La claridad se extendía por anchas habitaciones intactas.
Por entre los
árboles divisaba la colina de San Roque. Grandes olas furiosas pasaban
por el barranco ceñido. Me asomaba al patio interior y ya se percibían
techumbres con los cañizos al aire, un aire viejo que perdía su color.
Qué asombro entrar y ver la casa de nuevo como en una tregua.
La casa en que nací y que se perdió hace tanto tiempo se ha convertido en mi cuerpo.
Supongo --porque abrí los ojos-- que el océano pasó por encima de aquella claridad y se lo llevó todo otra vez.
He regresado a la tierra natal.
Del Diario Virtual de Jose Carlos Cataño
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