Nelson Mandela ha salido del hospital este domingo y ha sido
trasladado a su casa de Johannesburgo tras permanecer once semanas
ingresado, según ha confirmado la presidencia sudafricana.
En un comunicado, el Gobierno señala que el expresidente continúa en situación “crítica y a veces inestable” pero a pesar de ello, los facultativos han decidido darle el alta hospitalaria porque en su domicilio recibirá el mismo tratamiento médico ya que se ha montado un servicio completo para que siga la recuperación.
La salida se produce tan sólo 24 horas después de que la BBC asegurara que Mandela había sido dado de alta, una información confirmada por su hija Zindzi, y que poco después el portavoz presidencial desmintió. Sin embargo, hoy la presidencia ha sido la encargada de anunciar la noticia.
Mandela, de 95 años, ingresó en un hospital de Pretoria el pasado 8 de junio tras una recaída en la infección pulmonar que sufre desde su largo encarcelamiento durante el apartheid.
Dos semanas después, el 23 de junio, el Premio Nobel de la Paz en 1993 entró en estado crítico, del que hoy todavía no ha salido, a pesar de haber recibido el alta hospitalaria.
Estos casi tres meses son el periodo de hospitalización más largo de Mandela, que desde diciembre de 2012 ha estado cuatro veces ingresado.
Por ello, ha sido cuando la preocupación por su estado de salud y los temores por su vida han sido más grandes, hasta el punto de que en Sudáfrica han surgido voces de que era hora de “dejar ir” al héroe.
Durante su larga estancia en el hospital, su familia ha sido el centro de atención mediático,con disputas entres sus miembros por dónde ubicar el mausoleo de Mandela y por quién debe de gestionar los millonarios beneficios de la comercialización de sus derechos de imagen, lo que en más de una ocasión ha indignado a los sudafricanos
. Además, las declaraciones de sus hijas han llevado también a acrecentar los rumores sobre el empeoramiento del estado de salud y a crear confusión.
En alguna ocasión, los parientes más cercanos han llegado a asegurar que el fin de Mandela podía ser “en cualquier momento” para días después afirmar que Madiba estaba mejorando e incluso se sentaba en un sillón para ver la televisión y respondía al tacto.
En un comunicado, el Gobierno señala que el expresidente continúa en situación “crítica y a veces inestable” pero a pesar de ello, los facultativos han decidido darle el alta hospitalaria porque en su domicilio recibirá el mismo tratamiento médico ya que se ha montado un servicio completo para que siga la recuperación.
La salida se produce tan sólo 24 horas después de que la BBC asegurara que Mandela había sido dado de alta, una información confirmada por su hija Zindzi, y que poco después el portavoz presidencial desmintió. Sin embargo, hoy la presidencia ha sido la encargada de anunciar la noticia.
Mandela, de 95 años, ingresó en un hospital de Pretoria el pasado 8 de junio tras una recaída en la infección pulmonar que sufre desde su largo encarcelamiento durante el apartheid.
Dos semanas después, el 23 de junio, el Premio Nobel de la Paz en 1993 entró en estado crítico, del que hoy todavía no ha salido, a pesar de haber recibido el alta hospitalaria.
Estos casi tres meses son el periodo de hospitalización más largo de Mandela, que desde diciembre de 2012 ha estado cuatro veces ingresado.
Por ello, ha sido cuando la preocupación por su estado de salud y los temores por su vida han sido más grandes, hasta el punto de que en Sudáfrica han surgido voces de que era hora de “dejar ir” al héroe.
Durante su larga estancia en el hospital, su familia ha sido el centro de atención mediático,con disputas entres sus miembros por dónde ubicar el mausoleo de Mandela y por quién debe de gestionar los millonarios beneficios de la comercialización de sus derechos de imagen, lo que en más de una ocasión ha indignado a los sudafricanos
. Además, las declaraciones de sus hijas han llevado también a acrecentar los rumores sobre el empeoramiento del estado de salud y a crear confusión.
En alguna ocasión, los parientes más cercanos han llegado a asegurar que el fin de Mandela podía ser “en cualquier momento” para días después afirmar que Madiba estaba mejorando e incluso se sentaba en un sillón para ver la televisión y respondía al tacto.
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