El periodista y adjunto a la dirección de EL PAÍS publica 'Toda la vida preguntando'
El libro reúne varias de sus entrevistas a personajes como García Márquez o Susan Sontag.
Juan Cruz
ha sido desde niño "un atrevido" y ha sentido curiosidad por multitud
de cuestiones.
Esa forma de ser, más "el respeto hacia el otro", le han venido muy bien en sus entrevistas con grandes escritores, treinta de las cuales aparecen reunidas en el libro Toda la vida preguntando.
En esos encuentros ha procurado "robarle el alma" al entrevistado, como quiso hacer Rudyard Kipling con Mark Twain, y ha tratado de tener en cuenta "al ser humano".
La mayoría de las veces le ha ido bien pero no le han faltado "malas experiencias", sobre todo con músicos y escritores "en promoción, y con políticos, que siempre están en promoción".
"Si los políticos no te dejan libertad total para preguntar, tu conciencia se siente limitada y entonces no es interesante la entrevista", afirma Juan Cruz en una entrevista con Efe, con motivo de la publicación de su nueva obra por Círculo de Tiza.
El libro contiene algunas de las entrevistas que Cruz (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1948) le ha hecho a escritores a lo largo de más de cuarenta años, entre ellos a nueve premios nobel: Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, José Saramago, Orhan Pamuk, Doris Lessing, Imre Kertész, Le Clézio y Günter Grass.
Para su primer encuentro importante, con Julio Caro Baroja, su madre le compró un pantalón gris, una chaqueta "blazer" azul, una camisa a juego y una corbata oscura.
Y con ese atuendo aparece en la fotografía inicial que ilustra "Toda la vida preguntando"
. Tenía veinte años cuando se puso delante de Caro Baroja, un hombre "amable, sincero, un poco nostálgico y algo escéptico", pero en realidad había empezado a trabajar a los catorce en diferentes periódicos.
Y a Neruda lo entrevistó en 1970, cuando el poeta chileno pasaba por Tenerife.
Neruda no quería bajar del barco porque suponía "pisar territorio franquista", pero Juan Cruz lo convenció y la charla tuvo lugar en tierra.
"Aquello fue una 'entrevista crónica', pero yo no sabía en realidad lo que era eso.
Era un atrevido, toda mi vida he sido un atrevido con buena voluntad", confiesa este periodista, escritor y editor.
En el prólogo, Vargas Llosa dice que Juan Cruz "tiene la cualidad de hacer sentir cómodas a las personas que entrevista, animándolas en un diálogo que es siempre cordial, respetuoso y sólidamente informado, a hablar sobre sí mismas y revelar sus ambiciones, sus éxitos y fracasos más secretos".
Y que el entrevistado se sienta cómodo se consigue "con respeto y con ritmo", comenta Juan Cruz, adjunto a la dirección de EL PAÍS y Premio Nacional de Periodismo Cultural.
"No se puede, por ejemplo, empezar una entrevista con Vargas Llosa preguntándole por su enfrentamiento con García Márquez porque la conversación irá a trompicones.
Si en el momento oportuno sale ese tema, se puede preguntar y él dará la respuesta que siempre ha dado, pero el lector no se sentirá decepcionado de que no esté la pregunta", añade el autor de Ojalá octubre o Retrato de un hombre desnudo, entre otras obras.
Y nunca se debería ir a las entrevistas "con prejuicios".
Sin embargo, él los llevaba cuando se la hizo a Isabel Preysler, reconoce.
Al pasarle el texto antes de publicarlo, Preysler le comentó que se notaba que tenía "una idea preconcebida" de ella
."No has puesto tus preguntas y yo he quedado como una imbécil", le dijo la exmujer de Julio Iglesias.
El periodista le dio la razón y rehizo la entrevista incluyendo sus preguntas.
"Yo creo que no hay que hurtar los problemas que tengas en esos encuentros. No se puede adecentar a tu favor una entrevista; el lector tiene derecho a saber cómo fue", asegura.
En la que le hizo a García Márquez, le sacó a colación su relación con Cuba y el Premio Nobel le espetó:
"Yo creí que al fin ibas a hacerme una entrevista original sin preguntar lo mismo de siempre". Pero respondió con gusto y le dijo que lo primero que tenía que lograr Cuba era que Estados Unidos suspendiera "el bloqueo".
Y eso fue en 1991.
En la de Susan Sontag se nota que la escritora era "muy dura y muy arrogante"
. Ese tipo de entrevistas "son difíciles porque el entrevistado impone sus reglas de ánimo", señala.
Algunos escritores le dejaron una huella especial, como Emilio Lledó, galardonado ayer con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, o como Miguel Delibes, Günter Grass, John Berger, Onetti, Steiner, Le Clézio y Vargas Llosa.
"Vargas Llosa es de las personas sobre las que más tópicos peyorativos hay y que más virtudes tiene de cuantas yo conozco
. Se simplifica su imagen porque vivimos en un mundo de simplezas", asegura Cruz.
Y, en la entrevista que le hizo a J.K. Rowling, se le cayeron todos los tópicos que le habían contado sobre la creadora de Harry Potter.
La charla fue como la seda. Quizás ayudó el queso de Cabrales que le llevó como regalo para recordarle el Premio Príncipe de Asturias que le habían dado en España.
Esa forma de ser, más "el respeto hacia el otro", le han venido muy bien en sus entrevistas con grandes escritores, treinta de las cuales aparecen reunidas en el libro Toda la vida preguntando.
En esos encuentros ha procurado "robarle el alma" al entrevistado, como quiso hacer Rudyard Kipling con Mark Twain, y ha tratado de tener en cuenta "al ser humano".
La mayoría de las veces le ha ido bien pero no le han faltado "malas experiencias", sobre todo con músicos y escritores "en promoción, y con políticos, que siempre están en promoción".
"Si los políticos no te dejan libertad total para preguntar, tu conciencia se siente limitada y entonces no es interesante la entrevista", afirma Juan Cruz en una entrevista con Efe, con motivo de la publicación de su nueva obra por Círculo de Tiza.
El libro contiene algunas de las entrevistas que Cruz (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1948) le ha hecho a escritores a lo largo de más de cuarenta años, entre ellos a nueve premios nobel: Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, José Saramago, Orhan Pamuk, Doris Lessing, Imre Kertész, Le Clézio y Günter Grass.
Para su primer encuentro importante, con Julio Caro Baroja, su madre le compró un pantalón gris, una chaqueta "blazer" azul, una camisa a juego y una corbata oscura.
Y con ese atuendo aparece en la fotografía inicial que ilustra "Toda la vida preguntando"
. Tenía veinte años cuando se puso delante de Caro Baroja, un hombre "amable, sincero, un poco nostálgico y algo escéptico", pero en realidad había empezado a trabajar a los catorce en diferentes periódicos.
Y a Neruda lo entrevistó en 1970, cuando el poeta chileno pasaba por Tenerife.
Neruda no quería bajar del barco porque suponía "pisar territorio franquista", pero Juan Cruz lo convenció y la charla tuvo lugar en tierra.
"Aquello fue una 'entrevista crónica', pero yo no sabía en realidad lo que era eso.
Era un atrevido, toda mi vida he sido un atrevido con buena voluntad", confiesa este periodista, escritor y editor.
En el prólogo, Vargas Llosa dice que Juan Cruz "tiene la cualidad de hacer sentir cómodas a las personas que entrevista, animándolas en un diálogo que es siempre cordial, respetuoso y sólidamente informado, a hablar sobre sí mismas y revelar sus ambiciones, sus éxitos y fracasos más secretos".
Y que el entrevistado se sienta cómodo se consigue "con respeto y con ritmo", comenta Juan Cruz, adjunto a la dirección de EL PAÍS y Premio Nacional de Periodismo Cultural.
"No se puede, por ejemplo, empezar una entrevista con Vargas Llosa preguntándole por su enfrentamiento con García Márquez porque la conversación irá a trompicones.
Si en el momento oportuno sale ese tema, se puede preguntar y él dará la respuesta que siempre ha dado, pero el lector no se sentirá decepcionado de que no esté la pregunta", añade el autor de Ojalá octubre o Retrato de un hombre desnudo, entre otras obras.
Y nunca se debería ir a las entrevistas "con prejuicios".
Sin embargo, él los llevaba cuando se la hizo a Isabel Preysler, reconoce.
Al pasarle el texto antes de publicarlo, Preysler le comentó que se notaba que tenía "una idea preconcebida" de ella
."No has puesto tus preguntas y yo he quedado como una imbécil", le dijo la exmujer de Julio Iglesias.
El periodista le dio la razón y rehizo la entrevista incluyendo sus preguntas.
"Yo creo que no hay que hurtar los problemas que tengas en esos encuentros. No se puede adecentar a tu favor una entrevista; el lector tiene derecho a saber cómo fue", asegura.
En la que le hizo a García Márquez, le sacó a colación su relación con Cuba y el Premio Nobel le espetó:
"Yo creí que al fin ibas a hacerme una entrevista original sin preguntar lo mismo de siempre". Pero respondió con gusto y le dijo que lo primero que tenía que lograr Cuba era que Estados Unidos suspendiera "el bloqueo".
Y eso fue en 1991.
En la de Susan Sontag se nota que la escritora era "muy dura y muy arrogante"
. Ese tipo de entrevistas "son difíciles porque el entrevistado impone sus reglas de ánimo", señala.
Algunos escritores le dejaron una huella especial, como Emilio Lledó, galardonado ayer con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, o como Miguel Delibes, Günter Grass, John Berger, Onetti, Steiner, Le Clézio y Vargas Llosa.
"Vargas Llosa es de las personas sobre las que más tópicos peyorativos hay y que más virtudes tiene de cuantas yo conozco
. Se simplifica su imagen porque vivimos en un mundo de simplezas", asegura Cruz.
Y, en la entrevista que le hizo a J.K. Rowling, se le cayeron todos los tópicos que le habían contado sobre la creadora de Harry Potter.
La charla fue como la seda. Quizás ayudó el queso de Cabrales que le llevó como regalo para recordarle el Premio Príncipe de Asturias que le habían dado en España.
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