La mítica serie de divulgación científica de los ochenta que presentaba Carl Sagan regresa adaptada al siglo XXI de la mano de National Geographic.
Con él fuimos hasta la orilla del océano cósmico, descubrimos la
armonía de los mundos, admiramos el espinazo estelar de la noche y nos
introdujimos en la vieja Biblioteca de Alejandría para ver trabajar a
Eratóstenes y tomar de las estanterías la obra perdida de Aristarco.
¿Recuerdan?
Era Carl Sagan, un joven astrónomo espigado con chaqueta de pana y media melena que nos contagió el entusiasmo por la ciencia y el asombro ante las maravillas del universo.
Lo hizo a través de una serie televisiva de 1980 que marcó un antes y un después en la divulgación científica, Cosmos.
Recorría 15.000 millones de años, y parece que fue ayer.
El neoyorquino Carl Sagan (1934-1996), uno de los científicos más populares de nuestra época, famoso por libros como Los dragones del Edén, su novela Contacto (en la que se basó la película de Jodie Foster) o su participación en el envío de mensajes estelares a bordo de las sondas espaciales, consideraba que el interés popular por la astronomía, el inicio de la vida y la historia de la ciencia justificaba que se lo estimulara mediante el poder de la televisión.
El programa que ayudó a crear y presentó, Cosmos, iba destinado a un público amplio, tenía que producir impacto desde el ángulo visual y musical y, recalcaba Sagan, debía “afectar al corazón tanto como la mente”.
Con prácticamente las mismas premisas pero adaptadas a lo que espera un espectador del siglo XXI, llega un nuevo Cosmos, avalado por la viuda de Sagan, Ann Druyan (en la producción), y el sello de National Geographic Channel (NGC)
. El programa lo estrena el lunes simultáneamente en 180 países (entre ellos España) y en 48 idiomas Fox International Channels en todos sus canales (23.00).
A partir del 17 de marzo podrá seguirse la serie los lunes en NGC.
Uno de los grandes retos del regreso de Cosmos era encontrar un presentador a la altura del legendario Sagan
. El hombre elegido es otro grandísimo astrofísico y popular divulgador científico, también neoyorquino, Neil deGrasse Tyson (1958).
El nuevo presentador, que es de raza negra y al que en el primer capítulo podemos ver a bordo de una espectacular nave espacial con forma de platillo volante vertical —una actualización de la célebre “nave de la imaginación” de Sagan— recorriendo con entusiasmo las lejanías del sistema solar (¡y encontrando al Voyager!), tiene claro que el reto es grande.
“Sin perder la pasión de la primera serie debíamos ser capaces de explicar las tantísimas cosas nuevas que hemos descubierto del universo desde entonces”, explica.
“Hemos querido hacer énfasis a la vez en la celebración de la ciencia y en nuestra responsabilidad por el uso de la tecnología”
. Cuando le apunto que la primera y última parte de su nombre sugieren valor de astronauta y punch de gran comunicador, ríe de buena gana (no en balde tiene un gran sentido del humor, como acredita que apareciera en un episodio de The Big Bang Theory).
De la inevitable comparación con Sagan dice que no trata de ser él “sino de dar la mejor versión de mí mismo”.
Considera que el desafío “es hablar de temas complejos sin desanimar al espectador”, pero destaca el apoyo que significan las poderosas imágenes que acompañan al programa.
Reflexiona que allá arriba, sorteando agujeros negros, “a veces uno se siente muy solo, pero siempre encuentro el camino de vuelta a casa”. Tyson opina que su presencia en la serie puede estimular las vocaciones científicas de los afroamericanos, poco representados en el mundo de la ciencia.
Se ve abriendo camino, como un Jesse Owens de las estrellas.
Era Carl Sagan, un joven astrónomo espigado con chaqueta de pana y media melena que nos contagió el entusiasmo por la ciencia y el asombro ante las maravillas del universo.
Lo hizo a través de una serie televisiva de 1980 que marcó un antes y un después en la divulgación científica, Cosmos.
Recorría 15.000 millones de años, y parece que fue ayer.
El neoyorquino Carl Sagan (1934-1996), uno de los científicos más populares de nuestra época, famoso por libros como Los dragones del Edén, su novela Contacto (en la que se basó la película de Jodie Foster) o su participación en el envío de mensajes estelares a bordo de las sondas espaciales, consideraba que el interés popular por la astronomía, el inicio de la vida y la historia de la ciencia justificaba que se lo estimulara mediante el poder de la televisión.
El programa que ayudó a crear y presentó, Cosmos, iba destinado a un público amplio, tenía que producir impacto desde el ángulo visual y musical y, recalcaba Sagan, debía “afectar al corazón tanto como la mente”.
Con prácticamente las mismas premisas pero adaptadas a lo que espera un espectador del siglo XXI, llega un nuevo Cosmos, avalado por la viuda de Sagan, Ann Druyan (en la producción), y el sello de National Geographic Channel (NGC)
. El programa lo estrena el lunes simultáneamente en 180 países (entre ellos España) y en 48 idiomas Fox International Channels en todos sus canales (23.00).
A partir del 17 de marzo podrá seguirse la serie los lunes en NGC.
Uno de los grandes retos del regreso de Cosmos era encontrar un presentador a la altura del legendario Sagan
. El hombre elegido es otro grandísimo astrofísico y popular divulgador científico, también neoyorquino, Neil deGrasse Tyson (1958).
El nuevo presentador, que es de raza negra y al que en el primer capítulo podemos ver a bordo de una espectacular nave espacial con forma de platillo volante vertical —una actualización de la célebre “nave de la imaginación” de Sagan— recorriendo con entusiasmo las lejanías del sistema solar (¡y encontrando al Voyager!), tiene claro que el reto es grande.
“Sin perder la pasión de la primera serie debíamos ser capaces de explicar las tantísimas cosas nuevas que hemos descubierto del universo desde entonces”, explica.
“Hemos querido hacer énfasis a la vez en la celebración de la ciencia y en nuestra responsabilidad por el uso de la tecnología”
. Cuando le apunto que la primera y última parte de su nombre sugieren valor de astronauta y punch de gran comunicador, ríe de buena gana (no en balde tiene un gran sentido del humor, como acredita que apareciera en un episodio de The Big Bang Theory).
De la inevitable comparación con Sagan dice que no trata de ser él “sino de dar la mejor versión de mí mismo”.
Considera que el desafío “es hablar de temas complejos sin desanimar al espectador”, pero destaca el apoyo que significan las poderosas imágenes que acompañan al programa.
Reflexiona que allá arriba, sorteando agujeros negros, “a veces uno se siente muy solo, pero siempre encuentro el camino de vuelta a casa”. Tyson opina que su presencia en la serie puede estimular las vocaciones científicas de los afroamericanos, poco representados en el mundo de la ciencia.
Se ve abriendo camino, como un Jesse Owens de las estrellas.
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