Teniendo en cuenta la casi total ausencia del cine nipón en nuestras pantallas, este estreno es, por todos conceptos, un acontecimiento.
Antonio Dopazo
Una gran película que plantea cuestiones de un enorme sustrato humano que reitera la sensibilidad especial del director Hirokazu Koreeda, uno de los más destacados del actual cine japonés, para acercarse a los niños y recrear su peculiar y complejo universo.Si en Nadie sabe, sobre un hecho real, reveló esa virtud, ahora se supera a sí mismo.
De ahí que obtuviera el Premio Especial del Jurado y la Mención del Jurado Ecuménico en Cannes y que se presentara en la sección Perlas del certamen del Festival de San Sebastián.
Lo que más prevalece en su obra es, precisamente, la entidad de unos pequeños, en este caso de apenas seis años, que destierran todo signo de ñoñería y de puerilidad para mostrarse con una naturalidad y convicción sorprendentes.
Con ese bagaje y con su minucioso pro- ceso narrativo, que puede parecer lento pero que es preciso y meticuloso, u trabajo adquiere un relieve singular del que pocos autores de hoy pueden pre- sumir.
Teniendo en cuenta la casi total ausencia del cine nipón en nuestras pantallas, este estreno es, por todos conceptos, un acontecimiento.
Koreeda se introduce en el hogar de los Nonomiya en unas circunstancias especiales y delicadas. Familia de sólida posición económica, fruto del trabajo sin descanso de un hombre joven, Ryota, plenamente entregado a su empresa, tanto él como su esposa se sienten angustiados cuando reciben una llamada del hospital que les comunica que el hijo que nació allí hace seis años, Keita, no es suyo ya que se produjo un lamentable error que motivo que se les entregara un bebé equivocado.
El hecho se ha comunicado también a los otros padres involucrados en el equívoco, los Saiki, de mucha más modesta extracción y que tampoco son los padres biológicos de Ryusei, que de inmediato han presentado una demanda contra el centro hospitalario.
Naturalmente, las dos familias se pone de inmediato en contacto para elaborar una estrategia común y, sobre todo, tomar una decisión peliaguda sobre qué niño semqueda cada una de ellas. Con este esquema de partida los aspectos que saca a la luz el director son de una enorme trascendencia y los vemos en su dimensión más real y precisa.
Como decía el propio Koreeda, la cinta nació del intento de contestar a varias interrogantes, entre ellas si un hombre se convierte en padre porque se da cuenta de que comparte la misma sangre con su hijo. ¿O se debe al tiempo que pasan juntos?
Y si no acepta del todo ser padre, ¿se debe entonces a no haber pasado bastante tiempo con su hija? ¿Se es padre por sangre o por el tiempo que se comparte?.
Cuestiones susceptibles de interpretaciones diversas que son enfocadas aquí por su lado humano.
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