Foto: vía bambistreetartist.com
"La gravedad de los escenarios y ritos de la alta cultura son sustituidos por el desenfado", sentenciaba el pasado sábado el pintor Alberto Corazón en las páginas de EL PAÍS.
Sin duda, un diagnóstico certero de esa cultura contemporánea que prefiere divertirse y olvidar la solemnidad –la misma que este verano celebra el arte pop en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid o se rinde ante artistas callejeros como Banksy–.
El último acto de la fiesta de entronización de los iconos populares lo lleva a cabo Bambi, el seudónimo que desde hace meses intentan capitalizar los famosos de Hollywood.
Nadie sabe cuál es su rostro ni su identidad, pero sus personajes en dos dimensiones van camino de convertirse en más populares que la Coca-Cola. Bambi, graduada en arte por la Central Saint Martins College of Art (Universidad de las Artes de Londres), es la nueva artista de moda.
Hay quienes ya la conocen como la hermana pequeña de Banksy, su homólogo callejero de Bristol y azote del capitalismo –también millonario gracias a él–. Comparten técnica, estilo y la misma aversión por dar la cara, aunque sus discursos son ligeramente diferentes.
A Bambi le apasiona la cultura pop, la retrata sin complejos y hace negocio con ella. Esta artista londinense empezó a expresar su genio hace cinco años, y desde entonces su escalonado ascenso se ha desarrollado gracias al padrinazgo de actores, cantantes y otras celebridades.
Curtida en las calles más gastadas del distrito de Islington, en la capital británica, sus obras se han revalorizado sobremanera desde que Angelina Jolie, Rihanna o Brad Pitt se declararon fervientes seguidores de su trabajo.
¿Su último encargo? El regalo de boda de Kanye West a Kim Kardashian. "Kanye quería algo majestuoso y a la vez muy Kim", explicó Leonard Villa, agente de Bambi, al diario Daily Mirror. Si lo consiguió o no, las redes sociales lo tienen muy claro
. Cuando se filtró la imagen hace dos semanas muchos aplaudieron la factura gráfica del trabajo pero no así su título. West lo llamó My Queen Kim, perfect bitch (Mi reina Kim, la zorra perfecta), una obsecenidad que en el argot rapero tiene una connotación más afectuosa, según aclaró el cariñoso mecenas.
Bambi retrata a los protagonistas más mediáticos de la sociedad actual y algún mito reciente: Angelina Jolie, Cara Delevingne, Amy Winehouse...
Sus obras se pueden adquirir a través de coleccionistas privados y por la Globe Gallery, su galería de cabecera. La firma Hyde Image Limited se encarga de certificar la autenticidad de sus trabajos, muchos de ellos ejecutados en paredes de la calle que la gente hace suyos como buenamente puede
. Cuando crea sobre soportes más ortodoxos, los rostros populares hacen cola. Hace unos meses Brad Pitt adquiría una obra de Bambi para su hijo Pax.
En ella aparecía Justin Bieber emulando a James Dean en el cartel de la película Rebelde sin causa. Como el actor estadounidense, Adele también se hizo con un bambi con motivo de su vigésimo cuarto cumpleaños. Robbie Williams –que pagó 20.000 euros por un trabajo–, Harry Styles y Rihanna son otros de los famosos que han sucumbido a los encantos pop de Bambi.
En noviembre del año pasado expuso por primera vez en una galería. La exhibición en la londinense Walton Fine Arts Gallery atrajo a decenas de coleccionistas y medios de comunicación, y supuso su bautismo oficial en el mercado del arte
. Lo que en otras partes del planeta supondría una apuesta osada, en Londres no lo es tanto
. En los últimos tiempos la ciudad vive una auténtica revolución del street art: King Robbo, Otto, Teddy, Pyrex o el propio Banksy son algunos de los numerosos genios del spray que se dedican a adornar sus calles
. Pero Bambi, la única fémina en su género que ha concitado tanto interés, ha conseguido que Hollywood se rinda a sus pies.
"La gravedad de los escenarios y ritos de la alta cultura son sustituidos por el desenfado", sentenciaba el pasado sábado el pintor Alberto Corazón en las páginas de EL PAÍS.
Sin duda, un diagnóstico certero de esa cultura contemporánea que prefiere divertirse y olvidar la solemnidad –la misma que este verano celebra el arte pop en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid o se rinde ante artistas callejeros como Banksy–.
El último acto de la fiesta de entronización de los iconos populares lo lleva a cabo Bambi, el seudónimo que desde hace meses intentan capitalizar los famosos de Hollywood.
Nadie sabe cuál es su rostro ni su identidad, pero sus personajes en dos dimensiones van camino de convertirse en más populares que la Coca-Cola. Bambi, graduada en arte por la Central Saint Martins College of Art (Universidad de las Artes de Londres), es la nueva artista de moda.
Hay quienes ya la conocen como la hermana pequeña de Banksy, su homólogo callejero de Bristol y azote del capitalismo –también millonario gracias a él–. Comparten técnica, estilo y la misma aversión por dar la cara, aunque sus discursos son ligeramente diferentes.
A Bambi le apasiona la cultura pop, la retrata sin complejos y hace negocio con ella. Esta artista londinense empezó a expresar su genio hace cinco años, y desde entonces su escalonado ascenso se ha desarrollado gracias al padrinazgo de actores, cantantes y otras celebridades.
Curtida en las calles más gastadas del distrito de Islington, en la capital británica, sus obras se han revalorizado sobremanera desde que Angelina Jolie, Rihanna o Brad Pitt se declararon fervientes seguidores de su trabajo.
¿Su último encargo? El regalo de boda de Kanye West a Kim Kardashian. "Kanye quería algo majestuoso y a la vez muy Kim", explicó Leonard Villa, agente de Bambi, al diario Daily Mirror. Si lo consiguió o no, las redes sociales lo tienen muy claro
. Cuando se filtró la imagen hace dos semanas muchos aplaudieron la factura gráfica del trabajo pero no así su título. West lo llamó My Queen Kim, perfect bitch (Mi reina Kim, la zorra perfecta), una obsecenidad que en el argot rapero tiene una connotación más afectuosa, según aclaró el cariñoso mecenas.
Foto: Facebook (Bambi Street Artist)
Sus obras se pueden adquirir a través de coleccionistas privados y por la Globe Gallery, su galería de cabecera. La firma Hyde Image Limited se encarga de certificar la autenticidad de sus trabajos, muchos de ellos ejecutados en paredes de la calle que la gente hace suyos como buenamente puede
. Cuando crea sobre soportes más ortodoxos, los rostros populares hacen cola. Hace unos meses Brad Pitt adquiría una obra de Bambi para su hijo Pax.
En ella aparecía Justin Bieber emulando a James Dean en el cartel de la película Rebelde sin causa. Como el actor estadounidense, Adele también se hizo con un bambi con motivo de su vigésimo cuarto cumpleaños. Robbie Williams –que pagó 20.000 euros por un trabajo–, Harry Styles y Rihanna son otros de los famosos que han sucumbido a los encantos pop de Bambi.
En noviembre del año pasado expuso por primera vez en una galería. La exhibición en la londinense Walton Fine Arts Gallery atrajo a decenas de coleccionistas y medios de comunicación, y supuso su bautismo oficial en el mercado del arte
. Lo que en otras partes del planeta supondría una apuesta osada, en Londres no lo es tanto
. En los últimos tiempos la ciudad vive una auténtica revolución del street art: King Robbo, Otto, Teddy, Pyrex o el propio Banksy son algunos de los numerosos genios del spray que se dedican a adornar sus calles
. Pero Bambi, la única fémina en su género que ha concitado tanto interés, ha conseguido que Hollywood se rinda a sus pies.
Foto: vía bambistreetartist.com
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