El instrumento será la estrella de una subasta que incluye el guion o fotos firmadas por el reparto.
Como me gustaría poder llevarme ese piano cueste lo que cueste....
You must remember this, a kiss is just a kiss…” tocaba Sam una y otra vez en el Rick’s Café en Casablanca
a petición de Ilsa (Ingrid Bergman). “Tócala, Sam”, le decía ella, una y
otra vez.
Y la melodía que salía de la voz de Sam y aquel piano rosado volvían a enamorarla.
72 años después de que Dooley Wilson tocara aquella canción en la película de Michael Curtiz, el mítico piano saldrá a subasta el próximo otoño (el 24 de noviembre) en la casa Bonhams en Nueva York.
There’s no place like Hollywood (No hay un lugar como Hollywood) es el nombre de la subasta cinéfila en la que el piano será la pieza central de un gran lote de memorabilia de la película, donado por un coleccionista privado, que incluye desde las puertas interiores y exteriores del café de Rick (Humphrey Bogart) a fotos firmadas por el reparto, las notas de prensa originales, un último borrador del guion o los pasaportes y visados creados para la huida de Ilsa y Victor Laszlo (Paul Henreid).
“Es una de las colecciones de memorabilia de cine más significativa que aún estaba en manos privadas”, asegura Catherine Williamson, directora de Entertainment Memorabilia en Bonhams.
La casa de subastas se ha asociado por segunda vez con el canal de cine clásico TCM para organizar la que consideran una venta “inolvidable e histórica” por la popularidad que aún conserva el filme de Humphrey Bogart de 1942.
“Casablanca es una de las películas de guerra más queridas de Hollywood y uno de los títulos más prestigiosos de nuestra colección”, dice Dennis Adamovic, vicepresidente senior de TCM.
Por eso, esperan que el piano de Sam llegue a venderse por más de siete cifras, superando el casi medio millón de euros que alcanzó en 2012 en una subasta el segundo piano usado para las escenas de flashback en Paris, cuando Rick e Ilsa se enamoraron.
El actor de La reina de África parece que es un éxito asegurado aún hoy.
Otra popular película de Humphrey Bogart, El halcón maltés (1941), tiene hasta ahora el récord de venta de un objeto de cine.
El otoño pasado, cuando Bonhams y TCM se asociaron por primera vez para la subasta What Dreams are made of (De lo que están hechos los sueños), la figura del halcón que aparecía en el filme de John Huston alcanzó los tres millones de euros (cuatro millones de dólares).
Aquel día también se vendió el coche que presenció la mítica escena de despedida de Casablanca, un Buick Phaeton de 1940 por el que alguien pagó más de 300.000 euros.
En la subasta del próximo otoño, There’s no place like Hollywood, además del lote de objetos de Casablanca se pondrán a la venta recuerdos de películas que harán las delicias de cinéfilos.
Como el vestido que usó Rita Hayworth mientras cantaba Amado Mío en Gilda (1946), un retrato de Rodolfo Valentino como el Halcón negro pintado por Federico Armando Beltrán Massés en 1925; una pieza de vestuario que usó Jena Russell en El forajido (1943); el vestuario de Barbra Streisand en Vuelve a mi lado (1970), en Tal como éramos (1973) y en Yentl (1983); el delantal que llevó Judy Garland en El mago de Oz (1939) o las pruebas de capa que hizo el diseñador Adrian para los monos voladores.
Entre tanto fetiche, el piano en el que Dooley Wilson tocaba As Time Goes By será otra vez la estrella. Aunque ya no esté dentro del café de Rick, el piano color salmón aún está en perfecto estado y puede tocar la canción tantas veces como se la pidan.
Fue utilizado por última vez en un concierto de 2006 en el Hollywood Bowl de Los Ángeles que celebraba la banda sonora nominada al Oscar que compuso Max Steiner para Casablanca.
Y aquel “You must remember this…” volverá a sonar este otoño cuando alguien (que no pueda evitar el chiste) le grite
“Cómpralo otra vez, Sam”.
Y la melodía que salía de la voz de Sam y aquel piano rosado volvían a enamorarla.
72 años después de que Dooley Wilson tocara aquella canción en la película de Michael Curtiz, el mítico piano saldrá a subasta el próximo otoño (el 24 de noviembre) en la casa Bonhams en Nueva York.
There’s no place like Hollywood (No hay un lugar como Hollywood) es el nombre de la subasta cinéfila en la que el piano será la pieza central de un gran lote de memorabilia de la película, donado por un coleccionista privado, que incluye desde las puertas interiores y exteriores del café de Rick (Humphrey Bogart) a fotos firmadas por el reparto, las notas de prensa originales, un último borrador del guion o los pasaportes y visados creados para la huida de Ilsa y Victor Laszlo (Paul Henreid).
“Es una de las colecciones de memorabilia de cine más significativa que aún estaba en manos privadas”, asegura Catherine Williamson, directora de Entertainment Memorabilia en Bonhams.
La casa de subastas se ha asociado por segunda vez con el canal de cine clásico TCM para organizar la que consideran una venta “inolvidable e histórica” por la popularidad que aún conserva el filme de Humphrey Bogart de 1942.
“Casablanca es una de las películas de guerra más queridas de Hollywood y uno de los títulos más prestigiosos de nuestra colección”, dice Dennis Adamovic, vicepresidente senior de TCM.
Por eso, esperan que el piano de Sam llegue a venderse por más de siete cifras, superando el casi medio millón de euros que alcanzó en 2012 en una subasta el segundo piano usado para las escenas de flashback en Paris, cuando Rick e Ilsa se enamoraron.
El actor de La reina de África parece que es un éxito asegurado aún hoy.
Otra popular película de Humphrey Bogart, El halcón maltés (1941), tiene hasta ahora el récord de venta de un objeto de cine.
El otoño pasado, cuando Bonhams y TCM se asociaron por primera vez para la subasta What Dreams are made of (De lo que están hechos los sueños), la figura del halcón que aparecía en el filme de John Huston alcanzó los tres millones de euros (cuatro millones de dólares).
Aquel día también se vendió el coche que presenció la mítica escena de despedida de Casablanca, un Buick Phaeton de 1940 por el que alguien pagó más de 300.000 euros.
En la subasta del próximo otoño, There’s no place like Hollywood, además del lote de objetos de Casablanca se pondrán a la venta recuerdos de películas que harán las delicias de cinéfilos.
Como el vestido que usó Rita Hayworth mientras cantaba Amado Mío en Gilda (1946), un retrato de Rodolfo Valentino como el Halcón negro pintado por Federico Armando Beltrán Massés en 1925; una pieza de vestuario que usó Jena Russell en El forajido (1943); el vestuario de Barbra Streisand en Vuelve a mi lado (1970), en Tal como éramos (1973) y en Yentl (1983); el delantal que llevó Judy Garland en El mago de Oz (1939) o las pruebas de capa que hizo el diseñador Adrian para los monos voladores.
Entre tanto fetiche, el piano en el que Dooley Wilson tocaba As Time Goes By será otra vez la estrella. Aunque ya no esté dentro del café de Rick, el piano color salmón aún está en perfecto estado y puede tocar la canción tantas veces como se la pidan.
Fue utilizado por última vez en un concierto de 2006 en el Hollywood Bowl de Los Ángeles que celebraba la banda sonora nominada al Oscar que compuso Max Steiner para Casablanca.
Y aquel “You must remember this…” volverá a sonar este otoño cuando alguien (que no pueda evitar el chiste) le grite
“Cómpralo otra vez, Sam”.
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