La educación tiene el poder de dar o quitar mucho más que
conocimientos a los niños.
El saber les da seguridad en ellos mismos y motivación para aspirar a un futuro mejor. Una educación deficiente hace que, a veces, se vuelve el mundo del revés.
Es lo primero que se piensa cuando se conocen, por ejemplo, las causas de muchos embarazos tempranos
. Un informe cuantitativo y cualitativo realizado en América Latina y el Caribe por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) revela, por un lado, que la tasa de fecundidad entre chicas es en esta región mucho más elevada que el promedio mundial (se producen 80 nacimientos por cada mil adolescentes en Latinoamérica frente a 55 de media en el mundo) y, por otro, que “en muchas ocasiones el embarazo es una vía de escape para las adolescentes que consideran que la educación no va a alterar su futuro, así que quedarse en estado para no ir a la escuela tiene gran sentido para ellas”, señala el informe.
Esta región es la única que ha sufrido un aumento de la fecundidad adolescente en los últimos 30 años. Se calcula que las madres adolescentes darán a luz en esta década a más de 20 millones de niños.
Son jóvenes de familias desfavorecidas socioeconómicamente. Y no ven que la educación pueda alterar su futuro.
Se quedan embarazas aposta porque se sienten solas y porque la escuela no les ofrece mucho, lo que les hace perder el interés por aprender
. Piensan que teniendo un niño y dejando el colegio se convertirán en adultas, dejarán de estar solas, encontrando estabilidad en su familia, se sentirán valoradas en su entorno y darán un sentido a su vida. Las madres adolescentes estudian entre dos y cuatro años menos que el resto de las chicas
. Entre el 70% y el 90% de las adolescentes (entre 15 y 19 años) que tienen un niño de adolescentes abandonan la escuela en América Latina
. Sin embargo, entre las que no son madres a esas edades el abandono temprano se sitúa entre el 14% y el 35%.
Además, son chicas que mayoritariamente ya tenían malos resultados académicos antes de quedarse embarazadas y esa fue una de las razones por las que no consideraron seguir estudiando. Pero las pocas madres jóvenes con buenos resultados académicos sí concluyeron la educación secundaria.
En conclusión, las políticas educativas no pueden limitarse a informar sobre cómo no quedarse embarazada y a dar acceso a los anticonceptivos
. En las capas sociales más desfavorecidas, con esto no es suficiente
. En Latinoamérica y seguramente en muchas otras partes de mundo. Las adolescentes necesitan ayuda bien a través de programas de asesoramiento que les ayuden a mejorar su autoestima y a construir una identidad clara y positiva bien de apoyo escolar de profesionales que, por un lado, fomenten su interés por el aprendizaje y por la repercusión positiva que puede tener en sus vidas a medio plazo y, por otro lado, que las ayuden a mejorar su rendimiento y las motiven para no abandonar los estudios.
Muchas entrevistas en este estudio lo dicen claro: si alguien les hubiera ayudado, no se hubieran quedado embarazadas tan pronto para dejar la escuela.
Y solo las políticas educativas, bien encaminadas, bien dotadas económicamente y pegadas de verdad a las necesidades de la sociedad tienen el poder de evitar estas situaciones.
De evitar un mundo al revés.
El saber les da seguridad en ellos mismos y motivación para aspirar a un futuro mejor. Una educación deficiente hace que, a veces, se vuelve el mundo del revés.
Es lo primero que se piensa cuando se conocen, por ejemplo, las causas de muchos embarazos tempranos
. Un informe cuantitativo y cualitativo realizado en América Latina y el Caribe por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) revela, por un lado, que la tasa de fecundidad entre chicas es en esta región mucho más elevada que el promedio mundial (se producen 80 nacimientos por cada mil adolescentes en Latinoamérica frente a 55 de media en el mundo) y, por otro, que “en muchas ocasiones el embarazo es una vía de escape para las adolescentes que consideran que la educación no va a alterar su futuro, así que quedarse en estado para no ir a la escuela tiene gran sentido para ellas”, señala el informe.
Esta región es la única que ha sufrido un aumento de la fecundidad adolescente en los últimos 30 años. Se calcula que las madres adolescentes darán a luz en esta década a más de 20 millones de niños.
"Tomé precauciones durante el primer mes. Después dejé de hacerlo. Tenía esa idea loca de que debía tener un bebé”, dice una las madres entrevistadas para el estudio, que dio a luz a los 16 años.El embarazo es para muchas adolescentes una salida a su insatisfacción.
Son jóvenes de familias desfavorecidas socioeconómicamente. Y no ven que la educación pueda alterar su futuro.
Se quedan embarazas aposta porque se sienten solas y porque la escuela no les ofrece mucho, lo que les hace perder el interés por aprender
. Piensan que teniendo un niño y dejando el colegio se convertirán en adultas, dejarán de estar solas, encontrando estabilidad en su familia, se sentirán valoradas en su entorno y darán un sentido a su vida. Las madres adolescentes estudian entre dos y cuatro años menos que el resto de las chicas
. Entre el 70% y el 90% de las adolescentes (entre 15 y 19 años) que tienen un niño de adolescentes abandonan la escuela en América Latina
. Sin embargo, entre las que no son madres a esas edades el abandono temprano se sitúa entre el 14% y el 35%.
"No malquiero a mi hijita, pero hubiera preferido no quedar embarazada tan temprano; habría preferido esperar un poco más”, se lamenta otra madre adolescente.Muchas de las madres adolescentes que entrevista este estudio “decidieron no usar métodos anticonceptivos, a pesar de conocerlos, para quedarse embarazadas y dar por fin un sentido a sus vidas”, explica el informe.
Además, son chicas que mayoritariamente ya tenían malos resultados académicos antes de quedarse embarazadas y esa fue una de las razones por las que no consideraron seguir estudiando. Pero las pocas madres jóvenes con buenos resultados académicos sí concluyeron la educación secundaria.
En conclusión, las políticas educativas no pueden limitarse a informar sobre cómo no quedarse embarazada y a dar acceso a los anticonceptivos
. En las capas sociales más desfavorecidas, con esto no es suficiente
. En Latinoamérica y seguramente en muchas otras partes de mundo. Las adolescentes necesitan ayuda bien a través de programas de asesoramiento que les ayuden a mejorar su autoestima y a construir una identidad clara y positiva bien de apoyo escolar de profesionales que, por un lado, fomenten su interés por el aprendizaje y por la repercusión positiva que puede tener en sus vidas a medio plazo y, por otro lado, que las ayuden a mejorar su rendimiento y las motiven para no abandonar los estudios.
Muchas entrevistas en este estudio lo dicen claro: si alguien les hubiera ayudado, no se hubieran quedado embarazadas tan pronto para dejar la escuela.
Y solo las políticas educativas, bien encaminadas, bien dotadas económicamente y pegadas de verdad a las necesidades de la sociedad tienen el poder de evitar estas situaciones.
De evitar un mundo al revés.
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