La princesa de Noruega retoma con fuerza su agenda tras semanas de ausencia y muestra una imagen facial renovada.
Mette Marit ha reaparecido rejuvenecida
tras un largo periodo de ausencia de los actos oficiales.
La princesa de Noruega, a los 40 años, ha decidido someterse a un retoque facial, una práctica cada vez más común, también en el colectivo de la realeza europea
. Mette Marit ha eliminado de su cara las pequeñas arrugas de expresión que tenía, se ha tensado el perfil del óvalo y sus párpados ya no tienen tantos pliegues.
Solo con comparar las imágenes de la esposa del heredero al trono de Noruega de hace unos meses con las de estos días se puede ver el cambio al que se ha sometido.
Ya hace dos años, la prensa Noruega advertía de que su princesa había comenzado a eliminar alguna huellas de la edad de su cara, pero la transformación de ahora es más evidente.
Este nuevo retoque estético coincide con su regreso a la vida oficial tras permanecer alejada del público, una ausencia que fue justificada por una operación de hernia cervical.
Sin embargo, algunos medios noruegos aseguraron que la baja fue más prolongada de lo esperado y que obedecía a una crisis matrimonial.
Ante esta situación, Haakon y Mette Marit se vieron obligados a difundir una foto de ambos por las redes sociales y demostrar así que seguían juntos.
Mette Marit es una pionera en el mundo de la realeza.
Fue la primera mujer sin orígenes aristocráticos en entrar en los salones de la vieja institución monárquica.
En parte gracias a ella, poco después, Mary Donaldson se casaba con Federico de Dinamarca; Camilla Parker Bowles, con Carlos de Inglaterra; Máxima Zorreguieta, con Guillermo de Holanda y Letizia Ortiz, con Felipe de Borbón.
Y es que todas, al igual que la entonces novia de Haakon, tenían un pasado inusual hasta ese momento para una princesa.
Por eso, cuando Mette Marit y Haakon pronunciaron el "sí quiero" en la catedral de Oslo, delante de representantes de las casas reales de todo el mundo, se sellaba algo más que una historia de amor, empezaban los aires de cambio, nacía esa generación de reyes del siglo XXI.
En estos últimos 12 años, Mette Marit se ha ganado el favor popular.
Cuando se prometió con Haakon la casa real noruega vivía sus horas más bajas de popularidad y un 64% de la población no la aceptaba, según el MMI Ipsos.
Una encuesta publicada el pasado verano por el diario del país Dagbladet sostiene que el 90% de los noruegos acepta a su princesa.
Y es que los noruegos valoran de Mette Marit que no haya perdido el contacto con la vida de a pie. Por eso a nadie le extrañó verla llorar como tantos otros el verano de 2011 tras la matanza de Utoya, en la que perdió a su medio hermano, que era policía.
La princesa de Noruega, a los 40 años, ha decidido someterse a un retoque facial, una práctica cada vez más común, también en el colectivo de la realeza europea
. Mette Marit ha eliminado de su cara las pequeñas arrugas de expresión que tenía, se ha tensado el perfil del óvalo y sus párpados ya no tienen tantos pliegues.
Solo con comparar las imágenes de la esposa del heredero al trono de Noruega de hace unos meses con las de estos días se puede ver el cambio al que se ha sometido.
Ya hace dos años, la prensa Noruega advertía de que su princesa había comenzado a eliminar alguna huellas de la edad de su cara, pero la transformación de ahora es más evidente.
Este nuevo retoque estético coincide con su regreso a la vida oficial tras permanecer alejada del público, una ausencia que fue justificada por una operación de hernia cervical.
Sin embargo, algunos medios noruegos aseguraron que la baja fue más prolongada de lo esperado y que obedecía a una crisis matrimonial.
Ante esta situación, Haakon y Mette Marit se vieron obligados a difundir una foto de ambos por las redes sociales y demostrar así que seguían juntos.
Mette Marit es una pionera en el mundo de la realeza.
Fue la primera mujer sin orígenes aristocráticos en entrar en los salones de la vieja institución monárquica.
En parte gracias a ella, poco después, Mary Donaldson se casaba con Federico de Dinamarca; Camilla Parker Bowles, con Carlos de Inglaterra; Máxima Zorreguieta, con Guillermo de Holanda y Letizia Ortiz, con Felipe de Borbón.
Y es que todas, al igual que la entonces novia de Haakon, tenían un pasado inusual hasta ese momento para una princesa.
Por eso, cuando Mette Marit y Haakon pronunciaron el "sí quiero" en la catedral de Oslo, delante de representantes de las casas reales de todo el mundo, se sellaba algo más que una historia de amor, empezaban los aires de cambio, nacía esa generación de reyes del siglo XXI.
En estos últimos 12 años, Mette Marit se ha ganado el favor popular.
Cuando se prometió con Haakon la casa real noruega vivía sus horas más bajas de popularidad y un 64% de la población no la aceptaba, según el MMI Ipsos.
Una encuesta publicada el pasado verano por el diario del país Dagbladet sostiene que el 90% de los noruegos acepta a su princesa.
Y es que los noruegos valoran de Mette Marit que no haya perdido el contacto con la vida de a pie. Por eso a nadie le extrañó verla llorar como tantos otros el verano de 2011 tras la matanza de Utoya, en la que perdió a su medio hermano, que era policía.
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