Pablo Picasso con una capa Seseña que le regaló su amigo Luis Miguel Dominguín, retratado por Irving Penn, en 1957. / EFE
POR MÓNICA PARGA
¿Qué marca puede presumir de haber vestido a Valle-Inclán, Catherine Deneuve, Fellini y Hillary Clinton? Capas Seseña ha sido testigo de la historia del último siglo a través de los ilustres personajes que han lucido sus famosas capas.
Desde Pío Baroja hasta Jeff Bezos (creador de Amazon), pasando por Rafael Alberti, Michael Jackson y Camilo José Cela. Según cuenta la familia de Picasso, el pintor está enterrado con una capa Seseña.
Ya son leyenda. Fundada en 1901 por Santos Seseña, la casa es una referencia internacional gracias a sus legendarias capas confeccionadas en paño de Béjar.
La decisión de su fundador de especializarse en la fabricación y venta de la capa clásica le hizo diferenciarse de las demás sastrerías que poco a poco habían dejado de ofrecerla.
Hoy en día pueden enorgullecerse de ser la única tienda del mundo dedicada a esta prenda. Marina Conde ha sido la última en rescatarla en su colección cápsula ‘La Condesa para Capas Seseña’, recordando lo elegante que puede resultar lucir una de ellas.
La casa ha ido pasando de generación en generación, cada heredero ha aportado una novedad para su crecimiento
. Santos, el fundador, supo ver el potencial diferenciador de la capa.
Tomás, su hijo, introdujo la prenda en los círculos culturales de la capital. Enrique, nieto del fundador, fue el que decidió añadir una línea para mujer y abrir una tienda virtual en 1998
. La cuarta generación, con Marcos y Daniel Seseña, continúa preservando la leyenda de Capas Seseña a través de nuevos modelos y colaboraciones.
Anuncio de la casa, con fecha entre 1900 y 1920.
Marcos Seseña cuenta cómo empezó todo, en 1901, cuando su bisabuelo decidió apostar por esta prenda: “Sintió que había un deseo por mantener viva la prenda”.
Bordado a bordado, la fama de Seseña llegó hasta la corte: Alfonso XIII encargó en 1927 varias capas para él y para sus hijos los infantes Don Alfonso y Don Jaime, y la firma obtuvo el título de proveedor de la Casa Real.
Hoy, tanto el rey Juan Carlos como la reina Sofía cuentan con su capa Seseña, igual que el príncipe de Gales y, en su día, Lady Di.
Pero volvamos al principio. En sus primeros años de andadura, la marca vistió a dramaturgos de la talla de Pío Baroja, Muñoz Seca y Valle-Inclán, quien con la capa, sus gafas redondas y su larga barba blanca paseaba por la alameda de Santiago recogiendo inspiración para sus sonatas.
El médico Gregorio Marañón se protegía del frío con una, y el General Primo de Rivera también tuvo la suya. Incluso el actor italiano Rodolfo Valentino la atesorba en su armario.
Pío Baroja, a la izquierda, y Valle-Inclán, con sus respectivas capas Seseña.
Con la entrada en el negocio de Tomás Seseña, abuelo de Marcos, la casa se acercó a los círculos culturales, artísticos e intelectuales.
Tomás ocupó varios cargos en instituciones mercantiles y de relaciones exteriores, además de asumir la dirección de Radio Nacional de España durante varios años.
“Mi abuelo era muy sociable”, apunta Marcos.
El nuevo propietario entabló amistad con Chicote (fundador de la famosa coctelería homónima de Gran Vía), quien le fue presentando a las estrellas de cine que frecuentaban sus fiestas en los cincuenta. “Ava Gardner, Cary Grant, Gary Cooper, Mastroianni, Catherine Deneuve… Todos ellos adquirieron su capa Seseña”, cuenta Marcos. La tienda ya era parte del recorrido turístico madrileño. Marcos señala:
“Hay que tener en cuenta que sin los medios que tenemos ahora, Internet, televisión y demás, cuando las personalidades entraban en la tienda, los dependientes quizás no les conocían. Se nos habrán pasado decenas de personajes conocidos”.
El que no pasó desapercibido fue Federico Fellini, que adquirió alrededor de cinco capas durante los seis meses que pasó en Madrid en 1993 poco antes de morir.
El invierno de la capital le debió de impresionar.
Su historia con Picasso es de las más especiales para la casa
. El artista tuvo dos capas, y luce una de ellas en la famosa fotografía de Irving Penn, tomada en Cannes en 1957.
La capa, de corte clásico y con bordados, “fue un regalo de su amigo Luis Miguel Dominguín.
Por aquel entonces Picasso estaba exiliado en París, y en uno de sus viajes, quizás para la feria de Niza de toros, Dominguín le llevó la capa”, explica Marcos
. La segunda capa fue un obsequio de su esposa Jacqueline Roque, como relata: “Ella se las ingenió y se puso en contacto con Eugenio Arias, su barbero y amigo, que también vivía en Francia y tenía familia en Madrid.
Eugenio llamó a su padre en Madrid, que a su vez llamó a su yerno, y fue él quien se acercó a Capas Seseña, compró la capa para Picasso y habló con Santamaría, el jugador del Real Madrid.
El equipo jugaba una eliminatoria de la copa de Europa en Niza, y cuando fueron a jugar para allá le llevaron la capa a Picasso
. Es una triangulación muy curiosa”.
La historia de esa capa no acaba ahí. “Cuenta su familia, y Eugenio Arias en sus memorias, que cuando Picasso murió, Arias en persona lo envolvió con la capa. Su hija Maya también lo corrobora, diciendo que ‘la capa tenía unos preciosos bordados con flores’
Esta descripción, junto a las decenas de lecturas que se pueden consultar, nos dicen que es nuestra capa. Es una maravilla que Picasso esté enterrado con una capa Seseña”.
La firma ha sido protagonista de momentos icónicos de la historia. En las Olimpiadas de Invierno de Japón de 1972, Francisco Fernández Ochoa, medalla de oro de Slalom Gigante, recogió su precio con una capa Seseña, “de un color negro que resaltaba, muy elegante, sobre el blanco de la nieve”, apunta la casa.
Sus capas han llegado hasta Estocolmo gracias a Camilo José Cela, quien eligió un modelo muy sobrio para recoger su Premio Nobel de Literatura en 1989.
Camilo José Cela con una capa Seseña en la portada de El País Semanal del 10 de diciembre de 1989.
Han llegado hasta la Casa Blanca, gracias a Hillary Clinton. Tras ver a su hija Chelsea con una capa de la firma y enamorarse de la prenda, la ex Secretaria de Estado decidió que no podía dejar de ir a la tienda la próxima vez que viajara a la ciudad. La ocasión llegó en diciembre de 1997, cuando su marido Bill Clinton (entonces presidente de Estados Unidos) y ella vinieron a España de visita oficial. “Fueron mi padre y dos trabajadores de la casa a la embajada estadounidense a llevarle una selección de modelos, y se compraron seis o siete capas. Hillary en particular adquirió un poncho con dos franjas de color azul y lo estuvo paseando por Madrid esa misma mañana… Al día siguiente se despidió con él desde el Air Force One. La fotografía dio la vuelta al mundo”, recuerda Marcos.
El rey del pop también sucumbió a los paños de Béjar: “Michael Jackson daba un concierto en Barcelona a principios de los noventa, y desde la productora se pusieron en contacto con nosotros para pedirnos una capa. Se la puso a los pocos días”, relata Marcos. “Bruce Springsteen y Julio Iglesias también tienen una”, añade. Sólo les falta llegar a los Oscar, aunque han estado cerca: el actor Nicolas Cage les encargó una capa para llevarla en la ceremonia, pero hizo tanto calor esa noche que al final no pudo lucirla. Pierce Brosnan fue otro de los que acudieron personalmente a la tienda, en su caso por recomendación de su mujer, quien le había dicho que no podía irse de Madrid sin visitar Capas Seseña. “Estaba en Madrid rodando un anuncio. Se paró enfrente de la tienda, le vi bajarse del coche. Entró, se probó la capa clásica, y se llevó además dos ponchos para su mujer y para su madre. Nos quedamos todos pasmados”, cuenta Marcos. Incluso Jeff Bezos, el dueño y fundador del imperio Amazon, ha estado en el nº23 de la calle de la Cruz. Visitó la tienda con su familia en 2010 y se llevó nada menos que seis capas.
Varios modelos la colección La Condesa para capas Seseña.
Para reintroducir esta particular prenda en el armario actual, Capas Seseña se ha aliado con Marina Conde, conocida por las chaquetas militares de su marca La Condesa. La diseñadora extremeña ha creado varios modelos que conjugan la tradición de la casa con su estilo rockero a la vez que aristocrático. “Quedamos, nos conocimos, le comenté mis objetivos, y empezó a diseñar. Participé con ella en el diseño dando algunas indicaciones. Entre nuestros paños, sus forros, sus botones, nuestro corte… Finalmente dimos con tres modelos, y sacaremos muchos más”.
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