Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 ene 2015

Núria Espert: "La cirugía es algo maravilloso cuando no la usa una idiota"

La actriz cumple 80 años en 2015 metiéndose en la piel de El rey Lear sobre las tablas. 

 

Núria Espert 
 
Núria Espert lleva abrigo Céline.

Núria Espert vuelve a Shakespeare como se vuelve siempre al amor; ya lo dice el tango. «A los 24 hice Hamlet, a los 50 interpreté a Próspero en La tempestad y ahora, con 80, haré El rey Lear
. Y eso me suena fabuloso», dice entre pausas que suenan teatralizadas.
El día 15 estrena en el Teatre Lliure de Barcelona esta obra, en catalán, bajo la dirección de Lluís Pasqual.
 Esta dama del teatro que ha llevado grandes textos españoles a todos los rincones del mundo hace un repaso de la gran gira que ha sido y es su vida.
¿Cómo se fragua este Lear?

Después de La violación de Lucrecia y La loba quería tomarme un tiempo de descanso porque había trabajado demasiado.
 Pero llegó Lluís Pasqual, me ofreció esto, cambió mi estado de ánimo y me lancé sin paracaídas. Después comenzaron los temores, las dudas
. Así que, muerta de miedo, me quedé todo agosto sola en mi casa estudiando y trabajando muy apasionada
. Me entregué a este hermoso texto con más dedicación que a otros porque hacía mucho tiempo que no actuaba en un catalán tan elevado.
¿Se le ha pasado ya el miedo?

Sí, aunque debería tener mucho más ahora que estoy metida de lleno
. El temor a saber si voy a ser capaz o si voy a estar ridícula se me ha ido. Y justo en ese momento es cuando me puedo volver loca de verdad porque pierdo el pudor, el instinto de protección.
Ha participado casi en 70 obras a lo largo de su carrera.

Pero en ésas incluyes la morralla y lo que ha salido bien. [Risas]. Bueno, pero se puede decir que, de alguna manera, su vida ha sido una gira
. Sí. Me gusta llevar el teatro a los sitios, no esperar a que la gente tome trenes y venga a verme.
 Lo he hecho desde que cumplí 24 años con la obra Gigi (1959). Entonces, estuve dos de gira. A partir de ahí, he ido creando una especie de familiaridad con el público
. Cuando llego a una ciudad no van a verme porque hayan leído buenas críticas, sino porque me lo he ganado con incontables bolos.
 Dices que llevo 70 obras, pues debo haber hecho unas 50 giras en mi vida. Eso es muchísimo, ya que a los actores no les suelen gustar las giras.
Pensaba que sí.

Qué va. Prefieren instalarse en Madrid y quedarse siete años haciendo Toc, Toc.
 Sin embargo, a mí me da mucha felicidad viajar con la compañía.
 Cuando estamos en una ciudad un tiempo prolongado cada uno tiene su familia, sus amigos, sus cenas, etc.
 En una gira se crea más compañerismo porque solo nos tenemos a nosotros.

 
Núria Espert 
Abrigo de Hermès y jersey de H&M.

¿Cómo se conservan familias y amigos estando siempre fuera de casa?

Sola habría sido imposible, pero tuve una madre que me tuvo jovencísima y, como era el ser más generoso del mundo, me ayudó a hacerlo todo cuando mis hijas eran pequeñas.
Mi papel de madre ha sido así así... Al de actriz le he dado mi completa dedicación.
A usted que da esa impresión de mujer fuerte, ¿qué la desarma?

Soy de una fragilidad que a mí misma me da mucho coraje.
 El titular de un periódico puede amargarme una semana entera. [Llaman a su teléfono por tercera vez y mientras lo apaga exclama: «¡Espero que no se esté quemando el Lliure!»].
Cuando suena un móvil entre el público mientras usted actúa, ¿qué le pasa por la cabeza?

Una vez estaba en Santiago de Compostela con Peter Brook viendo su obra Je suis un phénomène y, en mitad de la representación, se escuchó uno.
 Al terminar, Brook le dijo a su actor que si le volvía a ocurrir le dijera al espectador: «Dámelo, que es para mí». Así que eso será lo próximo que diga yo también.

¿Qué cosas ha hecho en la vida sin pensar?

Casarme.
 Yo no quería. El matrimonio de mis padres salió mal desde el principio y yo estaba convencida de que me casaría con 30, que me parecía la vejez cuando tenía 16... Pero, de pronto, conocí a Armando y me pareció una persona diferente a toda la gente que trataba.
 No me casé loca de amor. Él me preguntó: ‘¿Nos casamos en seis meses?’.
 Y le dije que sí. Me fui de gira y a la vuelta lo hicimos.
Tal vez si no me hubiera ido de gira no nos hubiéramos casado nunca porque nos habríamos peleado. [Risas].
Vamos, que él se encargó de los preparativos.

Había poco que hacer porque no teníamos un duro. Pero sí, él fue quien avisó a los amigos.
 Y salió muy bien. No entiendo muy bien por qué dije que sí.
 Pero estoy feliz de haberlo hecho.
Ha tocado muy poco el cine, y las dos últimas cintas han sido con Ventura Pons. Seguro que tendrá una explicación, ¿verdad?

Es porque Pons hace teatro filmado.
 Y yo puedo actuar como encima de un escenario. Con secuencias enteras, orden cronológico y todas esas cosas que me van muy bien y que en el cine me suelen ir muy mal.
En la gran pantalla, más que en el teatro, las actrices recurren a la cirugía estética. ¿Qué opinión tiene al respecto?

La cirugía estética es algo maravilloso cuando no la usa una idiota
. Creo en ella. Es fantástica. Es una cosa caída del cielo para mejorar tu imagen cuando tienes un problema, cuando hay en ti un deseo tan grande de ser diferente porque no amas el cuerpo o la cara que te han tocado.
 Una herramienta que te puede acercar a tu ideal me parece maravillosa.
Y siempre que esté bien usada, como los antibióticos, que si te los tomas en demasía te pueden cascar.
 
Núria Espert

¿En qué se ha mojado usted?

De heroísmos nada, pero en tiempos difíciles he hecho muy buen teatro de autores que no estaban vistos con simpatía y el público ha podido ir a verlos.
 En aquel momento era un acto político ir a ver a Jean-Paul Sartre, Bertolt Brecht o Jean Genet. Ésa ha sido mi minúscula y casi invisible aportación.

¿Qué es un acto político hoy en día?

Hacer buen teatro.
 Y cuando te dan la oportunidad de decir lo que piensas. Estamos en una democracia y se puede decir todo, aunque siempre que hay mayorías absolutas funcionan como pequeñas dictaduras. También lo fueron con los socialistas, y no te digo ya con Aznar.
Con la mayoría absoluta, los políticos se creen con derecho para hacer cualquier cosa. Se aprovechan de que nadie les puede llevar la contraria para imponer sus ideas sobre la multiplicidad de ideas que hay en un país. Y eso siempre ha sido negativo.
 Aunque aún queda un ratito de aguantar, todo va a cambiar dentro de poco.


Núria Espert 
Capa de Paule Ka, americana de Louis Vuitton, camisa de Gerad Darel, pantalón de Louis Vuitton, corbata de Paul Smith y zapatos de Tommy Hilfiger.
 

 

 

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