Rajoy ha evitado referirse al bochornoso espectáculo de la entrega de armas de la banda terrorista.
Es que evita hablar de cosas importantes, se cree un Bunanero de Cabo de Hornos, El se limita a hacer acto de presencia y decir tonterias, es el problema de los PEPEROS que se creen más listos que nadie, y roban, blanquean prevarican con la soltura que da los años de prácticas...
“No merece la pena”.
Con esta expresión, Mariano Rajoy ha evitado hablar, durante el debate con el portavoz del PNV, Aitor Esteban, del bochornoso espectáculo en el que ETA simuló una ridícula entrega de armas, de que la Audiencia Nacional haya llamado a declarar, en una convocatoria sin precedentes, a los verificadores internacionales del desarme de ETA, lo que forzó al lehendakari Urkullu a acudir a Madrid a respaldarles por el compromiso del Gobierno vasco con ellos.
Está claro que a Rajoy no le gustó nada todo lo sucedido durante el fin de semana, desde el show de ETA hasta la convocatoria de la Audiencia Nacional a los verificadores internacionales.
Con su silencio se desmarcó claramente de la beligerancia de los portavoces de su partido, María Dolores de Cospedal y Esteban González Pons, que acusaron a los verificadores internacionales de trabajar a favor de ETA y en contra de España, a la par que ridiculizaron a Urkullu, al PNV y al PSE por apoyar públicamente su labor.
Asimismo, al reconocer que la situación ha cambiado en el País Vasco tras el cese definitivo de la violencia y respetar las decisiones de los tribunales se ha desmarcado claramente de los sectores más duros del PP. También de Vox, que tras señalar que ETA está más fuerte que nunca, le reclama la ilegalización de la izquierda abertzale y que no cumpla las sentencias de los tribunales, como la anulación de la aplicación retroactiva de la doctrina Parot.
Hoy ha quedado claro que Rajoy ha optado por no ser beligerante con el lehendakari Urkullu ni con el PNV.
Ambos coinciden en urgir a ETA a que se disuelva.
Hoy lo han vuelto a escenificar tanto Rajoy como el portavoz del PNV al reclamar a la izquierda abertzale que exija a ETA su disolución cuanto antes.
A Rajoy le interesa entenderse con el lehendakari porque no quiere abrir un nuevo conflicto en Euskadi, porque bastante tiene ya con el de Cataluña.
Y a Urkullu no le interesa acercarse a la izquierda abertzale, porque es su principal rival político y le podría engullir.
Este miércoles ha quedado claro que entre Rajoy y Urkullu existe una comunicación fluida.
La cuestión de fondo está en qué pueden hacer ambos Gobiernos para agilizar la disolución de la banda terrorista, una cuestión que en el debate se ha pasado de puntillas. El PNV le ha vuelto a pedir a Rajoy una política proactiva para el desarme de ETA y la aplicación de la ley penitenciaria con los presos de la banda. Rajoy se ha remitido a los tribunales y a las leyes.
La clave está en cómo se aplica esa ley penitenciaria.
Con esta expresión, Mariano Rajoy ha evitado hablar, durante el debate con el portavoz del PNV, Aitor Esteban, del bochornoso espectáculo en el que ETA simuló una ridícula entrega de armas, de que la Audiencia Nacional haya llamado a declarar, en una convocatoria sin precedentes, a los verificadores internacionales del desarme de ETA, lo que forzó al lehendakari Urkullu a acudir a Madrid a respaldarles por el compromiso del Gobierno vasco con ellos.
Está claro que a Rajoy no le gustó nada todo lo sucedido durante el fin de semana, desde el show de ETA hasta la convocatoria de la Audiencia Nacional a los verificadores internacionales.
Con su silencio se desmarcó claramente de la beligerancia de los portavoces de su partido, María Dolores de Cospedal y Esteban González Pons, que acusaron a los verificadores internacionales de trabajar a favor de ETA y en contra de España, a la par que ridiculizaron a Urkullu, al PNV y al PSE por apoyar públicamente su labor.
Asimismo, al reconocer que la situación ha cambiado en el País Vasco tras el cese definitivo de la violencia y respetar las decisiones de los tribunales se ha desmarcado claramente de los sectores más duros del PP. También de Vox, que tras señalar que ETA está más fuerte que nunca, le reclama la ilegalización de la izquierda abertzale y que no cumpla las sentencias de los tribunales, como la anulación de la aplicación retroactiva de la doctrina Parot.
Hoy ha quedado claro que Rajoy ha optado por no ser beligerante con el lehendakari Urkullu ni con el PNV.
Ambos coinciden en urgir a ETA a que se disuelva.
Hoy lo han vuelto a escenificar tanto Rajoy como el portavoz del PNV al reclamar a la izquierda abertzale que exija a ETA su disolución cuanto antes.
A Rajoy le interesa entenderse con el lehendakari porque no quiere abrir un nuevo conflicto en Euskadi, porque bastante tiene ya con el de Cataluña.
Y a Urkullu no le interesa acercarse a la izquierda abertzale, porque es su principal rival político y le podría engullir.
Este miércoles ha quedado claro que entre Rajoy y Urkullu existe una comunicación fluida.
La cuestión de fondo está en qué pueden hacer ambos Gobiernos para agilizar la disolución de la banda terrorista, una cuestión que en el debate se ha pasado de puntillas. El PNV le ha vuelto a pedir a Rajoy una política proactiva para el desarme de ETA y la aplicación de la ley penitenciaria con los presos de la banda. Rajoy se ha remitido a los tribunales y a las leyes.
La clave está en cómo se aplica esa ley penitenciaria.
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