Un Blues

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27 may 2013

Los empresarios que regalaron al Rey el ‘Fortuna’ quieren que se les devuelva


El yate 'Fortuna', amarrado en Portopi (Mallorca) en 2011. / tolo ramón

Los empresarios hoteleros y financieros que donaron el barco Fortuna al Rey, con una aportación de 600.000 euros cada uno, han acordado por unanimidad reclamar al Gobierno que les retorne su propiedad, puesto que la embarcación fue donada para un solo fin.
 Así lo ha comunicado este mediodía, Carmen Matutes, presidente de la Fundación Turismo y Cultura de las islas Baleares, tras le reunión de la junta de patronos.
El rey Juan Carlos recibió en 2000 un regalo privado excepcional, el superyate Fortuna, a cuyo uso ahora ha renunciado por razones de imagen y austeridad en tiempos de crisis y penurias sociales.
El futuro del barco es incierto, al pasar a manos del Gobierno, que le ha de buscar su “uso más rentable y más eficiente”, según la vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría.
La treintena de empresarios baleares que patrocinaron el barco del Rey aportaron a escote 600.000 euros, hasta 21 millones.
 Ahora piden que se les devuelva.
En una reunión que han mantenido este lunes han decidido por unanimidad que se les restituya el regalo, que fue otorgado al Monarca y a Baleares. Sin este uso, han defendido, debe volver a ellos.
“Aquella fue una donación modelo”, defiende uno de los muñidores de la operación.
 “El bien se creó y donó a Patrimonio Nacional para un destinatario y usuario exclusivo: el Rey”, detalla otro de los financieros que ejerció de enlace con la Casa del Rey durante el proceso y después. Los donantes deseaban expresar una voz común en la hora en la que el patrón al que obsequiaron dice adiós al que ha sido su yate.
Aquel rutilante barco de aluminio de 41,5 metros de eslora, uno de los más veloces del mundo -podía volar con sus turbinas Rolls Royce a 125 kilómetros por hora-, era del Rey, pero también lo sentían suyo los protectores. “Es un poco nuestro y de aquí, de las islas.
 Existe por nuestra voluntad”, detalló uno de los mecenas privados que, junto con el Gobierno de Baleares, que donó 2,6 millones, constituyeron ex profeso la Fundación Turística y Cultural (Fundatur) para cumplimentar al Monarca.
Con el barco se quiso expresar a don Juan Carlos su agradecimiento por su vínculo con Baleares y la contribución de la Familia Real al prestigio internacional de las islas como foco del veraneo y deporte náutico del Mediterráneo. Por las donaciones, las empresas y financieros recibieron las exenciones fiscales que establecía la ley. “Era lógico pero el trámite costó”, explicó el asesor que negoció el mecanismo con Hacienda.
La operación –la cadena de contactos de donantes- la movieron especialmente hoteleros del entorno de confianza del Monarca, como Gabriel Escarrer, de Melià hotels; Gabriel Barceló, de Barceló hoteles; el editor Pedro Serra de Última Hora y José Francisco de Conrado, un hombre de La Caixa y MicroBank antes ligado a Patrimonio Nacional. Apenas se dieron negativas y abstenciones.
“El Rey está muy contento”, comentó Gabriel Barceló cuando culminaba la construcción –bajo secreto- del superyate en la Empresa Nacional Bazán [hoy Izar] de Cádiz. Era la época en que el Monarca, en una recepción en el palacio de La Almudaina de Palma, lamentó que el anterior Fortuna, de 1979, “ya es un cuatro latas, el pobre", con tantas averías.
Era un presente del rey Fahd de Arabia Saudí por “los entrañables lazos de amistad familiar”.
 Aquel obsequio no se vendió, se desguazó. Aunque existió una fugaz tentativa de traspaso público en un catálogo de un bróker náutico: "¡Impresionante!", era la descripción. La enajenación de “bienes de Patrimonio Nacional puestos a disposición del Rey” se frustró. Fallos del complejo sistema eléctrico frustraron una travesía de don Juan Carlos y el príncipe Carlos de Inglaterra, en 1988, que quedaron a la deriva. La nave de la Corona tuvo que ser remolcada por dos pequeños pesqueros hasta el puerto de Sóller, mientras iban a Menorca. Imagen casi cómica.
El Gobierno de Baleares ve la decisión del Rey “positiva y respetuosa”.
 Los socialistas y los nacionalistas insulares, en el caso de venta de la nave, exigen o “el retorno” de la partida gubernamental o su destino a fines ambientales. No existe un posible precio de mercado.
El valor inicial ha bajado quizá a la mitad, tras 14 años de uso.

Una donación "gozosa y voluntaria"

El Fortuna, últimamente, hibernaba y apenas surcaba las aguas de las islas Baleares con el Rey y su familia. El principal invitado que figura en su biografía es el entonces presidente de EE UU Bill Clinton, a quien acompañó el ex presidente José María Aznar.
 Desde la Zarzuela, hace 15 meses, se anticipó el adiós al uso del gran yate, y se transmitió la idea de que las imágenes de la familia navegando no concordaban con los nuevos tiempos.
Con la eclosión del caso Urdangarin, el asunto de la cacería de elefantes en Botsuana y las reiteradas operaciones de don Juan Carlos, en los últimos dos años el superyate apenas zarpó una sola vez de su base de Portopi (Mallorca). Cargar sus tanques de más de 20.000 litros costaba una fortuna.
“Un regalo es un regalo y quien lo posee hace con él lo que quiere”, han comentado dos de los patrocinadores. La presidente de Fundatur, Carmen Matutes, hija del exministro y hotelero Abel Matutes, fue informada por el jefe de la Casa del Rey del anuncio de la renuncia “casi a la vez que se hacía pública”, matiza uno de los mecenas. El empresario Pedro Iriondo, que fue presidente de Fomento de Turismo de Mallorca (una de las entidades donantes con fondos gubernamentales), observa que “los industriales han puesto mucho dinero y nos preocupa que el Gobierno lo explote fuera de Baleares.
 Desata cierta inquietud un eventual mal uso o que se deshaga de él”. El hotelero Barceló comenta, por el contrario, que fue una donación gozosa y voluntaria.
Hasta la revista Hola, Perfumes Puig –ligada en el pasado a las regatas de la Copa del Rey y a los barcos de las infantas- así como Freixenet, al final se sumaron a la colecta para sufragar los pluses de la cara construcción de la nave en Cádiz. Financieros bien relacionados también con el Rey acudieron a la invitación: los hermanos March, de Banca March; Miguel Fluxá, del grupo Iberostar; la caja Sa Nostra; el Crédito Balear; La Caixa; Soltour; Air Europa, de Juan José Hidalgo; Gesa; los hermanos Riu de Riu Hotels, Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz Ferran de Spanair-Marsans; Miquel Ramis, de Grupotel; Rosselló-Roxa, de Blau Hotels; Matutes, de Fiesta-Palladium Hoteles; Piñero, de Soltur; Carrillo, de hoteles Globales; el impresor Pep García, el comerciante Antonio Fontanet y el industrial alemán Klaus Graff de Teka y Portals o el hotelero Miquel Vicens.
Entre todos, un financiero, en su momento expresó a este diario cierta incomodidad. “¿Cómo íbamos a decir que no siendo para el Rey? No había alternativa”. Don Juan Carlos recibió en la Zarzuela al colectivo de mecenas y además se reunió con ellos a cenar en la finca de uno en Mallorca. Uno de los patrocinadores bromeó al entregar el yate “podrían poner el logo de los donantes en la eslora”. En su hoy escandaloso periplo al frente del el Instituto Nóos, el yerno del Rey, Iñaki Urdangarin pidió contribuciones para sus eventos a buena parte de los donantes del ‘Fortuna’. Cuatro reconocen que se negaron.
En 1991, en apoteosis de barcos rutilantes de los reyes del pelotazo Javier de la Rosa con el Blue Legend y Mario Conde con el Alejandra, la Zarzuela refutó el regalo de una nave nueva que Patrimonio Nacional había encargado en un astillero del banco que dominaba Conde, Banesto.
 Aquel Fortuna no nato se llamó Corona del Mar y lo adquirió una empresaria gallega.
Ahora se vende por una décima parte de su coste, un millón y medio, porque tuvo una grave avería.

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