Los servicios de inteligencia, sin embargo, no han identificado todavía qué país u objetivo pueda ser la diana de los terroristas, pero han extendido la amenaza a los países árabes de Oriente Próximo y Norte de África. “Alertamos a los ciudadanos estadounidenses de un potencial riesgo de ataques terroristas en Oriente Próximo y el Norte de África, en particular, ideados en la península Arábiga”, decía la nota del Departamento de Estado en la que se establecía la alerta de viaje. La Administración tampoco descarta que la cercanía del final del Ramadán y de la fiesta del Eid al Fitr, que pone fin al mes de ayuno, y que se celebra la semana que viene, pueda estar relacionada con los posibles atentados.
No es la primera vez que EE UU decide incrementar el nivel de alarma en esta región, pero es poco habitual que la Administración revele cómo se ha obtenido la información que provoca que se decida elevar el nivel de seguridad. En esta ocasión y en plena polémica por la eficacia y utilidad de los programas de vigilancia de las agencias de inteligencia del Gobierno filtrados por Edward Snowden, se ha querido dejar patente que es gracias a esas prácticas cómo se ha conocido la existencia de esta amenaza.
El Departamento de Estado da por hecho que detrás del potencial atentado se encuentra una cédula de Al Qaeda en Yemen, el único grupo vinculado a la red terrorista en la región que ha incluido específicamente a las embajadas estadounidenses como potenciales objetivos. Precisamente el pasado jueves, Obama se entrevistaba en la Casa Blanca con el presidente yemení, Abdu Rabbu Mansour Hadi, para abordar, entre otros temas, la lucha antiterrorista. En la última semana, según la web Long War Journal, que hace un seguimiento de los ataques con aviones no tripulados,
EE UU realizó tres batidas con drones en ese país asiático. En lo que va de año, se han llevado a cabo 15, de acuerdo con esa página. La semana pasada, el líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, instaba a atacar enclaves estadounidenses en respuesta a este tipo de incursiones, en un mensaje difundido por webs yihadistas.
La adopción de medidas de precaución como las adoptadas esta semana por EE UU, no es inusual.
El año pasado, con ocasión del aniversario del atentado de las Torres Gemelas, el Gobierno puso en alerta a sus embajadas en los países árabes. Entonces, las manifestaciones frente a las sedes de las misiones diplomáticas de la región en protesta por la difusión de un vídeo rodado en California en el que se denigraba a Mahoma, obligaron a cerrar varios de los edificios oficiales. Aprovechando esas muestras de rechazo, una cédula terrorista atacó el consulado de Bengasi, en Libia, acabando con la vida de cuatro ciudadanos norteamericanos, entre ellos el embajador en ese país. La causa del atentado y su explicación siguen siendo uno de los principales puntos de controversia de la segunda legislatura de Barack Obama.
Entonces, la Administración de EE UU también activó una alerta de viaje similar a que ahora está vigente hasta el 31 de agosto. Esta decisión no impide a los ciudadanos estadounidenses viajar a la zona, únicamente les recomienda que extremen la precaución y les aconseja que dejen constancia de sus planes de viaje en el Departamento de Estado.
El ataque al consulado de Bengasi confirmó que EE UU se ha convertido en un objetivo de las cédulas terroristas en el Norte de África. En mayo, las embajadas de Libia, Yemen y Egipto extremaron las precauciones ante la amenaza de atentados organizados por extremistas suníes.
La antigua secretaria de Estado, Hillary Clinton, en sus últimos discursos antes de abandonar el cargo advirtió de la creciente amenaza de Al Qaeda en el Magreb y del riesgo que para la seguridad implicaba la dispersión de las cédulas de esta organización por territorios distintos de los que habían sido su feudo de actuación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario