Intentamos desentrañar las razones que mueven las tendencias caninas y todo lo que estas generan a su alrededor.
¿Cuánto hace que no ve por la calle un perro Husky o un
Collie? ¿También se sorprendió hace años con la repentina proliferación
de carlinos y bulldogs franceses? ¿Últimamente no deja de cruzarse con
galgos?
Intentamos desentrañar las razones que mueven las modas caninas y
todo lo que estas generan a su alrededor.
En primer lugar, ¿existen de verdad las modas caninas?
Hemos consultado con veterinarios y criadores y todos coinciden en que
rotundamente sí, hay razas de perros que se ponen son tendencia y
proliferan por todas partes y otras que prácticamente desaparecen.
En primer lugar, ¿existen de verdad las modas caninas?
Hemos consultado con veterinarios y criadores y todos coinciden en que
rotundamente sí, hay razas de perros que se ponen son tendencia y
proliferan por todas partes y otras que prácticamente desaparecen.
Las causas son variadas y complejas, pero todos citan la influencia del cine y la televisión.
Se achaca a películas como Colmillo blanco
la pasión por los Husky que se vivió en España en los noventa, algo muy
parecido a lo que sucedió con los Collies con las sucesivas películas y
la serie de televisión de Lassie. Beethoven
hizo algo parecido con los San Bernardos y sin duda no se verían tantos
Golden retriever ni Labradores si el papel higiénico Scottex no hubiera
elegido a un adorable cachorrillo como imagen.
Uno de los mejores
ejemplos de los peligros de encapricharse por un animal de una raza
concreta a raíz de una ficción es lo que ocurrió con los Dálmatas a raíz
del estreno de la versión de 101 Dálmatas
protagonizada por Glenn Close.
El público se enamoró de esta estética y
llamativa raza y el aumento de su demanda se elevó hasta límites
estratosféricos, tanto como sus abandonos en años posteriores porque
–oh, sorpresa- los graciosos cachorros se convertían en grandes
animales, nerviosos y necesitados de mucho ejercicio.
La influencia de los famosos tampoco es desdeñable
. Los
criadores citan a Tinkerbell, el famoso Chihuahua de Paris Hilton
(fallecido recientemente), como uno de los motivos de la cada vez mayor
presencia de esta raza y, aunque no pertenezca al mundo canino, el boom
de los cerdos vietnamitas como mascotas es indisoluble de la figura de
George Clooney (responsable indirecto también de otro de los signos de
nuestro tiempo, el auge de la Nespresso).
Actualmente priman las razas pequeñas por una razón
práctica: la vida en la ciudad en reducidos pisos es más cómoda con un
Caniche Toy que con un Gran Danés.
Los perros pequeños, “de casa”, se
convierten en un miembro más del núcleo familiar y se suele gastar en
ellos más que en los ejemplares de razas grandes.
Proporcionalmente es
más caro un saco de pienso pequeño que uno grande, además de todo el
despliegue de correas, ropa, champús o colonias que se aplican
fundamentalmente en perros pequeños y que fomentan las teorías –que
entran en el terreno de la conspiranoia- de que a la industria creada en
torno al mundo canino –alimentación, laboratorios, veterinaria…- le
compensa más condicionar la existencia de unas razas determinadas sobre
otras.
Las consecuencias de dejarse guiar por el criterio estético
a la hora de elegir a un perro son sobradamente conocidas por todos
. A
juzgar por el terrible número de perros abandonados en España (unos 100.000 cada año según algunos estudios),
hacerse con un can por un capricho momentáneo sigue estando a la orden
del día, y deshacerse de él también.
Sin embargo, la influencia de la
mano del hombre en el mundo animal no se encuentra solo en las
desoladoras imágenes de perreras o de animales vagando por las
carreteras. Alberto Silva Torres, veterinario
con más de 20 años de experiencia, nos explica que los gustos en cuanto
al aspecto de los perros acaba incluso funcionando como una selección
genética artificial que modifica las características de las razas de
modo visible en apenas una década.
Así les ha ocurrido a los pastores alemanes: la preferencia por una
caída lumbar determinada que les da un aspecto más atlético y elegante
ha provocado que desde los años ochenta sólo se seleccionen para la cría
individuos con estas características, por lo que actualmente la mayoría
de estos perros presenta esta línea y sus consecuencias inevitables:
displasias de cadera de las que hay que acabar operando a casi todos.Algo similar le sucede a los carlinos o pugs: las características morfológicas que adquieren más valor en el mercado son que tengan muchas arrugas y el morro lo más chato posible.
¿El resultado? Problemas de piel y de respiración.
En el caso de los Bulldogs ingleses la selección humana ha generado efectos aún más siniestros: al buscarse que los ejemplares tengan la cabeza muy grande (por el gracioso aspecto que les confiere), el parto natural de las perras se vuelve inviable, con lo que hoy son mayoría los Bulldogs que tienen que nacer por cesárea y enfrentarse a los subsiguientes peligros que eso provoca en cachorros y madre.
Pero no todas las modas son perniciosas.
El caso de los
galgos en España es significativo: tradicionalmente una raza empleada
para la caza, los reportajes en prensa denunciando el modo habitual de
deshacerse de un animal cuando ya no servía para el trabajo
(ahorcándolos) produjo una ola de adopciones de los numerosos animales
que se abandonan cada año, sobre todo al final de cada temporada de
caza. El papel de las sociedades protectoras ha sido fundamental en la
sensibilización social hacia esta raza. Incluso, retomando el tema de
los perros de los famosos, figuras como Jorge Javier Vázquez se han convertido en abanderadas de los galgos e impulsores de campañas de adopción
Un caprichito para este Presentador, lo que le va a durar no lo sé..
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