En 1993 esta prodigiosa comunión entre la naturaleza y el hombre fue
creada por el poeta Raúl Zurita en el desierto de Atacama, Chile, el más
árido del planeta, y estas palabras sólo pueden leerse desde lo alto.
El chileno señala que eso no fue una operación estética (tampoco lo fue
escribir poemas con el humo blanco de aviones sobre el cielo de Nueva
York en 1982), sino que son un acto de sobrevivencia personal.
Zurita
(1950) detalla que son sus poemas más íntimos y más grabados en él: son
su forma de sobrevivir a cruentos escenarios de Chile, aprisionamientos
e injusticias que vivió en este país que compara en su poesía con el
desierto.
Soy ateo, pero si le sacamos la palabra dios de la lengua castellana se
produciría un hoyo más grande que la cuenca del Pacífico.
El castellano
es la lengua por antonomasia del cristianismo, la lengua de la reforma y
de la evangelización de América.
Al escribir es también la historia de
la lengua la que nos escribe. Los hispanoparlantes de América, hablamos
una lengua que guarda en cada una de sus letras la memoria de la
infinita violencia con la que se impuso.
No puedo decir por qué aparece
la corona de espinas en el desierto, pero sí que si no estuviese allí se
perdería un rasgo del mundo".
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