Cualquier tiempo pasado fue mejor. O al menos es el dicho que, en materia de estilo, podríamos aplicarle a la Duquesa de Alba.
Hubo un tiempo en el que Cayetana era una de las mujeres mejor vestidas de España y la fotografiaban los mejores
. Buscando en los archivos lo primero que nos sorprende es una imagen para la edición estadounidense de la revista Vogue en 1948, donde la que la duquesa viste una elegante creación de Cristóbal Balenciaga compuesta por vestido New Look de cuerpo de encaje y falda plisada combinado con una torera.
La instantánea fue tomada por el fotógrafo Cecil Beaton, uno de los grandes retratistas de Condé Nast y autor de algunas de las imágenes más icónicas de Marily Monroe o Audrey Hepburn.
Un año antes, Life había encargado a Scherschel el reportaje de su primera boda.
En 1959 sería el mismísimo Avedon quien la retrataría bailando flamenco para Harper's Bazaar (la imagen ilustra la portada de una de sus biografías).
Años más tarde, en 1962, la duquesa vuelve a posar para la biblia de la moda, en esta ocasión es el prestigioso Henry Clarke el responsable de inmortalizarla en el Palacio de Liria con piezas de Elio Berhanyer: un vestido de noche de gasa y un abrigo de tafetán de efecto acolchado.
Aparece como una mujer sofisticada... del mismo modo que ya hizo su madre, vestida con las exclusivas creaciones de Coco Chanel en 1930 y que también posó para la revista.
Pero su afán por seguir siendo, como ella se define, una mujer cosmopolita y adelantada a su época, ya había derivado en el gusto por combinaciones imposibles ancladas en la estética regional. Embajadora de la moda española durante toda su vida (aunque en su segunda boda encargó su vestido al modisto italiano André Lang), su traje de boda ha sido obra de sus amigos Victorio & Lucchino.
* Este artículo fue publicado originalmente el 5 de octubre de 2011.
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