Los experimentos sobre sexualidad son muchos, y a veces poco fiables. Pero siempre caen en estas ¿ideas o topicazos?
El ciclo de la vida.
Nacer, crecer, reproducirse, morir.
Los animales lo cumplen con mayor o menor problema, impulsados por su instinto:
Los pavos reales usan su cola para atraer pareja, hay loros que se vomitan en la boca unos a otros y existe una lógica falta de interés de la hembra del puercoespín.
Aunque creamos que los rituales de apareamiento más complejos no son nada comparados con el caso humano, en el que entra esa variable llamada amor, varios estudios ha han buscado demostrar que, en el juego de atraer al sexo opuesto, somos mucho más simples de lo que creemos.
Que lo hayan conseguido o no es, como casi siempre en el proceloso mundo de los estudios,
algo cuestionable.
En una materia tan condicionada por la cultura, la historia personal de cada uno y más variables que ningún científico serio ha terminado aún de cifrar, es complicado llegar a nada que se pueda considerar concluyente.
Lo cual no quita que haya resultados a los que se hayan llegado con más frecuencia que otros.
Por ejemplo, las relaciones hombre-mujer, los contrarios son parte de la gracia.
En el estudio Happy Guys Finish Last: The Impact of Emotion Expressions on Sexual Attraction, publicado en la revista Emotion, se realizó una encuesta con más de 1.000 participantes.
En ella les pidieron que calificasen la atracción sexual que sentían al ver determinadas imágenes en las que los fotografiados trataban de mostrar diferentes estados de ánimo
. En sus conclusiones aseguran que “hombres y mujeres responden muy diferente a las emociones, incluyendo las sonrisas”.
El análisis sostuvo que las mujeres se sienten poco atraídas hacia los hombres felices y sonrientes, prefiriendo a los que tienen pinta de orgullosos, con el ceño fruncido, como de malo
. Aquellos hombres prefirieron a las mujeres que sonreían y menos de las que tenían pinta de seguras de sí mismas.
Los autores conectan estos gustos con “estudios previos” que relacionan las sonrisas con una falta de dominancia y arguyen que los resultados “parecen reflejar las normas de género y valores tradicionales”.
Estos estereotipos también pueden reflejarse el comportamiento. Erin R. Whitchurch y Timothy D. Wilson, de la Universidad de Virginia y Daniel T. Gilbert de Harvard, reclutaron a un total de 47 estudiantes femeninas, a las que les dijeron que otros universitarios habían estado observando sus perfiles de Facebook y les pusieron delante a cuatro hombres.
Divididas en tres grupos, a uno le dijeron que eran candidatos que se habían interesado por ellas, a otro que habían mostrado desinterés y al tercero le comentaron que estaba compuesto por ambos tipos.
Los ganadores fueron los que se mostraban ambiguos.
Vergonzante para el género masculino resultan algunas de las conclusiones de Sexual exploitability: observable cues and their link to sexual attraction,
en el que se quería comprobar la hipótesis de que si estos “encuentran
sexualmente atractivas las señales que indican que una mujer puede ser
sexualmente explotable”.
Investigadores de la Universidad de Texas prepararon un conjunto de fotografías con mujeres en actitudes como “cansadas” o “ebrias”, con aspectos circunstanciales como “ropa apretada” o “tocándose el pecho”, con pinta de “tonta”, “irresponsable”, “alta” o “baja”...así hasta llegar a 88 variables, cuenta la revista Slate.
Se las presentaron a 76 participantes masculinos, a los que pidieron que calificaran tanto el atractivo como la facilidad con la que creían que podrían acostarse con cada una de ellas
. Los aspectos más psicológicos o contextuales, como pinta de inmadura o borracha, fueron apuntados como los objetivos más sencillos, pero, encima, las calificaron como más atractivas que las mujeres que parecían lúcidas o inteligentes.
Conviene remarcar que en los estudios citados no se preguntó por un posible romance, sino que pidieron que se enfocasen a relaciones carnales.
Cuando a los participantes del anterior estudio se les pidió que valorasen a las mujeres como potenciales parejas, el efecto de la atracción de la borrachera o la inmadurez varió completamente.
También sería bueno reseñar que estos estudios suelen mostrar la visión del mundo sesgada
. Como señala Joe Hendrich, el 96% de los participantes en estudios psicológicos es de la esfera occidental y el 70% vive en EE UU, mientras que, en la población global, no supone más de un 12%. Ellos crearon el acrónimo WEIRD –Western, Educated, Industrialized, Rich and Democratic (Occidental, con estudios, de un país industrializado, rico y democrático)– para referirse a estos sujetos sobrerrepresentados
. Quizá el resto de las culturas encuentren atractivos otros aspectos, igual que en países no occidentales, es normal que los hombres vayan de la mano por la calle.
Nacer, crecer, reproducirse, morir.
Los animales lo cumplen con mayor o menor problema, impulsados por su instinto:
Los pavos reales usan su cola para atraer pareja, hay loros que se vomitan en la boca unos a otros y existe una lógica falta de interés de la hembra del puercoespín.
Aunque creamos que los rituales de apareamiento más complejos no son nada comparados con el caso humano, en el que entra esa variable llamada amor, varios estudios ha han buscado demostrar que, en el juego de atraer al sexo opuesto, somos mucho más simples de lo que creemos.
Las conclusiones saltan de la diferencia entre
cómo hombres y mujeres perciben una sonrisa al significado de aparecer
más o menos seguro de uno mismo
En una materia tan condicionada por la cultura, la historia personal de cada uno y más variables que ningún científico serio ha terminado aún de cifrar, es complicado llegar a nada que se pueda considerar concluyente.
Lo cual no quita que haya resultados a los que se hayan llegado con más frecuencia que otros.
Por ejemplo, las relaciones hombre-mujer, los contrarios son parte de la gracia.
En el estudio Happy Guys Finish Last: The Impact of Emotion Expressions on Sexual Attraction, publicado en la revista Emotion, se realizó una encuesta con más de 1.000 participantes.
En ella les pidieron que calificasen la atracción sexual que sentían al ver determinadas imágenes en las que los fotografiados trataban de mostrar diferentes estados de ánimo
. En sus conclusiones aseguran que “hombres y mujeres responden muy diferente a las emociones, incluyendo las sonrisas”.
El análisis sostuvo que las mujeres se sienten poco atraídas hacia los hombres felices y sonrientes, prefiriendo a los que tienen pinta de orgullosos, con el ceño fruncido, como de malo
. Aquellos hombres prefirieron a las mujeres que sonreían y menos de las que tenían pinta de seguras de sí mismas.
Los autores conectan estos gustos con “estudios previos” que relacionan las sonrisas con una falta de dominancia y arguyen que los resultados “parecen reflejar las normas de género y valores tradicionales”.
Estos estereotipos también pueden reflejarse el comportamiento. Erin R. Whitchurch y Timothy D. Wilson, de la Universidad de Virginia y Daniel T. Gilbert de Harvard, reclutaron a un total de 47 estudiantes femeninas, a las que les dijeron que otros universitarios habían estado observando sus perfiles de Facebook y les pusieron delante a cuatro hombres.
Divididas en tres grupos, a uno le dijeron que eran candidatos que se habían interesado por ellas, a otro que habían mostrado desinterés y al tercero le comentaron que estaba compuesto por ambos tipos.
Los ganadores fueron los que se mostraban ambiguos.
Conviene remarcar que en los estudios citados no
se preguntó por un posible romance, sino que pidieron que se enfocasen a
relaciones carnales
Investigadores de la Universidad de Texas prepararon un conjunto de fotografías con mujeres en actitudes como “cansadas” o “ebrias”, con aspectos circunstanciales como “ropa apretada” o “tocándose el pecho”, con pinta de “tonta”, “irresponsable”, “alta” o “baja”...así hasta llegar a 88 variables, cuenta la revista Slate.
Se las presentaron a 76 participantes masculinos, a los que pidieron que calificaran tanto el atractivo como la facilidad con la que creían que podrían acostarse con cada una de ellas
. Los aspectos más psicológicos o contextuales, como pinta de inmadura o borracha, fueron apuntados como los objetivos más sencillos, pero, encima, las calificaron como más atractivas que las mujeres que parecían lúcidas o inteligentes.
Conviene remarcar que en los estudios citados no se preguntó por un posible romance, sino que pidieron que se enfocasen a relaciones carnales.
Cuando a los participantes del anterior estudio se les pidió que valorasen a las mujeres como potenciales parejas, el efecto de la atracción de la borrachera o la inmadurez varió completamente.
También sería bueno reseñar que estos estudios suelen mostrar la visión del mundo sesgada
. Como señala Joe Hendrich, el 96% de los participantes en estudios psicológicos es de la esfera occidental y el 70% vive en EE UU, mientras que, en la población global, no supone más de un 12%. Ellos crearon el acrónimo WEIRD –Western, Educated, Industrialized, Rich and Democratic (Occidental, con estudios, de un país industrializado, rico y democrático)– para referirse a estos sujetos sobrerrepresentados
. Quizá el resto de las culturas encuentren atractivos otros aspectos, igual que en países no occidentales, es normal que los hombres vayan de la mano por la calle.
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