El duque desoyó a La Zarzuela y Telefónica y provocó la venganza de su exsocio.
Perfecto marido, padre, yerno y duque. Una vida regalada, supervisada por la Casa Real y contada por el ¡Hola!.
Además, trabajaba: fundaciones e institutos, la apariencia opuesta al ánimo de lucro
. Pero su biografía, ahora, ha sido desclasificada.
Fuentes consultadas reconocen que no solo no siguió los consejos de La Zarzuela en el proceso judicial sino que su estrategia condujo a la venganza de su exsocio y la imputación de la infanta Cristina.
El 22 de abril de 2009, ¡Hola! y otras publicaciones daban cuenta del traslado de Urdangarin y familia a Washington por motivos profesionales, entre conjeturas sobre su futura residencia en un barrio exclusivo y el también exclusivo colegio que habrían de buscar a los niños.
La infanta Cristina sacrificaba su trabajo en La Caixa (que luego recuperó). Hubo una tibia mención a la retirada de Urdangarin del Instituto Nóos
. Todo ello, naturalmente, con la autorización del Rey.
Era el lenguaje rosa para una familia cuché.
Lo que resultaba ser una operación de alejamiento se hizo mal. Urdangarin se había distanciado de su socio Diego Torres a partir de 2008, salió de sus cargos en las sociedades que habían compartido y abandonó el lugar de trabajo, pero cometió el primer error: dejó en Nóos todos sus papeles; ni se molestó en vaciar su correo electrónico.
No tomó ni la más elemental precaución.
En el verano de 2009 la familia ya estaba en Washington.
La felicidad duró dos años. En el verano de 2011, Diego Torres es llamado a declarar por un juez de Baleares.
El 7 de noviembre, la policía registra la sede de sus empresas y su domicilio particular.
Torres es imputado poco después
. A Urdangarin le llega la mala noticia en plenas navidades.
El castillo de naipes se desploma.
En los registros, la policía encuentra sobre todo ordenadores portátiles y decide hacer un volcado del servidor principal, que está en la sede de la sociedad Virtual Strategies.
Como quiera que en Baleares no hay medios técnicos, el material se envía a Madrid para su examen. Hay algo más de 20.000 correos electrónicos
. En las operaciones de búsqueda se emplean muchas palabras clave.
Incluso, Rey o Rey Juan Carlos. Toda la información que hay en esos correos es anterior al año 2008. Pero no están todos.
Por entonces, Urdangarin lleva tiempo actuando por libre junto a Pascual Vives, su amigo y también su abogado, compañeros del Real Club de Tenis de Barcelona, donde gusta reunirse y hacer deporte gente bien.
Pascual Vives había sido en 2008 miembro de la candidatura de Sixte Cambra a la presidencia del Barcelona.
No era un abogado de currículum pesado, con casos de especial repercusión.
Tanto La Zarzuela como Telefónica (hasta entonces, los patrones del duque de Palma) le recomendaron un cambio de letrado. Urdangarin no hizo caso.
Cuando le pidieron copia de sus correos en Nóos, no tenía ninguno en su poder.
El 9 de enero de 2012 se levanta el secreto del sumario y se traslada a las partes el disco con la información que la policía ha recabado de los correos. Será en abril cuando el abogado de Torres, Manuel González Peeters, presente cinco nuevos correos. Se comprueba que no están entre las copias de los registros. Comienza el carrusel.
Durante este proceso se produce un episodio que no es anecdótico
. En otra operación policial (operación Pitiusa) se halla un pen drive con correos del caso Nóos en el despacho de un detenido, Matías Bevilacqua.
Del asunto se da traslado a la fiscalía de Baleares, que procede a una investigación e interroga a los policías que han intervenido en el registro.
Interroga también a Bevilacqua, que manifiesta trabajar para el CNI como hacker.
En sus cuentas corrientes hay ingresos del Ministerio de Defensa hasta 2010, pero también otros que superan los 140.000 euros durante 2011 y 2012. Bevilacqua manifiesta que son fondos reservados del CNI, que le tienen que pagar en negro como resultado de los recortes.
También hay un cheque de 7.000 euros del despacho de Pascual Vives, el abogado de Urdangarin.
Según Bevilacqua, le habían encargado ordenar los archivos del fichero. “Nadie encarga a un hacker un trabajo tan elemental”, responden los investigadores.
El cheque se paga en octubre, casi diez meses después de hacerse el encargo.
La opinión de los investigadores es que el cheque se hace para darle cobertura a una intervención del CNI en el asunto: el objetivo era recuperar del orden de 10.000 correos más.
Para entonces, la estrategia de defensa de Urdangarin ha sorprendido a los expertos.
Nadie entiende que el duque de Palma decidiera no aceptar ninguna responsabilidad en la gestión de las sociedades y tratara de acusar de todo a su exsocio.
Hasta el 25 de febrero de 2012, Diego Torres se había dedicado a mantener una defensa clásica: había guardado silencio, aportado documentación y mantenido el criterio de que los contratos eran legales. Urdangarin rompe esa línea y acusa a su exsocio de todos los pecados.
El asunto se complica cuando semanas después, el abogado de Urdangarin se opone a la petición de la otra parte para que eliminen la imputación de la mujer de Diego Torres.
Ese hecho se produce entre el 8 de marzo y el 12 de abril. Es la declaración de guerra de Urdangarin. Nadie lo entiende. Ni en la fiscalía, ni en el juzgado… Ni en Zarzuela. “La Infanta no estaba imputada.
Podía provocar ánimo de venganza. Ahí se perdió la oportunidad de una sentencia de conformidad”, comentan fuentes del caso.
Empieza entonces la guerra de los correos. “En el 80% de los correos, Torres es remitente o destinatario y en los que no es remitente todos han salido del Instituto Nóos y de la Fundación Deporte y Cultura. Afectan a la investigación
. Con los correos, Torres diluye responsabilidades, involucra a los demás en la gestión y queda más a cubierto. La consecuencia ha sido la imputación de la Infanta y la desestabilización del entorno de Urdangarin”.
A Iñaki Urdangarin ya no le sirve la prensa rosa.
Los más piadosos dulcifican su segundo exilio, esta vez al desierto, un trabajo secundario, una vida condicional bajo el aire acondicionado.
Y a esperar la cuenta atrás. Ahora es carnaza, alimento para las fieras.
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