Kate Moss y Jo Wood, dos vaqueras en el 50 cumpleaños del
guitarrista de The Rolling Stones, Ronnie Wood, en Richmond, Londres
(1997).
«Ésa fue la primera imagen que vendí a un periódico.
Sabía que tenía
una exclusiva mundial
. Cuando la hice tuve el presentimiento de que mi
vida iba a cambiar para siempre.
Y así fue», cuenta Young desde su
galería en Londres, donde acaba de presentar
Nightclubbing,
un libro que celebra sus 40 años de carrera, durante los cuales ha
asistido a fiestas extraordinarias en los clubs más exclusivos: desde el
Embassy en Londres al Regine’s del Hotel Puente Romano de Marbella.
Tras la venta de la instantánea de Burton y Taylor, Richard entró a trabajar como
freelance en el
Standard.
Tenía 28 años y solo había participado en dos proyectos fotográficos
casi por casualidad (uno de ellos fue registrar la visita a Londres del
filántropo y multimillonario John Paul Getty III). Empezaron a invitarlo
a fiestas a las que nunca había tenido acceso.
Los 70 llegaban casi a
su fin, el
punk se había convertido en la única religión y los
gays abrieron por primera vez las puertas de los armarios de Londres.
«Nadie sabía exactamente quién era ni a qué me dedicaba.
No había zona
VIP, no te separaban del resto de invitados. Si estabas dentro, tenías
libertad para moverte.
Ahora los eventos están controlados por una
legión de mánagers y relaciones públicas», lamenta.
Liza Minelli, reina del baile en el Club Regine’s, de Londres (1979).
Faltaban unos meses para que estrenara Arthur, el soltero de oro, un
éxito de taquilla que le devolvió parte de la popularidad perdida..
Uno de los primeros encargos que recibió Young tras unirse al diario fue cubrir la gira Anarchy Tour de
los Sex Pistols por Inglaterra en el año 1976.
«Fue caótica. Les
prohibían tocar en cada pueblo al que llegaban porque eran un escándalo
nacional. Pasábamos casi todo el día emborrachándonos en habitaciones de
hotel», recuerda.
Y es que al final, entre el cazador y los cazados
empieza a tejerse una red de cariño que permanece en el tiempo, asegura
Young. «Madonnna y Kate (Moss) son mis amigas.
Las he retratado muchas
veces. Parece que les gusta, porque me siguen llamando», dice riéndose
.
Él fue el único fotógrafo, por ejemplo, que recibió una invitación para
el 25 cumpleaños que la top celebró en París. «Si Kate asiste a
una fiesta, sabes que va a ser una de las buenas.
Es muy divertida,
siempre lo pasas bien a su lado», revela.
Lucy Yeomans, Stella McCartney, Kate Moss y Tracey Emin en la gala benéfica Love Ball en The Roundhouse, Londres (2010).
La fotógrafa Diane Arbus decía que una instantánea es un secreto sobre
otro secreto: cuanto más te enseña, menos sabes.
El día que el padre de
Richard le regaló una pequeña cámara Brownie cuando tenía 8 años, nunca
pensó que su afición lo llevaría a guardar tantas confidencias.
«Tengo
algunas fotos en un cajón que nunca verán la luz.
Mis labios están
sellados», señala con picardía.
Su mayor cómplice ha sido la agencia Rex
Features, con la que ha trabajado durante más de 30 años. Fueron sus
jefes en Rex los que le enviaron a Cuba a conocer a Fidel Castro y a
Rumanía para seguir a Michael Jackson en su
tour Dangerous de
1992. «Fidel tenía mucho poder.
Estaba rodeado de guardias de seguridad y
casi no me dejaron acercarme a él.
Nuestro encuentro fue muy breve.
Sin
embargo, Michael (Jackson) me sorprendió, no era como me lo imaginaba
.
De cerca era un hombre absolutamente encantador, bastante normal y muy
compasivo.
Visitamos algunos orfanatos en Rumanía y eso nos rompió el
corazón. A él le afectó de verdad todo el horror que vimos», cuenta.
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