No deja de ser curioso que, mientras que el número de familias en el límite de la pobreza o la desnutrición infantil aumentan, triunfan en todas las cadenas los programas de cocina en los que la materia prima no sólo es excelente, sino que está generosa y abundantemente al alcance de los cocineros.
Si el cine se definió en su momento como "la fábrica de sueños", la televisión hace tiempo que ocupó su lugar en cuanto a generar deseos inalcanzables para la mayoría.
Como se ha dicho en alguna ocasión, el televisor ha sustituído al anhelado pollo de Carpanta. Anuncios y programas parecen buscar la salivación de la audiencia.
La eclosión de los programas culinarios en las distintas cadenas generalistas alcanzó ayer su punto cenital con el primer capítulo de la serie Chiringuito de Pepe (Telecinco).
La ficción se incorpora así a una larga serie de éxitos que, probablemente, comenzaron —y sigue— con Karlos Arguiñano, continuó con el recientemente fallecido Darío Barrio, llegó al punto intenso con Chicote y rompió moldes de audiencia con MasterChef, sin olvidarnos de las madres que enseñan a cocinar a lo hijos o los concursos de repostería.
Tantos éxitos y tan continuados no podían pasar desapercibidos para productores y programadores. ¿El resultado? La serie que ayer se estrenó (con 4.656.000 espectadores y 24,6% de share) y en la que, a priori, confluyen varios factores que pueden consolidarla entre las favoritas del público.
Un reparto atractivo: Santi Millán, Jesús Bonilla, Blanca Portillo, el Langui, Dafne Fernández, Manu Ríos o Begoña Maestre, entre otros.
Una producción solvente (Telecinco y 100 balas), un equipo de guionistas que, en principio, muestra dos detalles apreciables: diálogos sin pretensiones, creíbles, y una cualidad infrecuente: los silencios. Son muchas, la mayoría, las series españolas que consideran que el silencio en las escenas es sinónimo de fracaso o de estafa de los guionistas
. No perciben que el lenguaje audiovisual necesita también de cierto sosiego, que la imagen es con frecuencia el mensaje
. En Chiringuito de Pepe, al menos en su primer capítulo, sí parecen comprenderlo y lo asumen.
A grandes rasgos la trama se basa en el reto que se impone a sí mismo un reputadísimo chef (una especie de Ferrán Adriá, los hermanos Roca y Sergi Arola fusionados en Santi Millán, Sergi Roca en la ficción) por conseguir que uno de los peores restaurantes de España comandado por un Jesús Bonilla (Pepe) alcance una estrella Michelín en un plazo de seis meses, ayudado por una recia pescadora (Blanca Portillo) con un novio subsahariano que responde al nombre de Balotelli
. Digamos inmediatamente que en el primer capítulo la ironía irrumpe ya en la presentación de la serie con varias deconstrucciones culinarias que harían soliviantarse a Julio Camba, Álvaro Cunqueiro o a Manuel Vázquez Montalbán.
Añadamos que en un momento dado, y para gozo estético, se le quema el terrible peluquín que lleva Bonilla (ver foto) aunque mucho nos tememos que será reparado con rapidez, y que realizadores y productores han decidido situar la acción en Peñíscola, lugar que, cinematográficamente hablando, podría ser definido como "territorio Berlanga", pues allí rodó Calabuch y París-Tombuctú, un desafío importante ya que hablamos de uno de los grandes maestros del cine nacional, si bien en sus películas los sentimientos tenían un lugar secundario en la trama lo que, al parecer, no es el caso de la serie donde ya se barruntan varias historias de cortejos de y para todas las edades.
Comenzó, pues, una de las apuestas importantes del verano en un momento complicado de la sociedad española que, naturalmente, busca en la televisión una de las formas más baratas de abstraerse de una realidad agobiante cuando no cruel.
Como se dice en la serie y, prácticamente todos los días en el ámbito de la política, "hay que renovarse o morir", sentencia que lo mismo vale para los fogones que para la Monarquía o el socialismo. Chiringuito de Pepe arranca en un territorio berlanguiano que, no nos olvidemos, también lo es de Carlos Fabra.
La evolución de la serie y, consecuentemente, de la audiencia, decidirá en cual de los dos Españas aterrizará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario