A finales del siglo XX la agricultura experimentó inmensos avances
debidos al desarrollo tecnológico.
Se calificó como “revolución verde” e
incluso se pensó que sería la solución definitiva al hambre mundial.
Esta sucesión de avances, tales como la incorporación de fertilizantes,
plaguicidas y abonos artificiales fueron acogidos gratamente por
consumidores, con la bajada de precios; y empresarios, al aumentar sus
beneficios. Pero la llamada agricultura extensiva conlleva ciertas
consecuencias para nuestra salud y para el medio ambiente.
“A mi estómago poco le importa la inmortalidad”, decía Heinrich Heine
y la sociedad actual parece aplaudirle. Cada español ingiere al año
alrededor de medio kilo de pesticidas.
De hecho la manzana es uno de los
alimentos frescos más contaminados debido a los químicos presentes en
su piel. Pero no es la única, el glutamato monosódico o E-621 es tan
solo uno de los aditivos posiblemente perjudiciales más consumidos.
Es
letal en grandes cantidades, muy superiores a las que ingerimos, pero se
desconoce si posee carácter acumulativo.
“Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina”, decía
Hipócrates, apostemos por los alimentos ecológicos y naturales y en un
futuro nuestra salud y el medio ambiente lo agradecerán.— María Alloza Pascual.
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