La vigilancia se reforzará con el despliegue de cinco drones Global Hawk estadounidenses.
Tras haberse centrado casi obsesivamente en el peligro ruso después de la intervención en Ucrania,
la Alianza Atlántica admite ahora que no puede desatender las amenazas
que vienen del sur.
“La inestabilidad y los riesgos del flanco sur están ya muy cerca de las fronteras de la OTAN”, reconoció este miércoles en Zaragoza su secretario general, el noruego Jens Stoltenberg.
La Alianza culmina mañana en España, Italia y Portugal sus mayores maniobras en una década y acelera sus planes de vigilancia aérea en el Mediterráneo, mientras en la otra orilla el conflicto sirio y el caos libio inquietan cada vez más.
Las maniobras Trident Juncture 2015 se han desarrollado desde el 3 de octubre y hasta mañana viernes en tres países del flanco sur de la OTAN: España, Italia y Portugal. Con 36.000 soldados de 30 países, 140 aeronaves y 60 buques son las mayores desde hace más de una década.
En plena crisis de Ucrania, con el miedo al agresivo despertar del oso ruso cundiendo entre los antiguos miembros del Pacto de Varsovia y hoy socios de la OTAN, se intentó incluso cambiar de escenario las Trident Juncture y trasladarlas al Este. España se opuso, con el decisivo apoyo de EE UU, y este miércoles los mandos aliados admitían que hubiera sido un error.
La inestabilidad que se ha extendido por el norte de África y Oriente Próximo —tras la primavera árabe, la guerra civil en Siria, la presencia de Al Qaeda en Malí o la irrupción del Estado Islámico en Libia, a las mismas puertas de la OTAN— ha evidenciado que los riesgos procedentes del Sur no son menos graves, pero sí más impredecibles, que los del Este.
La mirada de la OTAN debe abarcar un horizonte de 360 grados, en palabras del ministro de Defensa español, Pedro Morenés.
Eso quiere decir que la Fuerza de Reacción (NFR), con hasta 40.000 soldados, y su punta de lanza, la fuerza conjunta de alta disponibilidad (VJTF por sus siglas en inglés), con 5.000, que España liderará en 2016, debe estar preparada para desplegarse —su avanzadilla en solo 48 horas— en cualquier lugar en que se produzca la amenaza y cualquiera que sea la naturaleza de la misma: convencional, híbrida o asimétrica.
Las Trident Juncture han puesto a prueba la capacidad de los aliados para adaptarse a un escenario cambiante y afrontar una gama heterogénea de amenazas.
Y su determinación de hacerlo juntos.
El paisaje del campo de maniobras de San Gregorio (Zaragoza) recuerda a los desiertos de Oriente Próximo y el norte de África. Los ingenieros han trabajado a destajo para restaurar los caminos tras la tormenta del pasado lunes.
El poblado de Casas Altas, con viviendas de color adobe y techo plano, donde supuestos insurgentes están parapetados con rehenes, parece un decorado de Hollywood.
Bajo la atenta mirada de cientos de espectadores —el Consejo Atlántico en pleno, el Comité Militar, decenas de periodistas— dos cazabombarderos B-52 cruzan el cielo aragonés. Vienen de EE UU, sin escalas. A continuación se inicia el asalto, con intervención de helicópteros Apache, Tigre o Chinook, carros de combate Abrams y Leopard y aviones Alca y F-18. Al final, 500 paracaidistas de la 82ª división aerotransportada, a los que acompañan una treintena de militares españoles de la Brigada Paracaidista (Bripac), se lanzan desde aviones C-17 Globemaster que despegaron hace diez horas desde Fort Brag (Carolina del Norte). La película bélica, que dura 60 minutos y en la que se usa fuego real, se desarrolla en país imaginario llamado Cerasia.
“El escenario no es real, pero los beneficios en forma de experiencias y lecciones son muy reales”, advierte Stoltenberg. También el mensaje que se quiere enviar a los potenciales enemigos, llámense Rusia o el Estado Islámico:
“La OTAN está perfectamente preparada para defender a cualquier aliado de cualquier amenaza”.
“La inestabilidad y los riesgos del flanco sur están ya muy cerca de las fronteras de la OTAN”, reconoció este miércoles en Zaragoza su secretario general, el noruego Jens Stoltenberg.
La Alianza culmina mañana en España, Italia y Portugal sus mayores maniobras en una década y acelera sus planes de vigilancia aérea en el Mediterráneo, mientras en la otra orilla el conflicto sirio y el caos libio inquietan cada vez más.
Las maniobras Trident Juncture 2015 se han desarrollado desde el 3 de octubre y hasta mañana viernes en tres países del flanco sur de la OTAN: España, Italia y Portugal. Con 36.000 soldados de 30 países, 140 aeronaves y 60 buques son las mayores desde hace más de una década.
En plena crisis de Ucrania, con el miedo al agresivo despertar del oso ruso cundiendo entre los antiguos miembros del Pacto de Varsovia y hoy socios de la OTAN, se intentó incluso cambiar de escenario las Trident Juncture y trasladarlas al Este. España se opuso, con el decisivo apoyo de EE UU, y este miércoles los mandos aliados admitían que hubiera sido un error.
La inestabilidad que se ha extendido por el norte de África y Oriente Próximo —tras la primavera árabe, la guerra civil en Siria, la presencia de Al Qaeda en Malí o la irrupción del Estado Islámico en Libia, a las mismas puertas de la OTAN— ha evidenciado que los riesgos procedentes del Sur no son menos graves, pero sí más impredecibles, que los del Este.
La mirada de la OTAN debe abarcar un horizonte de 360 grados, en palabras del ministro de Defensa español, Pedro Morenés.
Eso quiere decir que la Fuerza de Reacción (NFR), con hasta 40.000 soldados, y su punta de lanza, la fuerza conjunta de alta disponibilidad (VJTF por sus siglas en inglés), con 5.000, que España liderará en 2016, debe estar preparada para desplegarse —su avanzadilla en solo 48 horas— en cualquier lugar en que se produzca la amenaza y cualquiera que sea la naturaleza de la misma: convencional, híbrida o asimétrica.
Vigilancia con drones
La vigilancia se reforzará con el programa AGS (Vigilancia Aérea del Terreno), un proyecto que lleva años de retraso por su alto coste y al que la OTAN quiere dar un definitivo impulso con el despliegue de cinco drones Global Hawk estadounidenses en la base italiana de Sigonella. Será, en palabras de Stoltenberg, “clave para proteger a los países del sur” de potenciales amenazas.Las Trident Juncture han puesto a prueba la capacidad de los aliados para adaptarse a un escenario cambiante y afrontar una gama heterogénea de amenazas.
Y su determinación de hacerlo juntos.
El paisaje del campo de maniobras de San Gregorio (Zaragoza) recuerda a los desiertos de Oriente Próximo y el norte de África. Los ingenieros han trabajado a destajo para restaurar los caminos tras la tormenta del pasado lunes.
El poblado de Casas Altas, con viviendas de color adobe y techo plano, donde supuestos insurgentes están parapetados con rehenes, parece un decorado de Hollywood.
Bajo la atenta mirada de cientos de espectadores —el Consejo Atlántico en pleno, el Comité Militar, decenas de periodistas— dos cazabombarderos B-52 cruzan el cielo aragonés. Vienen de EE UU, sin escalas. A continuación se inicia el asalto, con intervención de helicópteros Apache, Tigre o Chinook, carros de combate Abrams y Leopard y aviones Alca y F-18. Al final, 500 paracaidistas de la 82ª división aerotransportada, a los que acompañan una treintena de militares españoles de la Brigada Paracaidista (Bripac), se lanzan desde aviones C-17 Globemaster que despegaron hace diez horas desde Fort Brag (Carolina del Norte). La película bélica, que dura 60 minutos y en la que se usa fuego real, se desarrolla en país imaginario llamado Cerasia.
“El escenario no es real, pero los beneficios en forma de experiencias y lecciones son muy reales”, advierte Stoltenberg. También el mensaje que se quiere enviar a los potenciales enemigos, llámense Rusia o el Estado Islámico:
“La OTAN está perfectamente preparada para defender a cualquier aliado de cualquier amenaza”.
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