Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

6 abr 2013

Barbara, Alemania 2012

Barbara, Alemania 2012

No mirar hacia la ventana, seguro que estás observando qué hago. Sí, están ahí. Siempre están ahí. 
No llegar ni un segundo antes a trabajar, así tendrán menos tiempo para espiarme.
 No mostrar ni un sentimiento, ni una única sensación, ni una mirada directa, ni un suspiro de desesperación, nada que pueda servirles para conocerme mejor, para saber qué pienso o que les permita adivinar la repugnancia que siento sólo por el hecho de su presencia.
 No mirarles a los ojos, huir de ellos como de una fiera dispuesta a atacar en cualquier momento. Acostumbrarse a mirar atrás, suelen actuar por la espalda
. Sí, están ahí. Siempre están ahí.
Desterrada de Berlín al último rincón de una Alemania del Este en sus peores momentos: un hospital de campaña alejado de todos y de todo. Un lugar fascinante para controlar el más mínimo movimiento de una población, víctima y verdugo al mismo tiempo, en la que para sobrevivir es necesario convertirse en un eslabón más de una cadena de delación sin fin.
 Una nueva filosofía tatuada en carne viva sobre la piel de la sospecha: delato luego existo.
Mi trabajo me gusta porque constituye la única forma de expresión que me han permitido conservar. Buscar un remedio a las enfermedades, luchar contar los cuerpos extraños que se han introducido en las personas y conseguir expulsarlos, representa para mí una forma subliminal de ganarles la batalla. Ellos son un virus que ha contagiado todo el país, yo soy la barrera y la única posibilidad de regenerar los cuerpos que ellos desprecian. Un ser humano enfermo no les resulta útil para espiar.
Y el médico jefe del hospital me intriga. Demasiado amable, demasiado interesado en mí, demasiado servicial. ¿Será uno de ellos o es realmente lo que parece?
 No me puedo fiar, aquí nadie se puede fiar.
 Sí, siguen ahí.
 Siempre están ahí pero yo me voy a escapar. 
Tengo un plan y unos amigos que no me han olvidado. Tengo que salir de aquí lo más rápidamente posible antes de que pierda la razón.
 El problema son ellos, siguen ahí y no se moverán. No puedo faltar ni una hora de mi casa sin que aparezcan y entren en mi vida y en mi cuerpo. Siempre seguirán ahí y yo esta noche tengo que huir.
Una fascinante actriz llamada Nina Hoss, en un sublime film (premio Oso de Plata en Berlín) de Christian Petzold, interpreta mi papel.
 Mi nombre es Barbara, sin acento, porque en esta Alemania del Este evitamos cualquier signo distintivo, y una tilde sólo serviría para llamar la atención. Soy Barbara y para poder escapar tengo que conseguir que me olviden.
Con la Stasi a los talones, en una película de vértigo repleta de sospechas que se interroga sobre quién mató la libertad y una mujer atormentada que no sabía demasiado, extraña en un país culpable, que confiesa entre los muertos que sólo quería escapar. 
En resumen, una película bárbara (con mucho acento).

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