Bruselas exige a España más reformas
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Cada tiempo tiene sus metáforas, que surgen no se sabe de dónde, se
vuelven familiares, luego desaparecen y ya nadie las recuerda más que
como ruido de fondo de una época, viene a decir Antonio Muñoz Molina en
su último libro
. España lleva tres años metida en una era de recortes y reformas: la metáfora del tijeretazo, que lejos de desaparecer tiene pinta de ir para largo. Bruselas, convertida en dueña implacable de la tijera, dio este miércoles el enésimo corte de pelo.
La Comisión cree que España es, junto con Eslovenia —firme candidato a pedir un rescate— uno de los países con desequilibrios económicos más graves de la Unión
. Va más allá: asegura que el Gobierno está en el buen camino, pero sigue sin hacer lo suficiente para llegar ni siquiera al aprobado. Y a cambio de margen para recortar el déficit con menos prisas, impone duros deberes en la agenda reformista, que se suponía el punto fuerte de Mariano Rajoy.
Vienen más reformas: la Comisión quiere un paquete completo, a la vista de que el Gobierno no cumple lo prometido. Serán duras, a juzgar por las exigencias bruselenses. Y deberían llegar tan pronto como a fin de mes.
La fotografía que Bruselas hace de España no aporta casi nada nuevo: si acaso, otra capa de pesimismo. La economía no volverá a crecer previsiblemente hasta 2014, pese a los vaticinios del Gobierno.
El paro superará el 27% en 2013. La deuda pública alcanzará el 100% del PIB en 2015.
El crédito seguirá cayendo. La “amenaza tangible”, según el lenguaje peliculero del equipo del vicepresidente Olli Rehn, son los círculos viciosos que generan “una prolongada recesión, el desendeudamiento y la volatilidad de las condiciones financieras”.
Junto con esa sensación de que España parece en los últimos tiempos
barrida por un viento de desastre, la novedad es otra: la Comisión está
razonablemente satisfecha con los esfuerzos de austeridad del Gobierno
—lo que hace más que probable ese año o incluso dos años adicionales
para cuadrar las cuentas—, pero descontenta con las reformas
emprendidas.
Casi todas ellas van en la buena dirección.
Pero su aprobación lleva un retraso intolerable o directamente hace falta una segunda vuelta de tuerca. En palabras de Rehn, “aunque se han adoptado medidas, la agenda reformista está incompleta, e incluso reformas ya adoptadas no han mostrado todos sus efectos por los retrasos en su activación. Como resultado, la capacidad de ajuste de la economía sigue siendo insatisfactoria, lo peor recae en el empleo”.
El mensaje político está claro: Rehn no quiere más excusas. Exige que Rajoy incluya un paquete de medidas completo y de amplio espectro en el plan de estabilidad del próximo día 26.
En primer lugar, desatascar de una vez la liberalización del mercado de productos y servicios, de algunas profesiones que el Gobierno se resiste a acometer. Además, meterse de lleno en el sector energético para acabar con el multimillonario déficit de tarifa.
Darle una vuelta de tuerca a la reforma laboral, a la vista de los desastrosos datos. Y por último, y quizá eso es lo más doloroso, volver a tocar los impuestos y sobre todo las pensiones.
“España está corrigiendo sus desequilibrios.
Pero el Gobierno debe ser consciente de una vez por todas de que la crisis no es coyuntural. Las medidas anticrisis tienen que ser estructurales.
España debe plantearse qué puede pagar y hacer las reformas imprescindibles”, explican fuentes comunitarias.
En el ámbito laboral, la Comisión reclama directamente “abaratar el despido improcedente”. Pide acabar con la dualidad en el mercado de trabajo —los beneficiarios de contratos fijos frente a los trabajadores con contratos temporales—, con lo que abre la puerta a algo parecido a un contrato único.
Y, en su ya tradicional obsesión por romper el vínculo entre sueldos e inflación, reclama medidas para permitir una caída de salarios más rápida. Además, Bruselas certifica que el mercado laboral debe reanimarse a través de un impulso a las políticas activas de empleo.
En el documento presentado, Bruselas también ve margen para “fortalecer la sostenibilidad a largo plazo del sistema de pensiones y seguridad social”. Las fuentes consultadas certifican que la Comisión espera que en el plan de reformas haya una referencia a ese controvertido capítulo.
Madrid está a la espera de aprobar un cambio en el factor de sostenibilidad de las pensiones, para vincular el pago con la esperanza de vida.
La filosofía de Bruselas pasa por desvincular de una vez por todas las pensiones de la inflación, con un factor de corrección que incluya variables como la evolución del PIB, el número de cotizantes y de pensionistas. En plata, taponar las vías para revalorizar las pensiones en función del coste de la vida.
Hay más. Bruselas está medianamente satisfecha con los cambios del sistema fiscal. Pero ataca de nuevo: insiste en reducir el número de productos con tipos reducidos de IVA.
El documento presentado este miércoles abre la puerta por primera vez a “elevar esos tipos” reducidos de nuevo. Además, también propone “explorar” la reducción de deducciones fiscales y el incremento de los impuestos medioambientales, en particular en lo que se refiere a “energía y combustibles”.
Rajoy ninguneó el examen de Bruselas: subrayó que se hizo con datos de 2009, 2010 y 2011.
Es una verdad a medias: el análisis de los desequilibrios se hace con datos de esos años —con Zapatero en el Gobierno—, pero la mayoría de las recomendaciones se hacen teniendo en cuenta cifras de cierre de 2012, e incluso las previsiones para este año y el próximo. El presidente calificó de “regañina” el repaso de la Comisión; dio a entender que estaba destinado al anterior Ejecutivo.
Y no: en apenas dos semanas, el 26 de abril —o antes incluso—, se verá que no es así y que la tutela de Bruselas sobre la política económica es amplísima.
La metáfora de la tijera sigue vigente.
. España lleva tres años metida en una era de recortes y reformas: la metáfora del tijeretazo, que lejos de desaparecer tiene pinta de ir para largo. Bruselas, convertida en dueña implacable de la tijera, dio este miércoles el enésimo corte de pelo.
La Comisión cree que España es, junto con Eslovenia —firme candidato a pedir un rescate— uno de los países con desequilibrios económicos más graves de la Unión
. Va más allá: asegura que el Gobierno está en el buen camino, pero sigue sin hacer lo suficiente para llegar ni siquiera al aprobado. Y a cambio de margen para recortar el déficit con menos prisas, impone duros deberes en la agenda reformista, que se suponía el punto fuerte de Mariano Rajoy.
Vienen más reformas: la Comisión quiere un paquete completo, a la vista de que el Gobierno no cumple lo prometido. Serán duras, a juzgar por las exigencias bruselenses. Y deberían llegar tan pronto como a fin de mes.
La fotografía que Bruselas hace de España no aporta casi nada nuevo: si acaso, otra capa de pesimismo. La economía no volverá a crecer previsiblemente hasta 2014, pese a los vaticinios del Gobierno.
El paro superará el 27% en 2013. La deuda pública alcanzará el 100% del PIB en 2015.
El crédito seguirá cayendo. La “amenaza tangible”, según el lenguaje peliculero del equipo del vicepresidente Olli Rehn, son los círculos viciosos que generan “una prolongada recesión, el desendeudamiento y la volatilidad de las condiciones financieras”.
La Comisión está razonablemente satisfecha con
los esfuerzos de austeridad del Gobierno pero descontenta con las
reformas emprendidas
Casi todas ellas van en la buena dirección.
Pero su aprobación lleva un retraso intolerable o directamente hace falta una segunda vuelta de tuerca. En palabras de Rehn, “aunque se han adoptado medidas, la agenda reformista está incompleta, e incluso reformas ya adoptadas no han mostrado todos sus efectos por los retrasos en su activación. Como resultado, la capacidad de ajuste de la economía sigue siendo insatisfactoria, lo peor recae en el empleo”.
El mensaje político está claro: Rehn no quiere más excusas. Exige que Rajoy incluya un paquete de medidas completo y de amplio espectro en el plan de estabilidad del próximo día 26.
En primer lugar, desatascar de una vez la liberalización del mercado de productos y servicios, de algunas profesiones que el Gobierno se resiste a acometer. Además, meterse de lleno en el sector energético para acabar con el multimillonario déficit de tarifa.
Darle una vuelta de tuerca a la reforma laboral, a la vista de los desastrosos datos. Y por último, y quizá eso es lo más doloroso, volver a tocar los impuestos y sobre todo las pensiones.
“España está corrigiendo sus desequilibrios.
Pero el Gobierno debe ser consciente de una vez por todas de que la crisis no es coyuntural. Las medidas anticrisis tienen que ser estructurales.
España debe plantearse qué puede pagar y hacer las reformas imprescindibles”, explican fuentes comunitarias.
En el ámbito laboral, la Comisión reclama directamente “abaratar el despido improcedente”. Pide acabar con la dualidad en el mercado de trabajo —los beneficiarios de contratos fijos frente a los trabajadores con contratos temporales—, con lo que abre la puerta a algo parecido a un contrato único.
Y, en su ya tradicional obsesión por romper el vínculo entre sueldos e inflación, reclama medidas para permitir una caída de salarios más rápida. Además, Bruselas certifica que el mercado laboral debe reanimarse a través de un impulso a las políticas activas de empleo.
En el documento presentado, Bruselas también ve margen para “fortalecer la sostenibilidad a largo plazo del sistema de pensiones y seguridad social”. Las fuentes consultadas certifican que la Comisión espera que en el plan de reformas haya una referencia a ese controvertido capítulo.
Madrid está a la espera de aprobar un cambio en el factor de sostenibilidad de las pensiones, para vincular el pago con la esperanza de vida.
La filosofía de Bruselas pasa por desvincular de una vez por todas las pensiones de la inflación, con un factor de corrección que incluya variables como la evolución del PIB, el número de cotizantes y de pensionistas. En plata, taponar las vías para revalorizar las pensiones en función del coste de la vida.
Hay más. Bruselas está medianamente satisfecha con los cambios del sistema fiscal. Pero ataca de nuevo: insiste en reducir el número de productos con tipos reducidos de IVA.
El documento presentado este miércoles abre la puerta por primera vez a “elevar esos tipos” reducidos de nuevo. Además, también propone “explorar” la reducción de deducciones fiscales y el incremento de los impuestos medioambientales, en particular en lo que se refiere a “energía y combustibles”.
Rajoy ninguneó el examen de Bruselas: subrayó que se hizo con datos de 2009, 2010 y 2011.
Es una verdad a medias: el análisis de los desequilibrios se hace con datos de esos años —con Zapatero en el Gobierno—, pero la mayoría de las recomendaciones se hacen teniendo en cuenta cifras de cierre de 2012, e incluso las previsiones para este año y el próximo. El presidente calificó de “regañina” el repaso de la Comisión; dio a entender que estaba destinado al anterior Ejecutivo.
Y no: en apenas dos semanas, el 26 de abril —o antes incluso—, se verá que no es así y que la tutela de Bruselas sobre la política económica es amplísima.
La metáfora de la tijera sigue vigente.
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