz, Carlos Macías.
Albano Dante Fachín, diputado de Podem, recuerda que la vio hace tres años en un acto sobre la deuda en Barcelona ante solo 15 personas:
“Se me pone la piel de gallina cuando pienso que es alcaldesa.
Se podrá discrepar pero no se puede dudar de su autenticidad. Su credibilidad es enorme.
Los galones se los ha dado la gente”, dice. Joan Giner, diputado de Podem, destaca que ha sabido aliarse con Podemos y la izquierda tradicional [Iniciativa e Izquierda Unida en Cataluña]:
“Eso no se ha hecho en el resto de España.
Es la cara del cambio en Cataluña”. Ahora tendrá que demostrar si esta alianza, más allá de ganar elecciones, es capaz de gobernar.
Los primeros meses al frente de la alcaldía de Barcelona han sido convulsos por decisiones como la moratoria para nuevos hoteles o la retirada del busto del Rey del salón de plenos.
Ahora Colau ha logrado para Podemos ser primera fuerza en Cataluña, con 12 escaños, e insiste en lograr aquello que no ha podido hacer Artur Mas ni toda la maquinaria de Convergència: el referéndum soberanista en Cataluña.
El equipo de la alcaldesa considera que la victoria en las elecciones generales en Cataluña ha llegado por la combinación del capital político de Pablo Iglesias y el de la alcaldesa, pero especialmente porque no se han repetido los errores que cometió Catalunya Sí que es Pot en los comicios autonómicos de septiembre.
La alianza para las generales se ha basado en que, esta vez, Barcelona en Comú, el partido de Colau, escribió el guion: defendió desde el primer momento tener un grupo propio en el Congreso y apostó por “el referéndum”, dicen fuentes de Barcelona En Comú.
Y, por su parte, Iglesias entendió que para tener un buen resultado en Cataluña debía defender que España es una nación de naciones.
Las acusaciones de excesivo personalismo que rodean a Colau desde que hace un año diera el paso a la política activa no parecen asustar a su equipo.
De alguna forma creen que el 24,7% de votos logrados el 20-D en Cataluña otorgan a la alcaldesa la capacidad de tratar de igual a igual a Pablo Iglesias.
“El referente en Cataluña ya no es Pablo Iglesias. Es Ada Colau. Es la persona que acumula más capital político por el cambio social y el derecho a decidir”, dice Jorge Sánchez, activista de Podem.
“Ha logrado que Iglesias entienda que el soberanismo existe y que no es solo una manipulación del nacionalismo. No se pueden despreciar dos millones de votos [los que sumaron el 27-S los independentistas]. La gente quiere votar”, afirma.
No todo son pactos. Sánchez defiende que tras la victoria de Syriza en Grecia el mejor asalto a las instituciones fue el de Colau en Barcelona, una ciudad simbólica para la izquierda europea por su implicación en el no a la guerra y en el movimiento antiglobalización.
“En los congresos en Brasil o Chile me han pedido tres nombres: Iglesias, Teresa Rodríguez [la secretaria general de Podemos en Andalucía] o Colau”, apunta. Owen Jones, activista británico, remachó en un multitudinario mitin en Nou Barris: “Ada es un ejemplo e inspira a la izquierda europea”.
Está por demostrar si Colau será capaz de que su proyecto trascienda a su figura.
Sus detractores todavía recuerdan que la alcaldesa no dudó en imprimir su cara en las papeletas de voto de las elecciones municipales.
Esto no gustó a algunos sectores de los movimientos sociales.
También levantó ampollas, y no solo entre los nacionalistas, cuando en la campaña de las generales apeló a su voluntad de que los catalanes vuelvan a considerar Madrid como su capital. “No es la mejor carta de presentación para una alcaldesa de Barcelona”, afirman miembros de la confluencia.
Pero su papel como activista antidesahucios parece haber podido más que las acusaciones de personalismo.
“Su liderazgo nace de que lleva décadas en la calle.
Creyó en la lucha antidesahucios cuando nadie hablaba del tema", recuerda Manuel Simarro, director de la alcaldía.
Y, según los suyos, tiene olfato político. Gala Pin, concejal del distrito de Ciutat Vella, cree que es “empática” y consciente de que los cambios son imposibles sin “la gente anónima”.
Ernest Marco, fundador de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), niega el excesivo ego que algunos atribuyen a Colau, aunque admite que “Ada es Ada”.
“Ella apuesta por los liderazgos inclusivos”, dice. “La gente no sabe que los argumentarios se hacen de forma colectiva”, señala. “Fue una pieza más del engranaje y que puso sus habilidades en comunicar al servicio de la PAH”, afirma su actual portavoz, Carlos Macías.
Albano Dante Fachín, diputado de Podem, recuerda que la vio hace tres años en un acto sobre la deuda en Barcelona ante solo 15 personas:
“Se me pone la piel de gallina cuando pienso que es alcaldesa.
Se podrá discrepar pero no se puede dudar de su autenticidad. Su credibilidad es enorme.
Los galones se los ha dado la gente”, dice. Joan Giner, diputado de Podem, destaca que ha sabido aliarse con Podemos y la izquierda tradicional [Iniciativa e Izquierda Unida en Cataluña]:
“Eso no se ha hecho en el resto de España.
Es la cara del cambio en Cataluña”. Ahora tendrá que demostrar si esta alianza, más allá de ganar elecciones, es capaz de gobernar.
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