La actriz barcelonesa de teatro, cine y televisión comenzó de la mano de Adolfo Marsillach.
. Paloma Juanes, su representante, ha confirmado a EL PAÍS que la muerte de la intérprete barcelonesa se ha producido sobre las ocho de la mañana.
Por el momento, se desconoce si la capilla ardiente será en un acto público o íntimo ni dónde tendrá lugar.
Nacida el 21 de septiembre de 1937, Baró pasó su infancia en el colegio la Divina Pastora de Barcelona.
Contaba que su afición por los libros procedía de su abuelo, un zapatero que le leía los cuentos de Las mil y una noches.
Comenzó a estudiar Filosofía y Letras, con dificultades por los graves problemas económicos familiares —su padre llegó a ingresar en prisión—, pero pronto descubrió su vocación tras ingresar en el Teatro Español Universitario.
Cuando era una perfecta desconocida, Baró fue llamada en 1957 por Adolfo Marsillach —del que se enamoró— para sustituir a Amparo Soler Leal, que había caído enferma, en Las preciosas ridículas, de Molière, en un montaje de la compañía Windsor.
Ahí comenzó todo. Del teatro, Baró dijo en una entrevista a este periódico —aunque aseguraba que nunca las leía— que lo consideraba "un espejo que te plantan delante para que te avergüences y te remueva la conciencia".
Una experiencia que para ella era "imposible" trasladar a la televisión, "porque siempre es un milagro de complicidad con el público".
Recuerdo verla aquí en el Teatro Pérez Galdós un par de veces.
Muy buena actriz sin dudarlo, una de las obras tuvo que dejarla por una subida de tensión, era tan natural que no parecía que actuara Lo lamento mucho, porque hacía tiempo que no la veía en nada y pensé eso que estaría enferma, descanse en Paz.
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