Desde que la cirugía estética se ensañó brutalmente con su hermoso rostro, tengo un notable problema con Robert Redford.
Es triste no queer envejecer en sus películas con Paul Newman que estás en los cielos, se veían dos guapos hombres, pero como Newman ninguno. Redford quedó estancado en su película el Gran Gastby, no en Memorias de Africa pero no ha sabido o no ha podido envejecer con "estilo".
Desde hace bastante y lamentable tiempo, desde que la cirugía
estética se ensañó hasta extremos brutales con su hermoso rostro y con
su expresividad, tengo un notable problema con el actor Robert Redford.
Y es que sufro cuando le veo actuar en la pantalla, tengo la sensación de que estoy ante una máscara hierática intentando en vano reflejar sentimientos. Y fue durante muchas décadas un tipo al que daba gusto mirarle y escucharle, una estrella que justificaba el precio de la entrada, pero el comprensible pavor a la decrepitud por parte de este magnífico actor y duradero sex-symbol y los medios que ha empleado para disfrazar el envejecimiento no le han hecho ningún bien a su legendaria figura.
Ignoro si hombres tan espectaculares como Cary Grant, Paul Newman, William Holden o Sean Connery recurrieron en su crepúsculo físico al rejuvenecimiento facial, pero si así fue no se notaba, les operaron muy bien.
Redford, que produce y dirige Pacto de silencio, se ha empeñado también en protagonizarla
. Imagino que convencido de que su presencia sigue manteniendo el antiguo e irresistible gancho comercial. Y ocurren cosas extrañas con su personaje.
Tiene una hija de 11 años, hace footing, salta vallas, su vestuario abusa de vaqueros, sudaderas, zapatillas y gorras de béisbol. Todo muy natural, pero a mí me resulta forzado. Nunca logro olvidarme de que este señor tiene 77 años, una edad adecuada para ser el abuelo de la niña y no su padre
. El simplista esquema de creértelo o no creértelo, para mí sí es el principio fundamental en esa ficción llamada cine. Da igual que lo que me cuenten sea ensoñación o realismo, mentira o verdad.
Sin embargo, el director Redford, que sabe tanto del arte de
interpretar, tiene un gusto exquisito al elegir a los mejores actores y
actrices para que acompañen en papeles de reparto al actor Redford. Ver
juntos a veteranos tan gloriosos como Susan Sarandon, Julie Christie,
Nick Nolte, Richard Jenkins, Brendan Gleeson, Stanley Tucci, Sam Elliot y
Chris Cooper supone algo más que un acierto de casting: es un lujo impagable.
Aclarada esta virtud, no encuentro muchas más en esta película discursiva y plana, carente de fuerza y de complejidad aunque el argumento diera para mucho
. Lo protagoniza gente que militó en la izquierda, el pacifismo, los movimientos radicales, o la subversión armada durante la década de los setenta y su situación en la actualidad. El FBI y la policía creen haber reconocido la nueva identidad de las personas que en aquella época asaltaron un banco, mataron a un guardia de seguridad y demolieron con bombas un edificio gubernamental. La vieja persecución vuelve a comenzar contra los presuntos culpables, gente que se ha integrado en el sistema que antes combatieron, o que sobreviven como pueden en él.
Y piensas lo que podría haber logrado con esta temática un director como Sydney Pollack.
Pero, como es habitual en el cine que dirige Redford, el planteamiento es muy superior a su desarrollo.
Y es que sufro cuando le veo actuar en la pantalla, tengo la sensación de que estoy ante una máscara hierática intentando en vano reflejar sentimientos. Y fue durante muchas décadas un tipo al que daba gusto mirarle y escucharle, una estrella que justificaba el precio de la entrada, pero el comprensible pavor a la decrepitud por parte de este magnífico actor y duradero sex-symbol y los medios que ha empleado para disfrazar el envejecimiento no le han hecho ningún bien a su legendaria figura.
Ignoro si hombres tan espectaculares como Cary Grant, Paul Newman, William Holden o Sean Connery recurrieron en su crepúsculo físico al rejuvenecimiento facial, pero si así fue no se notaba, les operaron muy bien.
Redford, que produce y dirige Pacto de silencio, se ha empeñado también en protagonizarla
. Imagino que convencido de que su presencia sigue manteniendo el antiguo e irresistible gancho comercial. Y ocurren cosas extrañas con su personaje.
Tiene una hija de 11 años, hace footing, salta vallas, su vestuario abusa de vaqueros, sudaderas, zapatillas y gorras de béisbol. Todo muy natural, pero a mí me resulta forzado. Nunca logro olvidarme de que este señor tiene 77 años, una edad adecuada para ser el abuelo de la niña y no su padre
. El simplista esquema de creértelo o no creértelo, para mí sí es el principio fundamental en esa ficción llamada cine. Da igual que lo que me cuenten sea ensoñación o realismo, mentira o verdad.
PACTO DE SILENCIO
Dirección: Robert Redford.
Intérpretes: Robert Redford, Susan Sarandon, Shia LaBeouf, Julie Christie, Sam Elliot, Chris Cooper, Anna Kendrick, Brendan Gleeson.
Género: thriller político. EE UU, 2012.
Duración: 121 minutos.
Dirección: Robert Redford.
Intérpretes: Robert Redford, Susan Sarandon, Shia LaBeouf, Julie Christie, Sam Elliot, Chris Cooper, Anna Kendrick, Brendan Gleeson.
Género: thriller político. EE UU, 2012.
Duración: 121 minutos.
Aclarada esta virtud, no encuentro muchas más en esta película discursiva y plana, carente de fuerza y de complejidad aunque el argumento diera para mucho
. Lo protagoniza gente que militó en la izquierda, el pacifismo, los movimientos radicales, o la subversión armada durante la década de los setenta y su situación en la actualidad. El FBI y la policía creen haber reconocido la nueva identidad de las personas que en aquella época asaltaron un banco, mataron a un guardia de seguridad y demolieron con bombas un edificio gubernamental. La vieja persecución vuelve a comenzar contra los presuntos culpables, gente que se ha integrado en el sistema que antes combatieron, o que sobreviven como pueden en él.
Y piensas lo que podría haber logrado con esta temática un director como Sydney Pollack.
Pero, como es habitual en el cine que dirige Redford, el planteamiento es muy superior a su desarrollo.
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