Gabriel Pérez Castellanos quiere convertirse en el primer magistrado invidente de España
Necesita el permiso del Gobierno de los jueces.
Gabriel Pérez Castellanos, licenciado en Derecho, lleva ocho meses y
medio esperando saber si le dejarán ejercer de juez si aprueba las
oposiciones.
Nadie tendría que preguntar esto, pero él sí, porque es ciego.
El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que ha de pronunciarse sobre este asunto, aplazó ayer de nuevo la decisión. Retiraron este asunto del orden del día y, en su lugar, el vocal Manuel Fernández, que preside el Foro Justicia y Discapacidad, hará un informe que confía tener terminado en un mes
. Queda así descartado un informe desfavorable que se emitió, pero no se votó, en julio.
Se retira ese texto, pero el CGPJ no explica cómo se argumentó entonces aquella negativa.
Nunca ha habido un juez ciego en España y este vallisoletano de 23 años, antes de ponerse a hincar codos, quiere estar seguro de poder ejercer si aprueba las oposiciones.
Lo que nadie le niega es poder presentarse a ellas, pero tanto esfuerzo —el tiempo medio para sacar estas oposiciones es de cinco años— podría no servirle de nada.
“Hay normativa para regular estos casos excepcionales en Reino Unido, Alemania u Holanda”, razona.
El joven entiende que la discriminación a veces es “razonable”. “Alguien con síndrome de Down no puede estar preparado para ser juez o un ciego hace 30 años, cuando no existían ordenadores”
. Pero, ahora, en la era de la informática, él no encuentra problemas. Para casos puntuales, como el levantamiento de un cadáver, en los que se necesita ver, recuerda que existen los secretarios judiciales —“a los que se quiere potenciar en sus funciones”— y los ayudantes.
En febrero de 2013, a pocos meses de terminar su licenciatura, habló con un profesor de su confianza sobre su futuro laboral y este le recomendó estudiar judicatura. “Estaba de exámenes y no me convenció mucho, pero luego pensé que era lo mejor”, recuerda. Así que acudió a la Audiencia Provincial de Valladolid en busca de un magistrado que ejerciese de preparador, como el que tienen todos los opositores
. “El presidente de la Audiencia me llamó luego a mi móvil y me dijo que encantados me preparaban, pero que antes consultase al Consejo General del Poder Judicial si iba a poder ser juez”, recuerda.
Perdió la vista en los años sesenta cuando estudiaba Derecho y consiguió terminar la carrera gracias a que sus compañeros grabaron las clases en casetes.
Durante 20 años, batalló para convertirse en magistrado.
Asegura que en 1991 aprobó las oposiciones con una de las mejores notas, pero que un examen médico posterior le apartó de la carrera judicial después de años de mucho esfuerzo.
Un tribunal, pese a las protestas de un grupo de abogados, determinó que no podía ejercer de magistrado porque no podía leer los procesos. Pero ese obstáculo está solventado, pues todos los documentos están ya digitalizados.
De todos modos, Fonseca aprovecha la lectura pública de los procesos que tienen que hacer los funcionarios de los juzgados del Tribunal Regional de Trabajo de Curitiba y dicta sus decisiones. Juzga 400 procesos al mes.
“El braille ayuda a la alfabetización de jóvenes ciegos, pero es limitado”, explicó en el canal Globo News recientemente.
Y allí empezó el peregrinar de este alumno que disfruta escuchando la
radio y leyendo. En el CGPJ le pidieron que redactase una instancia con
su caso, y, pese a que el informe fue desfavorable, no hubo un
pronunciamiento
. Le recomendaron, además, que se dirigiese al Ministerio de Justicia, porque las oposiciones a fiscal —su otra opción— dependen de esta institución.
“Yo creo que lo hicieron para pasarse la pelota de unos a otros”, asegura el estudiante, que sacó una nota media de 7,9 en Derecho
. La respuesta, le dijeron, se la darían el septiembre, pero pasó el verano sin noticias.
Así que lanzó una petición en la plataforma de denuncias change.org y 28.000 personas le han dado su apoyo con su firma.
“Yo sé que es un tema minoritario, pero lo que se necesita es voluntad política”, sostiene.
Pérez Castellanos, que es boy scout y juega al gol ball (futbito con una pelota con cascabeles), contactó con un letrado soriano invidente parcial que se ha presentado a las oposiciones cuatro veces sin aprobarlas.
“A él no le dieron respuesta. Le dijeron que tenía que resolverlo el Gobierno”, relata el vallisoletano, que nació con vista.
“Tuve un glaucoma de pequeñín, me operaron y salió bien, pero luego se fastidió el nervio óptico y dejé de ver”.
No tiene claro que con él se cumpla el artículo 14 de la Constitución.
Este afirma que “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”
. Y, desde luego, sabe que no se garantiza el artículo 103, en el que se dicta que la Administración “actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización...”.
De momento, estudia un máster del despacho Garrigues en Asesoría Fiscal y Laboral con una beca de Universia. Está muy contento con esta formación y no descarta dedicarse al derecho laboral, pero no deseaba decidir sobre su devenir sin saber si las puertas de la judicatura están abiertas para él.
Nadie tendría que preguntar esto, pero él sí, porque es ciego.
El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que ha de pronunciarse sobre este asunto, aplazó ayer de nuevo la decisión. Retiraron este asunto del orden del día y, en su lugar, el vocal Manuel Fernández, que preside el Foro Justicia y Discapacidad, hará un informe que confía tener terminado en un mes
. Queda así descartado un informe desfavorable que se emitió, pero no se votó, en julio.
Se retira ese texto, pero el CGPJ no explica cómo se argumentó entonces aquella negativa.
Nunca ha habido un juez ciego en España y este vallisoletano de 23 años, antes de ponerse a hincar codos, quiere estar seguro de poder ejercer si aprueba las oposiciones.
Lo que nadie le niega es poder presentarse a ellas, pero tanto esfuerzo —el tiempo medio para sacar estas oposiciones es de cinco años— podría no servirle de nada.
“Hay normativa para regular estos casos excepcionales en Reino Unido, Alemania u Holanda”, razona.
El joven entiende que la discriminación a veces es “razonable”. “Alguien con síndrome de Down no puede estar preparado para ser juez o un ciego hace 30 años, cuando no existían ordenadores”
. Pero, ahora, en la era de la informática, él no encuentra problemas. Para casos puntuales, como el levantamiento de un cadáver, en los que se necesita ver, recuerda que existen los secretarios judiciales —“a los que se quiere potenciar en sus funciones”— y los ayudantes.
En febrero de 2013, a pocos meses de terminar su licenciatura, habló con un profesor de su confianza sobre su futuro laboral y este le recomendó estudiar judicatura. “Estaba de exámenes y no me convenció mucho, pero luego pensé que era lo mejor”, recuerda. Así que acudió a la Audiencia Provincial de Valladolid en busca de un magistrado que ejerciese de preparador, como el que tienen todos los opositores
. “El presidente de la Audiencia me llamó luego a mi móvil y me dijo que encantados me preparaban, pero que antes consultase al Consejo General del Poder Judicial si iba a poder ser juez”, recuerda.
Con Brasil en la mente
En 2009 un procurador brasileño, Ricardo Tadeu Fonseca, se convirtió en el primer juez invidente de su país.Perdió la vista en los años sesenta cuando estudiaba Derecho y consiguió terminar la carrera gracias a que sus compañeros grabaron las clases en casetes.
Durante 20 años, batalló para convertirse en magistrado.
Asegura que en 1991 aprobó las oposiciones con una de las mejores notas, pero que un examen médico posterior le apartó de la carrera judicial después de años de mucho esfuerzo.
Un tribunal, pese a las protestas de un grupo de abogados, determinó que no podía ejercer de magistrado porque no podía leer los procesos. Pero ese obstáculo está solventado, pues todos los documentos están ya digitalizados.
De todos modos, Fonseca aprovecha la lectura pública de los procesos que tienen que hacer los funcionarios de los juzgados del Tribunal Regional de Trabajo de Curitiba y dicta sus decisiones. Juzga 400 procesos al mes.
“El braille ayuda a la alfabetización de jóvenes ciegos, pero es limitado”, explicó en el canal Globo News recientemente.
. Le recomendaron, además, que se dirigiese al Ministerio de Justicia, porque las oposiciones a fiscal —su otra opción— dependen de esta institución.
“Yo creo que lo hicieron para pasarse la pelota de unos a otros”, asegura el estudiante, que sacó una nota media de 7,9 en Derecho
. La respuesta, le dijeron, se la darían el septiembre, pero pasó el verano sin noticias.
Así que lanzó una petición en la plataforma de denuncias change.org y 28.000 personas le han dado su apoyo con su firma.
“Yo sé que es un tema minoritario, pero lo que se necesita es voluntad política”, sostiene.
Pérez Castellanos, que es boy scout y juega al gol ball (futbito con una pelota con cascabeles), contactó con un letrado soriano invidente parcial que se ha presentado a las oposiciones cuatro veces sin aprobarlas.
“A él no le dieron respuesta. Le dijeron que tenía que resolverlo el Gobierno”, relata el vallisoletano, que nació con vista.
“Tuve un glaucoma de pequeñín, me operaron y salió bien, pero luego se fastidió el nervio óptico y dejé de ver”.
No tiene claro que con él se cumpla el artículo 14 de la Constitución.
Este afirma que “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”
. Y, desde luego, sabe que no se garantiza el artículo 103, en el que se dicta que la Administración “actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización...”.
De momento, estudia un máster del despacho Garrigues en Asesoría Fiscal y Laboral con una beca de Universia. Está muy contento con esta formación y no descarta dedicarse al derecho laboral, pero no deseaba decidir sobre su devenir sin saber si las puertas de la judicatura están abiertas para él.
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