Para celebrar el Día de la Madre, ocho modelos posan por primera vez con sus madres y hablan de su complicidad con ellas
Una experiencia que ayuda a estas a comprender el papel que la moda tiene en la vida de sus hijas.
Itziar Aizpuru es una cara habitual en los castings.
Pero no es una modelo más; ya no.
Sus esperas son para estar al lado de
su hija, Berta Pocovi, algo que tranquiliza a ambas.
De joven fue
aprendiz de maniquí, cantante y actriz, mientras estudiaba Derecho, y
eso la ha ayudado a comprender ahora a su hija, en quien ve sus
aspiraciones de juventud.
En esta ocasión, las dos están nerviosas.
Itziar se vuelve a poner ante los focos, y por primera vez lo hace junto
a su hija.
“Ella sabía a lo que se enfrentaba. Fue la verdadera modelo
de la sesión”, dice orgullosa Berta.
Elegir la pasarela como
profesión no siempre encuentra ese apoyo maternal.
Muchas de estas ocho
madres hablan de “miedo” cuando se les pregunta cómo aceptaron los
deseos de sus hijas. Miedo a lo desconocido, a que siendo adolescentes
se vistan y comporten como adultas y a largos viajes
. Marcela Martínez
reaccionó “decidida y absolutamente mal” cuando supo de las
aspiraciones de su hija, Laura Ponte.
“Significaba que abandonaría sus estudios por una profesión en la que,
si no estás entre los mejores, puede dar la impresión de que eres una
bohemia sin sentido”, una imagen que se le ha olvidado gracias a la
exitosa carrera de su hija.
Compaginar el trabajo con los estudios es
una condición para la mayoría de estas jóvenes.
Lara López aceptó el
desafío, y ahora lleva al día la carrera de Relaciones Públicas y
Publicidad, remarca orgullosa su madre.
Compartir protagonismo ante los
focos por una vez les ha dado la oportunidad de entender el trabajo de
sus hijas, la dificultad de plantarse ante desconocidos que te mandan,
observan y juzgan.
En esos momentos Marcela se dio cuenta “de cómo el
río de la vida discurre a más velocidad de lo que quisieras”.
“Nunca
creí que diría que sí. Imagino que temía verse disfrazada
. Fue realmente
agradable ver lo que confiaba en el equipo y lo bien que se sentía”,
recuerda Laura.
Nuria Nieva tuvo que convencer a su madre, “me
preguntaba si no podía ir con mi tía”, ríe. Seguramente se sentiría más
cómoda María Vargas, modelo en su juventud, y quizá por ello su hija
asegura que intenta seguir siempre sus pasos.
Las chicas definen la sesión como divertida, diferente y un momento inolvidable para compartir con sus madres, a las que la mayoría califican como “amigas”.
Muchas de ellas hablan de “miedo” cuando conocieron que los deseos profesionales de sus hijas se dirigían hacia las pasarelas
“Que mi hija diga que somos
amigas es muy bonito, me define la relación que piensa que tiene
conmigo, y la información que me da es que estoy cerca de ella”, algo
que tranquiliza a Itziar.
Almudena Cabrero matiza y asegura que no es
“una amiga al uso”, tiene la potestad de decir lo que no le gusta de su
hija
. Es Lara quien asegura que hay gente que considera extraño la
confianza que se tienen y todo lo que hacen juntas.
De hecho, la
conversación con madre e hija se produce por teléfono desde el médico,
donde Lara ha ido de acompañante como tantas otras veces ha hecho su
madre en los castings.
Si la amistad implica diálogo y que cada una sepa cuál es su posición, “es la descripción perfecta” para Gemma Cánovas, psicóloga especializada en mujer, maternidad e infancia.
Aunque para la maniquí Alba Galocha
está más que bien “pecar a veces de ser más amigas que madre e hija”.
María, madre de Alessandra Ching, lo tiene claro: “No pretendo ser su
amiga, me gusta mi rol de madre, quien le ha dado la vida, la aconsejo y
le transmito mis experiencias cuando me lo pide”.
Son chicas jóvenes que a menudo
viajan, y aspiran a viajar más, y más lejos, como parte del éxito
. ¿Qué
papel desempeña entonces una madre? Cánovas, autora de El oficio de ser madre,
da dos claves: acompañamiento y comunicación. Laura Ponte reconoce la
primera:
“Ahora solo puedo estar agradecida. En su momento me parecía
estar sobreprotegida y vigilada. Me cimentaron, me amarraron a lo
cotidiano”.
“La clave está en mucho teléfono y viajar a la ciudad en la
que estaba Laura para ver cómo y dónde vivía”, dice su madre
. A Anneka
Wehnes, la más joven de todas con solo 14 años –edad en la que fue
descubierta Kate Moss en el aeropuerto JFK de Nueva York–, siempre la
acompaña su madre. Lynn tiene claro que es demasiado joven para trabajar
sola en el mundo de la moda.
Por ahora no ha desfilado.
De hecho, en la
Cibeles Mercedes-Benz Fashion Week no podrá hacerlo hasta cumplir la mayoría de edad.
Las madres son más reacias a
hablar de amistad.
Se les puede contar todo, pero se ven empujadas a dar
su parecer y a ofrecer consejo.
Lara no olvida que ni en la sesión de
fotos su madre dejó de ejercer como tal:
“Se comportó como en casa,
recordándome que hiciese lo que me pedían”, olvidando sus nervios por si
no daba la talla. A Itziar le asustó un poco la foto, demasiado primer
plano.
“Pero lo que quería es que Berta saliera bien. Estaba ahí para
apoyarla a ella y a su futuro”. Imposible desprenderse de su papel de
madre.
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