La nueva firma de Isabel Preysler es la estrella de la semana. «Chábeli ha sido la más crítica», asegura la socialite a ABC
«Ya me habían tirado los tejos antes
para que creara una línea cosmética, incluso un perfume. Pero nunca
encontraba el momento», confiesa Isabel Preysler en la presentación de My Cream, la gama que lleva su firma. La oportunidad le llegó hace dos años, cuando su hija Ana la impulsó a hacerlo. «Ella ha sido quien me ha animado.
Ha hecho el plan comercial y de marketing», explica Isabel.
¿Cómo quería que fueran sus propias cremas? «Después de utilizar cientos de ellas -tengo la enorme suerte de que las firmas me envían muchas-, sabía muy bien lo que me apetecía». Isabel se ha preocupado especialmente de que fueran ligeras («no soporto la sensación grasa»), que olieran a peonías (en su casa siempre hay ramos con esta flor) y que los envases fueran translúcidos. «Me molesta cuando no puedo ver lo que queda del producto en el tarro», cuenta a ABC. Aunque el laboratorio es español, encontraron el diseño del envase en Italia.
«Está todo muy trabajado y mimado», asegura. «Mis hijas ya han probado las cremas antes de lanzarlas -yo llevo un año haciéndolo- y me han ayudado con sus comentarios; sobre todo Chábeli, que ha sido la más crítica».
Las fórmulas incluyen todo lo necesario para mantener joven una piel normal: el suero tiene vitamina C (luminosidad), ácido hialurónico (hidratación), resveratrol (antioxidante) y urea (impide la pérdida de agua); la crema incorpora un complejo despigmentante e inhibidor de la melanina (manchas), aceite de argán puro y células madre (antienvejecimiento); y el contorno contiene cafeína, rusco y aloe (antiinflamatorios).
«El primer efecto que se percibe es la luminosidad», asegura Virginia Sánchez, dermatóloga del hospital HM de Sanchinarro que acompañó a Preysler en la presentación esta semana.
Las cremas llevan un 15% de factor de protección solar, porque a Isabel
le encanta el sol. «Cuando estaba casada con Julio (Iglesias) me ponía
tan morena que cuando salía de noche solo se veía mi vestido
moviéndose», cuenta entre risas.
En cuanto al precio, «quería las mejores cremas posibles a un precio razonable. El contorno cuesta 44 euros; el suero, 47; y la crema, 49». Se decantó por comercializarlas en farmacias (están en 1.800), «porque inspiran confianza».
«Aunque nunca he utilizado el famoso bálsamo que se me atribuyó cuando
una azafata aseguró que yo lo había tirado a la papelera en la puerta de
la farmacia del aeropuerto», aclara.
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