¿Cómo integra usted el cine en su vida? ¿Lo considera como espectador, y como espectador crítico?
Tal
vez sería necesario partir de los hábitos de cine, de la manera en que
el cine llega a nuestra vida. Yo no voy muy seguido al cine, apenas
una vez por semana.
En cuanto a la elección del film, en el fondo no es
jamás totalmente libre; no cabe duda que preferiría ir al cine solo,
porque para mí el cine es una actividad enteramente proyectiva; pero
como consecuencia de la vida social es más frecuente que vayamos al
cine en pareja o todo un grupo y, a partir de ese momento, la elección
se vuelve, lo queramos o no, forzada.
Si yo eligiera de manera
puramente espontánea, mi elección tendrá que tener un carácter de
improvisación total, liberada de todo tipo de imperativo cultural o
criptocultural, guiada por las fuerzas más oscuras de mí mismo. Lo que
plantea un problema en la vida del usuario de cine es que existe una
suerte de moral más o menos difusa de las películas que hay que ver,
imperativos de origen cultural forzosamente, que son bastante fuertes
cuando se pertenece a un medio cultural (aunque más no sea porque hay
que ir en contra para ser libre). Algunas veces eso tiene su lado
bueno, como todos los esnobismos.
Uno siempre está un poco dialogando
con esta especie de ley del gusto cinematográfico, que es tanto más
fuerte probablemente cuanto más fresca es esta cultura cinematográfica.
El cine ya no es más algo primitivo; ahora se distinguen en él
fenómenos de clasicismo, de academismo y de vanguardia y uno se
encuentra colocado por la evolución misma de este arte, en el medio de
un juego de valores. De tal modo, cuando elijo, las películas que hay
que ver entran en conflicto con la idea de imprevisibilidad total que
representa el cine todavía para mí y, de manera más precisa, con las
películas que espontáneamente querría ver pero que no son las películas
seleccionadas por esa especie de cultura difusa que está haciéndose.¿Qué piensa usted del nivel de esta cultura, todavía muy difusa, cuando se trata del cine?
Es
una cultura difusa porque es confusa
. Quiero decir con esto que en el
cine hay una especie de entrecruzamiento posible de los valores: los
intelectuales se ponen a defender las películas de masas y el cine
comercial puede absorber con gran rapidez las películas de vanguardia.
Esta aculturación es propia de nuestra cultura de masas y del cine
comercial, pero tiene un ritmo diferente según los géneros: en el cine
parece muy intensa; en literatura los cotos están mucho mejor
guardados; no creo que sea posible adherir a la literatura
contemporánea, la que se hace actualmente, sin un cierto saber incluso
técnico, porque el ser de la literatura está puesto en su técnica.
En
suma, la situación cultural del cine es actualmente contradictoria:
moviliza técnicas, de allí la exigencia de un cierto saber y un
sentimiento de frustración si no se lo posee, pero su ser no está en su
técnica, contrariamente a la literatura: ¿se imagina usted una
literatura-verdad, análoga al cine-verdad?
Con el lenguaje sería
imposible, la verdad es imposible con el lenguaje.
Sin embargo, nos
referimos constantemente a la idea de un "lenguaje cinematográfico",
como si la existencia y la definición de ese lenguaje fueran emitidas
universalmente, ya sea que se tome la palabra "lenguaje" en un sentido
puramente retórico (por ejemplo las convenciones estilísticas
atribuidas al contrapicado o al travelling), ya sea que se lo tome en
un sentido muy general, como relación de un significante y de un
significado.
En lo que a mí concierne, probablemente porque no he
logrado integrar el cine a la esfera del lenguaje, lo consumo de una
manera puramente proyectiva y no como un analista.¿No habría, si no imposibilidad, al menos dificultad del cine para entrar en esta esfera del lenguaje?
Se
puede tratar de situar esta dificultad. Nos parece, hasta el presente,
que el modelo de todos los lenguajes es la palabra, el lenguaje
articulado
. Ahora bien ese lenguaje articulado es un código, utiliza un
sistema de signos no analógicos (y que en consecuencia pueden ser, y
son, discontinuos); a la inversa, el cine se ofrece a primera vista
como una expresión analógica de la realidad (y además, continua); y una
expresión analógica y continua, no sabemos por cuál punta tomarla para
introducir, comenzar en ella un análisis de tipo lingüístico; por
ejemplo ¿cómo hacer variar el sentido de una película, de un fragmento
de película?
Así pues, si el crítico quisiera tratar al cine como un
lenguaje, abandonando la inflación metafórica del término, debería
primero discernir si hay en el continuo fílmico elementos que no son
analógicos, o que tienen una analogía deformada, o transpuesta, o
codificada, provistos de una sistematización tal que se los pueda tratar
como fragmentos de lenguaje; éstos son problemas de investigación
concreta que no han sido abordados todavía, que podrían serlo al
principio por especies de tests fílmicos, a partir de allí se vería si
es posible establecer una semántica, incluso parcial (sin duda
parcial), de la película.
Se trataría, aplicando los métodos
estructuralistas, de aislar elementos fílmicos, de ver cómo son
entendidos, a cuáles significados corresponden en tal o tal caso, y,
haciendo variar, de ver en qué momento la variación del significante
implica una variación del significado.
Entonces habríamos aislado en la
película unidades lingüísticas con las que luego se podrían construir
las "clases", los sistemas, las declinaciones.
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