Apenas le queda nariz, aquella tan achatada de cuando estaba casada con el infiel JulioIglesias.
Le costó años y operaciones superar aquella nariz apatatada a la que no mejoraba una barbilla respingona y sus entonces redondos y relucientes pómulos
. Todo lo evidenció en la boda presuntamente fastuosa –lo fue el modelo de ElieSaab suntuoso de la guapa y rubia novia, lo nunca visto en esos pagos castellonenses– luego reducida a festividad local llena de nombres superfamosos.
Lo acogió Villarreal de los Infantes, antiguo feudo carlista y sede de la universalizada firma cerámica que pronto inaugura tiendón de 3.000 metros en la mejor esquina de la Quinta Avenida neoyorquina con Broadway, donde ya brillan los igualmente españoles Mango y Desigual, yendo por libre sin la desmejorada marca España.
La firma que alicata hasta el techo, encargó plan remodelador al inglés NormanFoster, marido de ElenaOchoa, él superará lo de SantiagoCalatrava ideando daliniano y derrochador la Ciudad de las Artes valenciana, marco del banquete casamentero que hoy parece agonizar entre goteras y desfasada arquitectura futurista
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