Quieres viajar sola pero no lo has hecho nunca y te da miedo. Si te falta un empujoncito, estos consejos pueden ayudarte a dar el paso.
Recibo muchos correos electrónicos de mujeres que quieren viajar
solas pero que no se atreven porque les asaltan interrogantes para los
que no tienen respuesta
Y me preguntan qué hacer. Yo también los tuve, y los sigo teniendo.
Viajé sola por primera vez a los 20 años y, ahora, con 31, todavía me agobié un poco cuando decidí marcharme un mes a Etiopía en la que fue mi primera aventura en el África subsahariana.
Y en esa ocasión, como en otras anteriores, no faltó quién me hizo dudar de mi misma: “Es peligroso. ¿Te vas a ir sola siendo mujer? ¿Y qué harás si te pasa algo en medio de tanta pobreza? Deberías llevar un compañero”...
Y me preguntan qué hacer. Yo también los tuve, y los sigo teniendo.
Viajé sola por primera vez a los 20 años y, ahora, con 31, todavía me agobié un poco cuando decidí marcharme un mes a Etiopía en la que fue mi primera aventura en el África subsahariana.
Y en esa ocasión, como en otras anteriores, no faltó quién me hizo dudar de mi misma: “Es peligroso. ¿Te vas a ir sola siendo mujer? ¿Y qué harás si te pasa algo en medio de tanta pobreza? Deberías llevar un compañero”...
Da rabia que en un país como España, donde nuestras
predecesoras tanto han luchado por la igualdad de derechos, aún se
cuestione la capacidad de una mujer para viajar sola.
Pero has de saber
que en el siglo V ya dábamos vueltas por el mundo: en esos tiempos, una monja llamada Egeria viajó
desde lo que hoy es El Bierzo hasta Mesopotamia sin sufrir ningún
percance y, además, lo contó en un diario
. Igual que siempre hubo
escritoras, pintoras y científicas… ¡sorpresa! También hubo viajeras y
exploradoras.
Hoy en día, viajar es más fácil que nunca porque tenemos
innumerables comodidades.
El primer paso, el que te hace cruzar el
umbral de la puerta de tu casa, es el más difícil
. Luego todo es coser y
cantar.
Pero si tienes dudas o necesitas apoyo moral para tomar una
decisión, te voy a contar algunas cosas que aprendí viajando sola que
quizá puedan ayudarte a que te lances de una vez por todas.
¿Y sabes que
es lo primero que aprenderás cuando lo hagas? A creer en ti misma, pues
te habrás demostrado que puedes cumplir aquello que te propongas.
1. Ir de menos a más
Si nunca has viajado sola y te da un poco de miedito, prueba primero con un destino fácil, como un interrail por países europeos
donde la vida sea parecida a la que conocemos aquí.
Una vez que te has
quitado el miedo inicial, te soltarás, y a lo mejor en menos tiempo del
que te imaginas te sorprenderás a ti misma en una remota aldea laosiana celebrando un año nuevo regado con whisky de arroz destilado artesanalmente.
2. Ir ligera de equipaje
Envidio las mochilas ultra ligeras de muchos amigos que con
un cepillo de dientes, un bote de gel, dos mudas y poco más van que
chutan.
Nosotras tenemos más necesidades: que si la depiladora
eléctrica, que si el secador, las planchas, el maquillaje… Pasa de todas
estas cosas y quédate con lo esencial.
De todas maneras, da igual lo
que metas porque cuando estés en ruta acabarás claudicando y regalarás
lo que te sobre.
Así que, en serio, mejor deja en casa esas planchas
alisadoras tan chulas que te regaló tu hermana si no quieres que acaben
tiradas en cualquier hostal de Tailandia.
3. Precaución, amiga conductora
Este es un consejo 100% para mujeres
. Hay productos que no
son fáciles de encontrar en según qué lugares
. Los preservativos y las
compresas, todavía, pero lo de los tampones es misión imposible en
países como India, por ejemplo.
Ante la duda, llévate un buen cargamento
si crees que te van a hacer falta y ten en cuenta que tendrás que sacar
algo de la mochila para incluir estas cosas que sí son importantes.
Lo
mismo con los medicamentos: desde paracetamoles a la píldora
anticonceptiva o cualquier tratamiento que estés siguiendo, asegúrate de
que has preparado un botiquín completo.Te sacará de muchos apuros.
4. No disfrazarme
No hace falta vestir como Indiana Jones, el coronel
Tapioca, Livingstone o la suma de todos ellos. Una cosa es ir cómoda y
economizar trastos en el equipaje y otra muy distinta es hacer el
ridículo.
Si en tu día a día no llevas las botas de montaña, ¿por qué te
las ibas a poner si no vas a subirte a ninguna? Yo vuelvo a Tanzania
este verano y, dado que no tengo pensado subir el Kilimanjaro, me voy en
vaqueros y bailarinas.
5. Vivir desenganchada del mundo
No me di cuenta de mi dependencia hacia las redes sociales
hasta que me vi en medio de Etiopía sin una rayita de cobertura
. Me dio
ansiedad. Y no era tanto por el miedo a aburrirme, sino por el miedo a
estar sola.
Si vas a visitar un destino remoto, conciénciate de que
quizá solo puedas usar el móvil/tableta o portátil para ver pelis, leer o
escribir un relato.
Y que tendrás que pasar tiempo sola.
Suena a
topicazo, pero cuando no te queda más remedio que hablar contigo misma
durante días, tomar decisiones tú sola y no poder culpar a nadie de tus
errores, acabas conociéndote muchísimo mejor. Y eso sienta muy bien.
6. Ser algo previsora
Viajar sin destino suena romántico pero, a la hora de la
verdad, no es nada práctico salvo que lleves mil años viajando sola y
tengas muchísimos recursos, y en ese caso no estarías leyendo este
artículo. No es necesario que planees al milímetro tu ruta, eso le
quitará mucho encanto, pero hay clásicos básicos como informarse del
contexto económico y político del lugar que vas a visitar, de las
vacunas y visados necesarios,
de los usos culturales o de lo fácil o difícil que tiene una mujer
moverse por allí. Recabar esta información te ahorrará mucho tiempo y
dinero.
7. Asumir que ningún viaje es perfecto
Ni es como lo habías previsto pese a lo que dice el punto
anterior sobre la previsión y pese a lo que te transmiten esos blogs de
chicas que viajan y parece que su vida es una granja de ponis.
Pero no
por ello es peor. Hay que abrir la mente y no cabrearse o deprimirse si
los planes no salen como una había pensado.
A lo mejor, el desenlace
acaba siendo mejor de lo que una esperaba. Y si no puedes esquivar un
revés de la vida, al menos te queda la satisfacción de haber subido de
nivel en la escala de auto suficiencia.
8. Relativizar
Cuando ya te has dado unos cuantos paseos y cuando has
vivido contextos muy diferentes, aprendes a poner las cosas en su sitio.
Es positivo que dejes de preocuparte por asuntos que antes creías
capitales, como la última declaración del político de turno o el medio
kilo de más que arrastras desde navidades
. Tu mente se limpiará y harás
espacio ahí dentro para otros asuntos que tenías olvidados y que sí
merecen tu atención.
¿Has pensado cuánto tiempo ha pasado desde que
mantuviste una larga charla con tu madre o visitaste a tu sobrino?
En
Etiopía, por ejemplo, hablé por Skype con mi hermano más que en todos
los meses anteriores.
9. Guardar la calma
Te puede ocurrir de todo durante un viaje y los malos
tragos sin compañía se hacen un poco más cuesta arriba, pero al final
los problemas se solucionan siempre, de una manera o de otra.
Viajar
sola te enseña a enfrentarte a los problemas con serenidad.
Más que
nada, porque no te queda más remedio. Si te pierden el equipaje durante un vuelo,
te armas de paciencia en el aeropuerto para conseguir que te lo
localicen y te compras lo justo para sobrevivir. Si te roban todo lo que
llevas, te vas a la embajada a que te socorran.
Si te pierdes, aprendes
a relacionarte con tus semejantes y a pedir ayuda. Todo tiene solución
menos la muerte.
10. Confiar en la gente
No todos quieren violarte/matarte/atracarte/timarte.
Si
viajas sola, acabarás por relacionarte, pues no puedes pasar todo tu
viaje sin abrir el pico. Tenemos una visión muy distorsionada de lo que
hay allá afuera y nos han educado con el cuento de que no aceptemos
caramelos de desconocidos.
Cuando viajes sola, verás que mucha gente se
te acercará con el único interés de conocerte o de ayudarte, sin más
vuelta de hoja
. Y doy fe; gracias a esos caramelos que he aceptado he
vivido experiencias maravillosas y he conocido a personas que hoy cuento
entre mis amigos más queridos.
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