Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

10 may 2014

El refugio de una musa española Nació en San Sebastián y creció en París,.................................................... Andrea Aguilar


Sentada en su sofá, Olatz lleva camisa de su marca, Olatz, y pantalón de J Brand. Detrás de ella, cuadro de Schnabel. El estilismo es de Nono Vázquez. / Gorka Postigo

Hay quien dice que toda historia de éxito en Nueva York pasa por haber tomado una sabia decisión inmobiliaria a tiempo.
 Ya sea haber comprado un cochambroso piso en una fábrica del Soho de los setenta o haber cruzado los puentes del East River, cuando aquello no era tendencia. 
El caso de Olatz López-Garmendia es distinto: su mote bautiza uno de los edificios más singulares que se alzan en el West Village, el delirio extravagante que su entonces esposo, el pintor y director cinematográfico Julian Schnabel, diseñó con su ayuda sobre las antiguas caballerizas donde la pareja vivía.
 “Chupi” era el apelativo familiar que usaban en casa para referirse a la modelo vasca, y el Palazzo Chupi, una de las casas que montó con su exesposo y padre de sus dos hijos, Cy y Olmo
. Ahora Olatz ha montado un nuevo hogar en el mismo barrio, que a menudo comparte con amigos ahora que sus hijos se han marchado a la universidad.
Una fría mañana del pasado mes de marzo, Olatz recuerda sentada en un sofá su llegada a Nueva York hace 23 años, el primer dúplex donde vivió en el Upper West Side con una amiga estilista y la antigua iglesia reconvertida en casa que alquiló poco después cerca de Gramercy Park. Esbelta y delicada, sus ojos claros dan una pista de su determinación y fuerza
. Viste un vaquero negro y una camisa de seda granate con bolsillos y bordes blancos, una prenda estilo pijama que forma parte de las colecciones de ropa de casa y lencería de la firma que ella misma fundó y que ha surtido el armario de su iconoclasta expareja.
Olatz posa en su salón. Lleva un vestido azul de corte asimétrico de Alaïa. El estilismo es de Nono Vázquez. / Gorka Postigo
Nacida en San Sebastián, pasó los primeros años de su vida en París, hasta que a los 10 regresó a España. A los 18 trabajaba como modelo y estudiaba diseño en Barcelona
. A los 20 compró su primera casa: un ático en su ciudad natal desde el que veía el río y el mar. Lo llenó con muebles y piezas adquiridas en sus viajes.
 “Supongo que buscaba un ancla para contrarrestar mi vida nómada. Pasaba mucho tiempo en Marruecos y Bali, y aquella fue la primera casa que llené con elementos de los viajes. No me da miedo mover las cosas”.
El último traslado, por el momento, arrancó hace cuatro años mientras daba un paseo en bicicleta.
 Se topó con la casa en la que ahora vive, también en el West Village como el Palazzo, y decidió comprarla y reformarla, para transformar los cinco apartamentos en que estaba dividida en una sola vivienda
. El resultado de aquello es este hogar, con cinco chimeneas, un confortable e inmenso salón y una cocina cálida y colorista. Cuando la terminó, varios amigos le pidieron ayuda para reformar distintos espacios, y así fue como arrancó Olatz Interiors, un estudio-tienda de diseño de interiores. Diseña alfombras, vende algunos de sus hallazgos y objetos de fabricación propia, participa en la decoración de un restaurante y también en el de un hotel pequeño. 
“He llevado una vida de traslados y de obras, me encanta cambiar espacios.
 Todo son decisiones por tomar cuando empiezas a hacer una obra. ¿El enchufe? ¿Dónde ponerlo?”, comenta antes de soltar una carcajada.
Un paseo por las páginas-estancias del particular dietario de Olatz en Nueva York muestra las diversas facetas de esta elegante mujer, de alma inquieta que no teme a la mezcla, ni al cambio. En su caso, el resultado siempre termina siendo suave, personal y armonioso
. Los paneles de madera que adornan una de las paredes del salón los compró a la universidad Cooper Union cuando remozaron sus aulas, el marco francés de la puerta de acceso al inmenso salón lo encontró en una almoneda, las lámparas-columna las hizo ella misma, la mesa de la cocina la construyó con el mármol que servía de pavimento en el antiguo edificio del MOMA, el verde chilango de las paredes de la cocina en el piso inferior viene de sus estancias en México, y de allí procede también su afición a los exvotos, los pequeños cuadritos milagro, alguno de los cuales los hizo ella misma.
He llevado una vida de traslados y de obras. Me encanta cambiar espacios, porque todo
son decisiones pendientes de tomar
Su infancia parisiense dice que le dejó una fuerte influencia de la estética francesa
. Las casas españolas de sus abuelas aportaron su pasión por las baldosas ajedrezadas y su amor por los pasillos. 
“En mis casas sigo reproduciendo espacios que me reconfortan, que me recuerdan mis vidas”, explica
. “Supongo que mi estilo es un poco clásico porque no me gustan nada esos espacios que no te recuerdan a nada, como las naves de cristal y acero”.
 En la entrada están los cuadros de su hermano Alejandro Garmendia, y distribuida por toda la casa, la obra de Schnabel.
 Desde los retratos de Olatz con su hijo Cy hechos con vajillas rotas hasta los lienzos en lona de camión sobre los que retrató a Cy y Olmo, o un inmenso retrato de Olatz en papel. 
“Me gusta ver los cuadros. Ayudé durante muchos a años a Julian a montar sus exposiciones y estoy acostumbrada a cambiarlos y ponerlos”.
Terminado el té y el paseo, antes de despedirse, Olatz habla de otro proyecto que se trae entre manos; un documental sobre Cuba con el que trata de ofrecer una visión caleidoscópica del país
. “El tema cubano siempre me ha interesado y ahí está la película Antes que anochezca.
  El proyecto está tomando su tiempo, porque el documental va mutando
. Lo que no cambia es que aquí casi todos mis amigos son cubanos”. 
Tampoco muta el estilo de Olatz, la decidida musa española.

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