En febrero ella fue a verlo en la obra «Los cuentos de la peste», en el Teatro Español.
Según testigos, en el camerino del Nobel saltó el chispazo que calcinó un matrimonio de medio siglo
Isabel Preysler (64 años) y Mario Vargas Llosa (79)
no se encontraron casualmente en la gala de Porcelanosa celebrada en el
Palacio de Buckingham durante la última semana de mayo. Pese a que la
revista «¡Hola!», medio muy próximo a la «reina de corazones», asegura
que la socialite y el autor de «La ciudad y los perros» se toparon
accidentalmente en aquella «cena inolvidable en Londres», lo cierto es
que el chispazo pudo saltar meses antes y a espaldas de la mujer del
Nobel, Patricia Llosa de Vargas. Según ha podido saber ABC, el primer acercamiento ocurrió en febrero, después de una función de «Los cuentos de la peste», obra que el célebre escritor protagonizó en el madrileño Teatro Español hasta el pasado 1 de marzo. Allí, entre bambalinas, pudo gestarse el romance del año.
Fuentes del teatro confirman a ABC la «visita» al Español de la viuda de Miguel Boyer. En
Madrid, en el entorno más estrecho del escritor, sospechan que Preysler
pudo «aprovechar» que Vargas Llosa estaba solo en la capital para
estrechar una amistad que data de hace 29 años. «A finales de
enero, Patricia, la mujer de Mario, tuvo que viajar a Lima para ver a su
madre, que tiene 97 años y está muy enferma. Quería pasar tiempo con
ella y él no podía acompañarla porque tenía que seguir representando ‘‘Los cuentos de la peste’’ en el Español», explica a ABC una persona conocedora de los detalles del escándalo.
«Preysler fue una noche de febrero a ver la interpretación de Mario y
luego le saludó en su camerino. Así iniciaron la relación, que se
extendió durante el mes de febrero, cuando Patricia se encontraba en Lima», añade esta misma fuente.
Las fechas coinciden con la reaparición de la ex de Julio
Iglesias y de Carlos Falcó en la vida pública tras cuatro meses de luto.
El exministro socialista Miguel Boyer fallece el 29 de septiembre de 2014, y el 17 de febrero de este año Isabel regresa a los photocalls con el lanzamiento de su firma de cosméticos. Pero en la relación secreta de la viuda filipina y el marqués peruano se abre una pausa el 10 de marzo,
cuando Vargas Llosa termina sus funciones en el teatro y viaja a Lima
para reencontrarse con su esposa. Durante los siguientes dos meses el Nobel tiene una intensa agenda laboral en su país natal,
siempre acompañado por Patricia: la presentación de su nuevo libro, «El
alejandrino»; un seminario de la Fundación Libertad; y la inauguración
de la filial peruana de la editorial Penguin Random House.
«Durante ese tiempo Mario y Patricia todavía eran pareja y vivían como un matrimonio. Aún no estaban separados,
como dicen algunas revistas», apunta la misma fuente. Prueba de ello es
que el 28 de marzo el matrimonio celebra el cumpleaños del Nobel en
Arequipa (Perú). Entonces, posan felices
en unas imágenes que su hija Morgana, aficionada a las redes sociales,
subió esa misma semana sin filtros a Facebook, Instagram y Twitter.
Relación «clandestina»
A comienzos de mayo, y tras una breve escala en México en
la que Vargas Llosa ofrece una charla en el Tecnológico de Monterrey, el
escritor y su mujer regresan a Madrid. El 2 de mayo asisten juntos a la
ceremonia de las Medallas de Oro de la Comunidad de Madrid y el día 15 van a los toros con Esperanza Aguirre.
Una semana más tarde, el día 22, Mario y Patricia celebran el
cumpleaños de Roxana Valdiviezo, esposa de Luis Llosa Urquidi (cuñado
del escritor), en Barcelona. Y cuatro días después, el 26 de mayo, el
escritor viaja a Londres para asistir a la gala de Porcelanosa, donde se
deja retratar junto a Preysler. Durante todo ese periodo, Mario Vargas
Llosa y su esposa siguen viviendo juntos. A la luz de los
acontecimientos ahora conocidos, al
círculo íntimo de Vargas Llosa le resulta difícil no pensar que la
relación «clandestina» del intelectual con Isabel, en ese momento,
continuaba en secreto.
Lo insólito es que tras esa cena en Londres, donde comparte
mesa y confidencias con Preysler, Vargas Llosa viaja a Nueva York para
reanudar su rutina con Patricia Llosa. El 29 de mayo celebran sus bodas
de oro en Le Bilboquet, un elegante restaurante del Upper East Side.
Durante la cena, Josefina Vargas, hija de Gonzalo Vargas Llosa, ofrece
un cariñoso discurso que ahora resulta tristemente irónico. «Imagino
que llegar a los cincuenta años de casados debe de ser muy difícil,
casi nadie llega hoy en día. Espero celebrar muchos aniversarios más», dice la joven sin imaginar el terremoto que se avecinaba.
El 2 de junio la familia al completo asiste a la entrega
del Doctorado Honoris Causa que le concede la Universidad de Princeton.
Apenas dos días después, el 4 de junio, horas antes de que Vargas Llosa
dejara Nueva York para regresar a Madrid, informa a su mujer y a sus
hijos de que quiere separarse. Tras aterrizar en España, abandona su casa de la calle Flora y se instala en un apartotel del Eurobuilding.
Como si se tratara de una campaña orquestada, el 10 de junio «¡Hola!»
ya destapa el affaire con Isabel. Patricia Llosa y sus hijos,
indignados, emiten un comunicado en el que se muestran «sorprendidos y
muy apenados» por la exclusiva.
«Están destrozados»
En aquel número de «¡Hola!» no solo se daba por hecha la
separación del matrimonio Vargas Llosa, sino que, pese a la ruptura, se
aseguraba que el literato y su todavía esposa «mantienen una fantástica
relación y comparten y celebran juntos y con sus tres hijos los éxitos
del escritor». Ciertamente, la versión que ofrece el papel cuché está
muy lejos de la realidad. Según ha podido saber ABC,
la mujer y los tres hijos del Nobel, Álvaro, Gonzalo y Morgana, «están
destrozados» por esta situación, y, sobre todo, «muy enfadados» por cómo ha gestionado el Nobel la ruptura de un matrimonio que duró cincuenta años.
«Están muy susceptibles con el tema, porque la prensa
ofrece una imagen del matrimonio como si este hubiera estado roto antes
del affaire con Preysler y fuera casi de conveniencia. Les
molesta que la versión oficial sea que Mario ya estaba separado de
Patricia y que conoció el amor de nuevo gracias a Isabel, cuando, para
variar, la realidad es otra», revela una persona que aprecia mucho a toda la familia.
Aún no ha transcurrido suficiente tiempo para asimilar tantos cambios y sorpresas, pero no son pocos los que piensan que el romance de la bella y el pensador huele a traición.
Mario lleva cincuenta años casado con Patricia, una mujer a la que
Preysler conoce desde hace tres décadas y con la que ha compartido
infinidad de confidencias. Ahora, el marqués y la «reina de corazones»
se muestran con naturalidad compartiendo cenas románticas «como dos personas libres» (cita textual de «¡Hola!»). Pero, como reza la Biblia (no la rosa), sólo la verdad les hará libres.
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