Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

5 ene 2015

Gracias a las Mujeres...............

Escribiendo l’artículo de la semana pasada (La lengua resentida) topé con una anécdota explicada por Ignasi Iglesias en&l #8217;acto central de la primera edición de la Fiesta de la Lengua Catalana de 1916.
r Y si no es cierta, es muy encontrada. Hablaba d’un padre que, habiendo abandonado el catalán como lengua habitual, lamentaba la muerte del hijo con un “¡Pobre hijo mío!”  mientras que era l’abuela −es decir la madre del padre− quién profería un catalán ““Pobre fill meu!”!”. Dice la crónica publicada por La Voz de Cataluña el 2 de enero d’aquel año que el comentario levantó l’aplauso de los asistentes.
Dice la crónica publicada por La Voz de Cataluña el 2 de enero d’aquel año que el comentario levantó l’aplauso de los asistentes. 
Esto viene a cuento para defender el papel de las mujeres en el proceso de mantenimiento de la lengua catalana
. El relato sobre la recuperación del catalán al siglo XIX tiene unas líneas maestras más que sabidas y, probablemente, indestructibles. Después de tres siglos de decadencia cultural y literaria, y de más d’un siglo de represión y diglosia, el catalán vivió un proceso de reanudación pilotado por unas élites económicas y culturales que, a través d’un&seguimiento de iniciativas.
 (la restauración de los Juegos Florales, por ejemplo, o l’inicio de la prensa escrita en catalán), relanzó la lengua en ámbitos de plenitud de que no se disfrutaba desdela;edad media.
Y d’este proceso hemos convenido de decir Renaixença, sin sombra de discrepancias. Aun así, a veces s’obvia una frase que ya profirió uno de los protagonistas d’aquel periodo, Valentí Almirante, el 1886:  “Nuestra lengua nunca ha muerto, pues aunque l’hayan olvidada los sabios y la gente de letras, l’ha conservado el pueblo, hablándola siempre”..
Injustamente, las mujeres siempre han sido excluidas de las hipótesis sobre el mantenimiento de la lengua en épocas tan duras. No sé si nunca s’ha probado de hacer una sociolingüística de género 
pero hay tres factores decisivos en este periodo que afectan las mujeres y que inciden directamente en el desarrollo normal de la lengua.
Es seguro que, si las mujeres del siglo XIX hubieran podido elegir, habrían elegido otras condiciones de vida, pero es a ellas y a su resiliencia que debemos de buena parte de la supervivencia de l’idioma.. 
En primer lugar, hay que mencionar los índices de natalidad
 Cataluña experimenta en el siglo XIX un incremento demográfico fuera del normal, hasta el punto de duplicar la población en sólo sesenta años (de 850.000 a 1.700.000 habitantes)  Es este incremento de natalidad el que nutre la demanda de mano d’obra resultante de la revolución industrial, y que hará que Cataluña no necesite importar trabajadores no catalanohablantes hasta final de siglo.Segundo, la crianza de los hijos.
 No hay que decir que este no es un fenómeno ni exclusivamente catalán, ni circunscrito al XIX. Hasta el siglo XX las madres s’han ocupado de los niños casi en solitario, y no es casualidad que el término  llengua materna provenga del adjetivo de la  madre.La Transmisión de la Lengua de una generación a otra pasaba necesariamente por ellas.
 Y tercero, l’analfabetismo femenino.
 En un contexto social en el cual  el conocimiento del castellano dependía directamente del sistema escolar (los medios de comunicación audiovisuales y las grandes inmigraciones tardarían todavía décadas) el nivel de;alfabetización de las mujeres aporta un dato bastante aproximado del conocimiento que tendrían del castellano, y, por lo tanto, de las dificultades   de transmitir a los hijos una lengua que no fuera la catalana. El 1860, el 88,5% de las mujeres no sabían leer ni escribir.
 El 1877, el 80,1%. El 1887, el 73,5%. Y el 1900, el 66,5%.
 . Si convenimos que aquellas que no iban a la escuela difícilmente podían saber castellano, a primeros del siglo XX sólo un tercio de las mujeres estaban capacitadas para transmitir esta lengua a los hijos, y obviamente esto no quiere decir que lo hicieran..

 El pueblo la mantuvo viva “hablándola siempre”, decía Almirante. La lengua catalana no se dejó de hablar porque se mantuvieron intactas las condiciones para la transmisión generacional un factor más determinante para la supervivencia de la lengua que el célebre poema d’Aribau o la restauración de los Juegos Florales. “Pobre hijo mío”, que decía l’abuela..El relato de la recuperación de la lengua, burgués y masculino, está en deuda con un proceso que, probablemente, tuvo mucho de
popular y femenino





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