El director de cine y guionista austriaco-alemán, Oscar a la mejor película de habla no inglesa por 'Amor', se hace con el galardón.
El director de cine y guionista austriaco-alemán Michael Haneke
(Múnich, 1942) ha ganado hoy el Premio Príncipe de Asturias de las
Artes 2013. El último premio Oscar a mejor película de habla no inglesa
por Amor, uno de los intelectuales más respetados de Europa, estrenó el pasado 23 de febrero Così fan tutte en el Teatro Real.
"Haneke ilumina y disecciona con deslumbrante maestría aspectos
sombríos de la existencia como la violencia, la opresión y la
enfermedad, que afronta con extraordinaria sobriedad formal a la vez que
abre espacios a la persistencia consoladora del amor, la confianza y el
compromiso", ha destacado el jurado.
Hijo de un director alemán y una actriz austriaca, se crio con su madre y su padrastro en Viena.
Allí estudió Filosofía, Drama y Psicología y se convirtió en crítico de cine antes de empezar en la televisión en los setenta.
En la pantalla grande no debutó hasta 1989 con El séptimo continente, a la que siguió El vídeo de Benny, que hizo crecer la leyenda de que en Austria había un director diferente, cirujano de las emociones, cuyas películas dejaban un regusto amargo.
La aterrada Funny games (1997) le popularizó, y con La pianista —Gran Premio del Jurado en Cannes— empezaron sus idilios con el certamen francés y con Isabelle Huppert. El tiempo del lobo (2003), Caché (2005, Mejor dirección en Cannes), su versión estadounidense de Funny games (2007), La cinta blanca (2009, Palma de Oro en Cannes) y Amor (2012, de nuevo Palma de Oro) confirman que es uno de los grandes del siglo XXI, que ha ganado tres veces los Premios de la Academia de Cine Europeo a mejor dirección y mejor película.
"Su creación cinematográfica de profundas raíces europeas, que
constituye una original y personalísima aproximación de radical
sinceridad, aguda observación y extrema sutileza a problemas
fundamentales que nos conciernen o afectan individual y colectivamente",
recalca el jurado.
El pope del cine europeo atraviesa su filmografía con la que fue su primera vocación, la música clásica que en su infancia le condujo a querer ser pianista o compositor.
Para su entrada en el Coliseo madrileño, Haneke volvió a acompañarse del Mozart con el que debutó en la ópera de París con Don Giovanni en 2006.
“Hay una interpretación errónea del amor, la romántica.
Como artista, quería desarrollar el sentimiento por completo. Dirigir la ópera Don Giovanni transformó mi vida personal y profesional como artista. No solo como director… es difícil que te cuente en qué, pero ocurrió.
Puede que un libro te cambie la vida porque te aporta una información que no conocías, incluso puede que una música te afecte. Sin embargo, la combinación de letra y música fue la que me perturbó”, explicaba el cineasta en una entrevista concedida a EL PAÍS con motivo del estreno de Amor en España.
Además de Mozart, Haneke tiene otra obsesión más que recurrente en sus películas: Franz Schubert. Si en la banda sonora de La pianista, una de sus películas más devastadoras, basada en la novela de Elfriede Jelinek, sonaba obsesivamente el Winterreise, en Amor, recurrió a los Impromptus.
El Premio de las Artes está destinado a galardonar personas o instituciones que en el campo de la cinematografía, el teatro, la danza, la música, la fotografía, la pintura, la escultura, la arquitectura y otras manifestaciones artísticas hayan realizado una "aportación relevante al patrimonio cultural de la humanidad".
El Jurado de este Premio estuvo presidido por José Lladó y Fernández-Urrutia e integrado por José Luis Cienfuegos Marcello, Marzio Conti, Carlos Fitz-James Stuart Martínez de Irujo, Duque de Huéscar, José María Flotats i Picas, Guillermo García-Alcalde Fernández, Carmen Giménez Martín, Catalina Luca de Tena y García-Conde, Hans MeinkePaege, Elena Ochoa Foster, Vicente Todolí Cervera, Carlos Urroz, Amelia Valcárcel Bernaldo de Quirós, Benjamin Weil, Miguel Zugaza Miranda y José Antonio CaicoyaCores (secretario).
Este premio está dotado con una escultura de Joan Miró —símbolo representativo del galardón—, 50.000 euros, un diploma y una insignia y será entregado en octubre en una ceremonia que tradicionalmente se celebra en el Teatro Campoamor y que preside el príncipe Felipe.
Yo no se lo hubiera dado.
Hijo de un director alemán y una actriz austriaca, se crio con su madre y su padrastro en Viena.
Allí estudió Filosofía, Drama y Psicología y se convirtió en crítico de cine antes de empezar en la televisión en los setenta.
En la pantalla grande no debutó hasta 1989 con El séptimo continente, a la que siguió El vídeo de Benny, que hizo crecer la leyenda de que en Austria había un director diferente, cirujano de las emociones, cuyas películas dejaban un regusto amargo.
La aterrada Funny games (1997) le popularizó, y con La pianista —Gran Premio del Jurado en Cannes— empezaron sus idilios con el certamen francés y con Isabelle Huppert. El tiempo del lobo (2003), Caché (2005, Mejor dirección en Cannes), su versión estadounidense de Funny games (2007), La cinta blanca (2009, Palma de Oro en Cannes) y Amor (2012, de nuevo Palma de Oro) confirman que es uno de los grandes del siglo XXI, que ha ganado tres veces los Premios de la Academia de Cine Europeo a mejor dirección y mejor película.
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El pope del cine europeo atraviesa su filmografía con la que fue su primera vocación, la música clásica que en su infancia le condujo a querer ser pianista o compositor.
Para su entrada en el Coliseo madrileño, Haneke volvió a acompañarse del Mozart con el que debutó en la ópera de París con Don Giovanni en 2006.
“Hay una interpretación errónea del amor, la romántica.
Como artista, quería desarrollar el sentimiento por completo. Dirigir la ópera Don Giovanni transformó mi vida personal y profesional como artista. No solo como director… es difícil que te cuente en qué, pero ocurrió.
Puede que un libro te cambie la vida porque te aporta una información que no conocías, incluso puede que una música te afecte. Sin embargo, la combinación de letra y música fue la que me perturbó”, explicaba el cineasta en una entrevista concedida a EL PAÍS con motivo del estreno de Amor en España.
Además de Mozart, Haneke tiene otra obsesión más que recurrente en sus películas: Franz Schubert. Si en la banda sonora de La pianista, una de sus películas más devastadoras, basada en la novela de Elfriede Jelinek, sonaba obsesivamente el Winterreise, en Amor, recurrió a los Impromptus.
Los otros candidatos
El cineasta competía con el bailarín y coreógrafo cubano Carlos Acosta, el artista estadounidense Bruce Nauman, el compositor estonio Arvo Pärt y la artista de performance serbia Marina Abramovic. Los 17 miembros que integran el jurado seleccionaron ayer a estos cinco candidatos de entre las 33 candidaturas que optaban inicialmente a este galardón, el primero en fallarse de los ocho que concede anualmente la Fundación Príncipe de Asturias.El Premio de las Artes está destinado a galardonar personas o instituciones que en el campo de la cinematografía, el teatro, la danza, la música, la fotografía, la pintura, la escultura, la arquitectura y otras manifestaciones artísticas hayan realizado una "aportación relevante al patrimonio cultural de la humanidad".
El Jurado de este Premio estuvo presidido por José Lladó y Fernández-Urrutia e integrado por José Luis Cienfuegos Marcello, Marzio Conti, Carlos Fitz-James Stuart Martínez de Irujo, Duque de Huéscar, José María Flotats i Picas, Guillermo García-Alcalde Fernández, Carmen Giménez Martín, Catalina Luca de Tena y García-Conde, Hans MeinkePaege, Elena Ochoa Foster, Vicente Todolí Cervera, Carlos Urroz, Amelia Valcárcel Bernaldo de Quirós, Benjamin Weil, Miguel Zugaza Miranda y José Antonio CaicoyaCores (secretario).
Este premio está dotado con una escultura de Joan Miró —símbolo representativo del galardón—, 50.000 euros, un diploma y una insignia y será entregado en octubre en una ceremonia que tradicionalmente se celebra en el Teatro Campoamor y que preside el príncipe Felipe.
Yo no se lo hubiera dado.
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