Desnudo...................................................................... Manuel Vicent
El ciudadano anónimo no es consciente de que para las redes sociales no deja de ser un insecto a merced de la telaraña.
Las elecciones nunca las gana la oposición, siempre las pierde el
Gobierno, derrotado por los corruptos o los incompetentes que albergue
en su seno, un principio que debería tener presente la izquierda recién
llegada al poder.
Dicho esto, una advertencia. Los políticos no han
incorporado todavía a su ADN la conciencia de estar viviendo siempre
bajo los focos de la pista de un circo mediático.
Tampoco el ciudadano
anónimo y tributable es consciente de que para las redes sociales no
deja de ser un insecto a merced de la telaraña.
No obstante, existen
indicios de que algunos empiezan a darse cuenta de este peligro.
A eso
obedece el que se haya convertido en una costumbre instintiva taparse la
boca con la mano cuando se está en una tribuna pública, en los escaños
del Parlamento o el banquillo del estadio en el momento de hablar con el
vecino.
Solo el movimiento de los labios ya es un lenguaje universal
que podría delatarte. La araña siempre está preparada para comerse al
mosquito, bien porque este se ha ido de la lengua ante un micrófono que
creía cerrado, bien por ignorar que un tuit se envía universo entero y
no se destruye jamás.
La culpa de un tuit no tiene redención posible. Si
cometes un asesinato, te confiesas, te arrepientes, el cura te absuelve
y ya estás perdonado.
O si caes en manos de la justicia los años de
cárcel al final también te redimen.
Pero el tuit idiota, malvado,
procaz, ridículo que en un momento de rabia, soledad, odio, frivolidad u
otra excrecencia del alma hayas mandado a la red te perseguirá incluso
más allá de la tumba, porque el tuit no tiene pasado, siempre es un
hecho presente, vertical, inmanente, sin contexto, que en el fondo
constituye el detritus que el alma va dejando atrás formando un camino
de miguitas hacia ese punto del pasado en que apareces en pelota picada.
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