Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

26 sept 2014

La entrega', un cuento de Lehane sobre la estúpida esperanza......................................................Juan Carlos Galindo

BLOG DE NOVELA NEGRA DEL PAIS
Lo bueno, y a veces lo desesperante, de los cuentos negros es que no tienen moraleja, no hay una enseñanza final y las conclusiones a las que llega el lector le devuelven rápidamente a la vida, a la realidad gris y a veces extremadamente cruel
. Es lo que ocurre con La entrega, (Black Salamandra, traducción de Margarita Palmer), un cuento escrito por Dennis Lehane y transformado primero en guion y luego en una novela de 192 páginas siempre con el mismo resultado: un vívido y desesperanzado fresco de los barrios obreros de Boston, una historia plagada de personajes que tienen poco que perder porque nunca tuvieron mucho, un cuento poblado de gente que nació con las cartas marcadas.
La entrega está desde ayer en las librerías y EL PAÍS ofrece el primer capítulo en exclusiva 
. Además, se ha llevado al cine en una adaptación dirigida por Michaël R. Roskam.
 Protagonizada por James Gandolfini, en el último papel antes de su muerte, la película se estrena hoy. 
Para quien quiera más pistas, la crítica de Carlos Boyero.
Dennis Lehane (Dorchester, Boston, 1965) se está cansando de los grandes criminales.
 El autor de Vivir de noche (RBA) y de la serie de los policías Kenzie y Gennaro aseguraba hace poco en Radio Boston que según iba conociendo más a las grandes mentes del crimen le iban gustando menos. 
Por eso quizás volvió a esa historia que tenía en el cajón, escrita como un cuento hace muchos años, adaptada como guion cinematográfico a petición de la FOX y olvidada durante más de una década, vuelta al cajón
. Y nos felicitamos por ello.
La entrega regresa a los barrios en los que creció, al Boston obrero, a los pequeños personajes con grandes historias detrás y con derrotas inevitables por delante. 
El protagonista es Bob Saginowski, un tipo tranquilo, al que le gusta ser camarero en el bar de su primo Marv, ir a misa todos los días por la mañana y estar solo.
 Su primo es el retrato del mafiosillo venido a menos. 
Marv era un tipo duro, un irlandés que montó su banda y fue alguien en el barrio, hasta que vinieron los chechenos y subieron el nivel de exigencia criminal: no bastaba con ser duro, había que ser despiadado, brutal.
 Pero Marv tiene un plan para devolver el golpe a sus nuevos amos, que se quedaron con su mafia, con su bar, con su vida
. El local sirve de tránsito para el dinero negro de las apuestas que controlan las mafias del ficticio barrio de East Buckingham, italianos e irlandeses aliados con los chechenos que todo lo gobiernan y eso, el día de la Super Bowl, es el escenario perfecto para el golpe perfecto.
 O no.
Un planteamiento del que no conviene revelar más y con un desarrollo muy sorprendente para el lector, que ya puede imaginar algo desde el inicio: nada va a ir bien para estos perdedores.
 O sí.
El fresco de tristes estampas lo completan dos historias
. La del agente Torres, devoto católico obsesionado con el juicio final y el sentido de la vida, hábil policía caído en desgracia por sus excesos alcohólicos y drogadictos y que busca en este caso su camino redentor. 
Y la de Nadia, chica fea y solitaria, extraña y a veces inquietante, de pasado oscuro y devenir incierto, unida a Bob por una extraña historia de amor y por un pit bull que encuentran medio muerto en la basura.
 Y este bloguero  que no puede ni ver a los perros se emociona con la historia, siente que ese bichito es el ancla a la vida de estos dos náufragos.
El fondo de la historia incluye a Eric Deeds, un loco inadaptado y violento que complica la vida a todos y la desaparición de un chico del barrio acaecida hace diez años y convertida en leyenda.
 El Boston obrero, azotado por la nieve, el frío y el “viento oscuro” es el escenario que mejor conoce Lehane, allí donde se crió y donde ha desarrollado gran parte de su ficción y eso se nota, se puede percibir en cada línea.
Lehane demuestra en La entrega que se pueden escribir buenas ficciones criminales a partir de pequeños delincuentes siempre que sean grandes personajes.
 No es uno de sus grandiosos retratos del mundo criminal.
 No importa, no lo pretende y está bien que así sea. Es una historia, eso sí, que se ha ganado un sitio en mi corazón lector, que no voy a olvidar fácilmente, a la que volveré. Es lo que tienen los buenos. Lean y disfruten.

No hay comentarios: