Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

9 may 2013

Las cuentas de Fitzgerald, ‘online’


Fitzgerald junto a su mujer, Zelda Sayre. / EL PAÍS

De manera telegráfica, en segunda persona primero, y en primera después, Francis Scott Fitzgerald apuntó en su libro de cuentas no solo los vaivenes económicos de su trabajo, sino también el recuento emocional de su intensa y corta vida. Junto a febrero de 1897 (es decir, seis meses después de nacer) escribe sobre sí mismo: “el niño ríe por primera vez”.
 En la última entrada, escueta, resume así el estado de las cosas: “Zelda se rompe, novela terminada. Empiezan los tiempos duros. Mala salud todo el rato”.
 Tiene 37 años.
Los investigadores de la Biblioteca Thomas Cooper, en la Universidad de Carolina del Sur, han abierto por primera vez a los lectores de todo el mundo las páginas de este libro de contabilidad en el que el escritor apuntó, por ejemplo, los casi 2.000 dólares de adelanto que obtuvo por El gran Gatsby.
 "El libro de cuentas es la joya de la colección Matthew J. and Arlyn Bruccoli, la mejor  que existe de libros y recuerdos de Fitzgerald y una de las mejores del mundo dedicadas a un solo autor", apunta la directora de las colecciones especiales y libros raros de la Thomas Cooper, Elizabeth Sudduth.
 Ellos han querido que el manuscrito online viese la luz coincidiendo con el próximo estreno de la nueva versión cinematográfica de Gatsby, dirigida por el australiano Baz Luhrmann e interpretada por Leonardo DiCaprio y Carey Mulligan.
Así, mientras en las pantallas de medio mundo suena el redoble de las últimas palabras de la novela —“seguimos avanzando con laboriosidad, barcos contra la corriente, en regresión sin pausa hacia el pasado”—, los pormenores de la vida del escritor estarán a mano de los estudiosos y seguidores de uno de los mayores y más injustos naufragios de la historia de la literatura.
“Resulta sorprendente el detalle de sus cuentas y también lo profesional que era su relación con su trabajo de escritor, algo que se aleja del cliché del alcohólico dando tumbos”, explica en conversación telefónica Park Bucker, profesor de literatura en la Thomas Cooper y uno de los investigadores del manuscrito. "Es también muy interesante ver la cantidad de ingresos que le supusieron sus colaboraciones en revistas, algo que Hemingway le reprochó mucho, pero que le permitían vivir mucho mejor que cualquiera de sus novelas. También es interesante cómo, casi a la manera de un blog, recuenta sus actividades e impresiones.
 Cualquier estudioso de Fitzgerald verá que el libro está lleno de conexiones muy interesantes con sus novelas y relatos”.
Con 19 años, escribe: “Un año de terrible decepciones. Final de los sueños universitarios.
Todo mal y fue solo mi culpa”. Con 23 años, parece que la cosa se endereza con el amor.
 Se casa con Zelda. “El mejor año de mi vida”, apunta.
 Dos años después, su fatal destino le devuelve a la casilla del fracaso: “Un mal año. Sin trabajo…”.
El libro de cuentas, escrito con la delicada caligrafía del escritor ("a la hora de transcribir no tan fácil de entender", apunta Bucker), permite hurgar en sus colaboraciones, anticipos y derechos.
También en los que Zelda recibió por sus propios escritos. Al pasar las páginas, vemos menguar hasta casi la mitad los ingresos. Las listas de relatos compiten con las listas de nombres de amigos y conocidos, con las de fiestas y resacas. Dos palabras, deuda y enfermedad, se empiezan a repetir casi tanto como los repentinos tachones.
 Es el minucioso recuento de un fracaso limpio y perfecto.

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